Estabilidad es cambio
Si el pa¨ªs no resuelve el problema de las pensiones, si no repiensa el sistema educacional en todos sus niveles, si no altera la concentraci¨®n olig¨¢rquica de la riqueza, la crisis que estall¨® en 2019 no har¨¢ sino volver a incubarse
¡°Los seres vivos somos conservadores¡±, sosten¨ªa el c¨¦lebre bi¨®logo chileno, Humberto Maturana. ¡°Todo sistema -a?ade aclarando los t¨¦rminos- es conservador en el sentido de que existe, es, s¨®lo mientras se conserva la organizaci¨®n que define su identidad como parte de su din¨¢mica estructural. As¨ª -contin¨²a explicando-, un ser vivo existe, vive, en un continuo fluir de cambio estructural en torno a la conservaci¨®n de su autopoiesis o realizaci¨®n de su vivir. De hecho tanto la historia de los seres vivos como su existir individual transcurren como cambios en torno a la conservaci¨®n del vivir¡±.
La conservaci¨®n y el cambio suelen pensarse como polos antag¨®nicos. Parece de sentido com¨²n. Sin embargo, tanto la historia natural como la historia social muestran, precisamente, lo contrario. Si bien no son autom¨¢ticamente intercambiables las reglas que rigen en un reino y otro, sobran casos para ejemplificar que los organismos vivos que no cambian, m¨¢s temprano que tarde, dejan de existir. En el campo social ocurre lo propio. La incapacidad de cambiar, atenta contra la conservaci¨®n de las comunidades humanas. Y aunque existen per¨ªodos de aparente quietud, se producen tambi¨¦n momentos en que la resistencia a las transformaciones se convierte en el principal peligro para la estabilidad y la existencia de una determinada sociedad.
Sin mencionar a Maturana, y quiz¨¢s sin haberlo tenido siquiera en la memoria, algo de esta perspectiva subyace en el discurso que el presidente Gabriel Boric pronunci¨® este s¨¢bado ante el Congreso Pleno y ante millones de espectadores que siguieron la ceremonia por la televisi¨®n, la radio y las redes sociales. Al comienzo de su alocuci¨®n, el mandatario comparti¨® una lectura del proceso pol¨ªtico reciente que bien podr¨ªa filiarse con las palabras del profesor. ¡°Muchos lo advirtieron a?os atr¨¢s: en Chile podr¨ªa sobrevenir una explosi¨®n social si no se destrababan las reformas que hab¨ªan esperado demasiado tiempo, si no se acordaba una nueva generaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas para reducir la desigualdad, si no se castigaba con fuerza la corrupci¨®n de los sectores privilegiados, si no se tomaban medidas dr¨¢sticas contra los abusos, si no se enfrentaban las diferencias de trato que reciben las personas seg¨²n su origen social. Esta visi¨®n enfrent¨® la resistencia de sectores pol¨ªticos y econ¨®micos que tomaron la advertencia a la ligera. Nadie imagin¨®, sin embargo, que esa explosi¨®n se iba a producir en octubre de 2019. Malestares acumulados, debates que no supimos y decisiones que no se tomaron a tiempo (y que siguen todav¨ªa pendientes) condujeron a cientos de miles de chilenas y chilenos, sin distinci¨®n de color pol¨ªtico, a copar las calles en gran parte del pa¨ªs¡±.
La historia republicana y de construcci¨®n democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs est¨¢ marcada por momentos en que el cambio signific¨® la apertura de posibilidades para prolongar la existencia de la sociedad. El proceso de independencia, el proyecto desarrollista articulado por el Frente Popular, la ¡°revoluci¨®n en libertad¡± de Frei Montalva, la ¡°v¨ªa chilena al socialismo¡± del presidente Allende, as¨ª como las luchas por la recuperaci¨®n de la democracia, fueron respuestas a las tensiones sociales que imped¨ªan la estabilidad y la paz. Cada uno de esos procesos cont¨® con la oposici¨®n tenaz de los sectores conservadores: los realistas en los albores de la independencia, una oligarqu¨ªa terrateniente que solo ir¨¢ a retroceder, relativamente, con los procesos de reforma agraria ya bien entrada la segunda mitad del siglo XX y los defensores del neoliberalismo hasta el d¨ªa de hoy.
