Luisa Ruz, entom¨®loga ¡°Es frustrante ver la poca conciencia del aporte de las abejas al planeta¡±
La profesora de la Universidad Cat¨®lica de Valpara¨ªso tiene a su cargo la colecci¨®n de abejas m¨¢s grande de Chile y una de las m¨¢s importantes de Latinoam¨¦rica
La acad¨¦mica Luisa Ruz (Valpara¨ªso, 82 a?os) sube las escaleras y camina por los pasillos de la casa central de la Pontificia Universidad Cat¨®lica de Valpara¨ªso (PUCV) con el mismo paso y agilidad con que lo hacen los veintea?eros estudiantes que van apurados a sus clases. Todos los d¨ªas llega a la casa de estudios a continuar su tarea de guardiana de la colecci¨®n de abejas m¨¢s grande de Chile y una de las m¨¢s importantes de Latinoam¨¦rica. Cuenta con alred...
La acad¨¦mica Luisa Ruz (Valpara¨ªso, 82 a?os) sube las escaleras y camina por los pasillos de la casa central de la Pontificia Universidad Cat¨®lica de Valpara¨ªso (PUCV) con el mismo paso y agilidad con que lo hacen los veintea?eros estudiantes que van apurados a sus clases. Todos los d¨ªas llega a la casa de estudios a continuar su tarea de guardiana de la colecci¨®n de abejas m¨¢s grande de Chile y una de las m¨¢s importantes de Latinoam¨¦rica. Cuenta con alrededor de 60 mil ejemplares de abejas nativas del pa¨ªs de m¨¢s de 270 especies distintas, atestiguando el patrimonio natural del pa¨ªs.
Como quien expone orgulloso un tesoro, ella muestra los insectarios. Todas las abejas est¨¢n debidamente ordenadas, traspasadas perfectamente con un alfiler e identificadas con sus nombres escritos en letras peque?¨ªsimas. Hay grandes y otras que no alcanzan los cinco mil¨ªmetros. Las hay amarillas, naranjas, grises y verdes. Todos los ejemplares de la colecci¨®n son silvestres y precisa que la abeja de la miel (Apis mellifera) fue introducida al pa¨ªs sudamericano en el siglo XIX. ¡°Ac¨¢ solamente trabajamos con especies nativas. En Chile se han contabilizado cerca de 478 especies de abejas silvestres¡±, dice Ruz. A diferencia de la abeja de la miel, las abejas chilenas generalmente viven en solitario, poniendo sus huevos directamente en el suelo o en un tronco. Adem¨¢s, al ser m¨¢s peque?as, son m¨¢s dif¨ªciles de detectar en el medio ambiente y tambi¨¦n su manipulaci¨®n es m¨¢s compleja.
La colecci¨®n data del a?o 1956 de la mano del profesor Haroldo Toro. ?l, encargado del ramo de Entomolog¨ªa, le ped¨ªa a sus alumnos hacer un insectario para aprobar su curso y de esos trabajos universitarios se fue alimentando la colecci¨®n. La profesora Ruz fue una de sus alumnas cuando estudiaba pedagog¨ªa en Biolog¨ªa en la PUCV y fue su primer acercamiento con el estudio de estos insectos. Luego, como tesis de final de curso, escribi¨® sobre las abejas existentes en Valpara¨ªso. M¨¢s adelante, con el af¨¢n de especializarse en el ¨¢rea, estuvo seis a?os en la Universidad de Kansas haciendo sus estudios de postgrado.
En Estados Unidos fue alumna de Charles Michener, conocido como el Einstein de las abejas: ¡°Fue una experiencia maravillosa. De partida, porque era la persona que m¨¢s sab¨ªa. ?l public¨® su primer trabajo a los 15 a?os y no par¨® hasta que muri¨®, era impresionante su productividad. Las abejas lo eran todo para ¨¦l¡±, dice la profesora Ruz. Tras su estada, volvi¨® a Valpara¨ªso y hasta 2011 dio clases en su alma mater.
Dej¨® las aulas, pero la colecci¨®n sigue estando a su cargo. Es la encargada de facilitar los ejemplares para proyectos de investigaci¨®n y conservarlos. Ella, siguiendo los pasos de Michener, a¨²n hace uso de su microscopio para identificar nuevas abejas, va a expediciones, sigue publicando y contin¨²a siendo exponente de congresos.
Tras una vida dedicada al estudio de las abejas, ve con preocupaci¨®n su estado actual: ¡°Los lugares a los que ¨ªbamos a recolectar especies est¨¢n totalmente transformados por la construcci¨®n de caminos y por el paso de la industria inmobiliaria, lo que ha causado trastornos en los ecosistemas. Por ejemplo, en esta colecci¨®n hay muchas especies de un sector que se llama Los Lilenes que, hoy, est¨¢ lleno de edificios¡±.
Recuerda cuando estaba leyendo un diario y se detuvo en un art¨ªculo sobre unas carreras de autos y motos que se realizaban en las dunas de la regi¨®n de Valpara¨ªso. Consternada vio las fotograf¨ªas de maquinarias aplanando el sector. En su cabeza solamente pensaba en las abejas. Fue a ver con sus propios ojos la que era una de sus zonas predilectas para la recolecci¨®n de especies. Cuando lleg¨®, no quedaba rastro alguno de los peque?os insectos, todos sus nidos hab¨ªan sido destruidos.
A trav¨¦s de investigaciones, la profesora Ruz y su equipo han podido observar los cambios conductuales de las abejas por las alteraciones en el medio ambiente en los ¨²ltimos 30 a?os: ¡°Por variaciones en el clima y por los cambios generados por el mismo hombre, es que grupos de abejas han enfrentado problemas para encontrar recursos y han tenido que ser flexibles para adaptarse a las circunstancias. Hemos visto modificaciones en las interacciones entre las propias abejas y entre las abejas y las plantas¡±, comenta.
Sobre el poco cuidado que se tiene con estos insectos, dice: ¡°Es una frustraci¨®n tremenda la poca conciencia de su aporte, porque su trabajo es para todos, para todo el planeta¡±. La doctora en Entomolog¨ªa agrega: ¡°La gente no las valora. Las abejas son las mejores polinizadoras. Si no hay polinizadores no hay frutos. Entonces sin ellas, ?qu¨¦ nos espera para el futuro?¡±. Seg¨²n datos de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO), un tercio de la producci¨®n mundial de alimentos depende de las abejas y casi el 35 por ciento de los polinizadores invertebrados -especialmente las abejas y las mariposas- est¨¢n en peligro de extinci¨®n.
Las preocupaciones de Ruz tambi¨¦n apuntan a la falta de personas en el mundo cient¨ªfico que se dediquen a su estudio en Chile. En la Pontificia Universidad Cat¨®lica de Valpara¨ªso ya no dan el curso de Entomolog¨ªa y la situaci¨®n es similar en otras casas de estudios del pa¨ªs, dice. Por lo mismo, entregar la posta del cuidado de la colecci¨®n es una tarea dif¨ªcil. En el intertanto, seguir¨¢ a cargo la que ha sido su guardiana por d¨¦cadas: ¡°Mientras pueda las voy a seguir cuidando¡±.