La responsabilidad de los intelectuales
A cinco a?os de ocurrido el estallido social, algo tendr¨¢n que decir sobre s¨ª mismos y sobre el futuro deslumbrante que no ocurri¨®
En poco m¨¢s de un mes, se conmemorar¨¢n cinco a?os de ocurrido el as¨ª llamado estallido social del mes de octubre de 2019. No sabemos muy bien cu¨¢ndo realmente comenz¨®, tampoco tenemos seguridad de cuando termin¨®. Lo que sabemos es que ocurri¨®.
Lo que se viene es un tiempo de explicaciones e interpretaciones.
Fue tal la magnitud del estallido que la academia y sus intelectuales p¨²blicos no tardaron en ensayar explicaciones e interpretaciones, a partir de la premisa meteorol¨®gica de que no lo vieron venir, a pesar de todos los diagn¨®sticos que ven¨ªan siendo publicados desde hace a?os. Seamos claros. Las alertas generadas por numerosos estudios existieron: lo que se olvida es la nula capacidad predictiva de las ciencias sociales, a menos de sostener (de modo absurdo) que el estallido social se encontraba ya pronosticado¡desde 1998 (a?o en el cual fue publicado un importante informe del PNUD, el que tuvo una enorme repercusi¨®n en el mundo de la pol¨ªtica al punto de generar un intenso debate al interior de las elites de la Concertaci¨®n entre auto-flagelantes y auto-complacientes), o desde las protestas estudiantiles de 2011 (esto es 20 o 10 a?os antes del acontecimiento, lo que se ajusta m¨¢s a un juego adivinatorio que a una predicci¨®n meteorol¨®gica). Adem¨¢s de lo anterior, resulta dif¨ªcil estimar una predicci¨®n de este evento considerando el car¨¢cter multifactorial que condicion¨® el desarrollo del estallido: desde el descontento social con el costo de la vida y la desigualdad econ¨®mica, hasta temas relacionados con la reafirmaci¨®n de identidades de g¨¦nero y ¨¦tnicas, pasando por percepciones de la desigualdad, experiencias de injusticia y tantas otras cosas. No es una casualidad, entonces, si buena parte de la academia profesional y el c¨ªrculo selecto de intelectuales p¨²blicos sucumbi¨® al embrujo del estallido social, a menudo en modo delirante, viendo en el fen¨®meno¡un acontecimiento pr¨¢cticamente revolucionario, virtuoso, redentor.
Es esta dimensi¨®n de liberaci¨®n y de devoluci¨®n del poder pol¨ªtico a quien lo origina, pueblo, plebe o multitud dependiendo de las referencias intelectuales, la que se observa en ensayistas tales como Mario Garc¨¦s (historiador), Carlos Ruiz (soci¨®logo), Nelly Richard (te¨®rica cultural) o Rodrigo Karmy (fil¨®sofo) entre muchos otros, apelando a autores tan distintos como Foucault, Agamben, Negri y Hardt, para nombrar solo a los m¨¢s citados. En todos estos intelectuales p¨²blicos se aprecia un intento de interpretar lo que origina el estallido y lo que movi¨® a quienes protestaron, sin nunca movilizar datos emp¨ªricos ni detenerse en la articulaci¨®n entre estructura y agencia humana: solo se interpreta, y sobre-interpreta, a quienes manifiestan, suponiendo en ellos malestares, quejas y rabia.
Qu¨¦ duda cabe. Rabia hubo, y mucha, la que deriv¨® en expresiones de violencia y en episodios de destrucci¨®n sin precedentes: a¨²n no sabemos explicar c¨®mo pudo ocurrir la quema de varias decenas de estaciones de Metro de modo simult¨¢neo (lo que marca un fracaso estrepitoso de la investigaci¨®n policial y un nudo ciego para las ciencias sociales).
Pues bien, muchos intelectuales p¨²blicos chilenos sucumbieron a la belleza bruja del acontecimiento, renunciando a explicarlo con el fin de justificarlo y conducirlo mediante interpretaciones abstrusas destinadas al p¨²blico m¨¢s educado y politizado. Es en este sentido que en el desarrollo del estallido, que dur¨® meses, hay una responsabilidad de los intelectuales en su interpretaci¨®n, buscando que se introdujera en el estallido para ir m¨¢s all¨¢ del momento destituyente, de subversi¨®n del orden social y legal.
No ignoro que entre los intelectuales p¨²blicos chilenos hab¨ªan interpretaciones divergentes de lo que estaba ocurriendo: los libros escritos durante el estallido y que fueron r¨¢pidamente publicados son fiel testimonio de esas divergencias, pero tambi¨¦n de la gran sobre-interpretaci¨®n de un acontecimiento objetivamente volc¨¢nico. El intento de que esas interpretaciones ingresaran al estallido y lo orientaran es fascinante: no solo a trav¨¦s de libros, sino tambi¨¦n mediante columnas de opini¨®n, entrevistas de prensa escrita y radial, debates en las universidades, inmersi¨®n en el estallido mismo. Todas esas estrategias merecen ser analizadas: Chile no hab¨ªa visto tanto activismo intelectual en medio siglo, desde el golpe de Estado de 1973.
Pero as¨ª como se incursion¨® en el activismo intelectual mediante interpretaciones y sobre-interpretaciones de lo que estaba ocurriendo con el fin de incidir en el tiempo corto y largo del acontecimiento, lo que no se hizo fue rendir cuentas por los errores de interpretaci¨®n.
Es cierto: se podr¨¢ decir -correctamente- que el ensayismo no pretende alcanzar la exactitud de un an¨¢lisis, sino m¨¢s bien articular interpretaciones veros¨ªmiles a los ojos del pueblo o de la multitud que est¨¢ manifest¨¢ndose. Pero al mismo tiempo, los productores de interpretaciones del estallido-que-est¨¢-ocurriendo con el fin de incidir en ¨¦l deben rendir cuentas, por honestidad intelectual, de su fracaso y del fatal destino hist¨®rico del estallido social.
Las cosas de la pol¨ªtica y de la historia se miden por sus resultados. Pues bien, el resultado hist¨®rico del estallido fue fatal: no solo no se produjo alg¨²n tipo de cambio pol¨ªtico y constitucional, tampoco social, sino que deriv¨® en una forma de restauraci¨®n del antiguo orden que, convengamos, no logra consolidarse. En ese desenlace, ciertamente no hay nada definitivo: pero en la explicaci¨®n del fracaso de lo que el estallido social promet¨ªa, hay mucha responsabilidad de los intelectuales p¨²blicos.
A cinco a?os de ocurrido el estallido social, algo tendr¨¢n que decir sobre s¨ª mismos y sobre el futuro deslumbrante que no ocurri¨®.
En cuanto a los intelectuales p¨²blicos de derecha, que tambi¨¦n los hay (y cada vez m¨¢s), es el reflejo exactamente inverso que predomina: criminalizaci¨®n de la protesta, desfiguraci¨®n del sentido del estallido, completa incapacidad para decir algo interesante sobre el acontecimiento.
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