Desde el retorno de la democracia, que es el arco hist¨®rico en el que el presidente Boric situ¨® su an¨¢lisis, sectores de la pol¨ªtica y el empresariado han opuesto una dura resistencia a cambios que apuntaran a una mayor distribuci¨®n del poder y la riqueza. A quienes insist¨ªan en su necesidad y a quienes se movilizaron para empujar las transformaciones necesarias para enfrentar la desigualdad y los crecientes niveles de malestar, se les tildaba, sin excepci¨®n, de desestabilizadores del orden. Esa narrativa, hegem¨®nica durante d¨¦cadas, se fractur¨® con la revuelta social. La cara de ese Chile descontento y hastiado se expres¨® con tal contundencia que durante semanas asistimos a las confesiones de grandes empresarios y pol¨ªticos de todo el espectro en que reconoc¨ªan que s¨ª, que en Chile hab¨ªa problemas, que era momento de ¡°meterse la mano al bolsillo¡±, que era hora de impulsar algunos cambios para asegurar, a mediano y largo plazo, la estabilidad del sistema y, por qu¨¦ no decirlo tambi¨¦n, de sus propios negocios. Al poco tiempo, para reforzar estas disposiciones, la pandemia revel¨® a esas mismas ¨¦lites la realidad material de amplias franjas sociales: la precariedad de sus trabajos, la falta de protecci¨®n social, las deficientes condiciones de habitabilidad y la pobreza encubierta, al punto que no faltaron quienes hicieran p¨²blica su sorpresa ante este rostro desconocido, y poco luminoso, del pa¨ªs que habitaban. Sin embargo, la derrota de la primera propuesta constitucional y la victoria arrolladora del Partido Republicano en mayo de 2022 sepultaron ese breve par¨¦ntesis de moderada apertura de los sectores hist¨®ricamente opuestos a los cambios. Volvieron, recargados por un triunfalismo exagerado, los discursos del orden sin transformaci¨®n, es decir, sin modificar las bases de la inestabilidad y de la crisis que se hab¨ªa desatado.
El Gobierno del presidente Boric tom¨® las riendas del pa¨ªs en uno de esos momentos clave que toda sociedad experimenta cuando se muestran agotados los fundamentos del orden, en que los horizontes de sentido se desvanecen, en que el inmovilismo no hace sino ahondar y ahondar la crisis y en que el cambio se ofrece como ¨²nica garant¨ªa de progreso y estabilidad. No es algo dif¨ªcil de ejemplificar: si el pa¨ªs no resuelve el problema de las pensiones, si no repiensa el sistema educacional en todos sus niveles, si no transforma su matriz productiva, si no altera la concentraci¨®n olig¨¢rquica de la riqueza, si no complejiza su econom¨ªa y no da lugar a la creatividad y el talento de sus j¨®venes, si no ampl¨ªa los espacios de libertad y autonom¨ªa individual al mismo tiempo que articula sistemas de solidaridad social y cuidado colectivo ante las inevitables consecuencias del envejecimiento demogr¨¢fico, la crisis que estall¨® en 2019 no har¨¢ sino volver a incubarse para reventarnos nuevamente en la cara.
Las fuerzas pol¨ªticas de las que proviene el presidente Boric se formaron en la convicci¨®n de que Chile necesita transformaciones profundas. Hoy desde La Moneda, frente a todos quienes se esfuerzan por instalar la idea de que lo que cabe es renunciar a las transformaciones, y en voz de uno de sus principales representantes, esas fuerzas han vuelto a reafirmar su convicci¨®n inaugural: la paz y la estabilidad que la inmensa mayor¨ªa de los chilenos anhela, solo puede alcanzarse a trav¨¦s de los cambios que hace cinco a?os atr¨¢s muchos reconoc¨ªan como necesarios, aunque algunos parecieran haberlo olvidado, como dijo tambi¨¦n el presidente el d¨ªa de ayer.
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