El caso Isabel Amor: anatom¨ªa de un esc¨¢ndalo
?Es reprochable que una hija de torturador, o mejor dicho de un m¨¦dico que encubri¨® torturas, sostenga que cree en la inocencia de su padre y al mismo tiempo bregue por la defensa de los derechos humanos?
Por estos d¨ªas, el Gobierno chileno est¨¢ viviendo un esc¨¢ndalo enteramente innecesario. Pero el esc¨¢ndalo est¨¢ all¨ª, y el tema que lo motiva es muy interesante, adem¨¢s de inquietante.
Hace un pu?ado de d¨ªas, se dio a conocer el resultado de un concurso p¨²blico para el cargo de directora regional del Servicio de la Mujer, el que recay¨® en Isabel Amor. Quien gan¨® este concurso es una reconocida activista de derechos humanos, quien fue directora de la Fundaci¨®n Iguales (que brega por el reconocimiento de los derechos de las minor¨ªas sexuales), y enseguida encabez¨® una direcci¨®n regional del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). Ni m¨¢s ni menos.
Pues bien, tras haber ganado el concurso un d¨ªa viernes, Isabel Amor pierde la confianza en tan solo 48 horas: ?Qu¨¦ habr¨¢ podido ocurrir entre un viernes y un domingo para perder la confianza de la titular de un servicio? ?C¨®mo explicar lo sucedido, lo que se ha transformado en un esc¨¢ndalo pol¨ªtico de grandes proporciones?
Isabel Amor es hija de un m¨¦dico que fue condenado por encubrimiento de torturas en contra de detenidos en el Estadio Nacional, a partir del d¨ªa siguiente del golpe de Estado. En una entrevista de ¡®doble interfaz¡¯, una publicada y otra que circula privadamente en calidad de borrador, Isabel Amor opina sobre el caso de su padre, y en la versi¨®n ¡®borrador¡¯ (es decir, no publicada) dice creerle a su padre cuando este niega las acusaciones por las cuales fue condenado.
A partir de all¨ª, se desata una tormenta de dimes y diretes: mientras la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, instruye la remoci¨®n de Isabel Amor por p¨¦rdida de confianza, innumerables voces (incluida la m¨ªa) defienden a Amor por haber sido objeto de una remoci¨®n arbitraria (aunque legal): la afectada alega que su remoci¨®n tras 48 horas de haber asumido el cargo se explica por haber sido hija de un torturador, o c¨®mplice de quienes ante su vista degradaron cuerpos. El testimonio de Luis Corval¨¢n Castillo, hijo de Luis Corval¨¢n Leppe (quien fuese secretario general del Partido Comunista de Chile) es completamente cierto: hubo un m¨¦dico presente en sus sesiones de tortura. No tengo dudas que ese m¨¦dico fue el padre de Isabel Amor.
?Es reprochable que una hija de torturador, o mejor dicho de un m¨¦dico que encubri¨® torturas, sostenga que cree en la inocencia de su padre y al mismo tiempo bregue por la defensa de los derechos humanos? ?Qu¨¦ estatus debemos concederle a un ¡®borrador¡¯ de entrevista en la que se dice lo que aqu¨ª estoy relatando, en donde no se expresa que se est¨¢ desconociendo la validez del fallo y aun menos relativizando el valor universal de los derechos humanos? Qu¨¦ importa m¨¢s: ?la opini¨®n publicada o lo que pudo ser expresado en un borrador de entrevista que nunca fue publicada? Si una opini¨®n no fue publicada, pero s¨ª se conoce su existencia en la forma de un borrador, lo que est¨¢ contenido en ese borrador no puede aspirar a tener el mismo estatus que una opini¨®n publicada: aqu¨ª est¨¢ en juego la validez del registro de publicidad de las opiniones.
Una parte del periodismo chileno ha errado gravemente en su funci¨®n: se ha aferrado, y apasionado por una expresi¨®n contenida en un borrador de entrevista, y nunca se ha hecho la pregunta de si, en verdad, la opini¨®n en borrador tiene el mismo estatus que una opini¨®n debida y deliberadamente expresada para fines p¨²blicos. Me parece que esta omisi¨®n profesional es grave: es inaceptable tratar, en un mismo nivel de veracidad, opiniones que pudieron ser profesadas sin ser publicadas, tomar estas opiniones como si hubiesen sido publicadas y adem¨¢s interpretarlas como si fuesen una expresi¨®n de negacionismo. Este t¨¦rmino ha sido manoseado hasta el cansancio, amalgamando todo tipo de cosas, lo que en parte explica el grave retroceso en materia de reconocimiento de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura que se apreci¨® en las conmemoraciones del 50 aniversario del golpe de Estado en 2023, acompa?ado por un sorprendente ¨ªmpetu revisionista.
Me parece que lo esencial se juega en el soporte de la opini¨®n, y solo en segundo t¨¦rmino en el contenido de la entrevista.
Supongamos que el borrador fue publicado (lo que ya no ser¨ªa un borrador, sino una entrevista). No veo nada chocante en que una hija de violador de derechos humanos diga que le crea en su enunciaci¨®n de inocencia. Suponiendo que esa opini¨®n fue publicada, ?es aceptable que una autoridad p¨²blica la emita? ?Hay all¨ª un desconocimiento de un fallo a firme? Agreguemos un elemento subjetivo: ?participa de la remoci¨®n, por instrucci¨®n ministerial, el acercamiento parental entre Isabel Amor y su padre?
Todo esto huele mal y muy mal.
No veo razones, ni menos buenas razones, en una remoci¨®n que de pulcra no tiene nada.
Lo bueno, supongo, es que, enfrentados al esc¨¢ndalo, todo el mundo (incluyendo a la derecha) se muestra horrorizado ante un caso de derechos humanos y sus efectos colaterales.
En esto, la derecha chilena lo ha hecho muy mal: al horrorizarse por el esc¨¢ndalo, los representantes parlamentarios de todas las derechas han desfigurado el caso. Al intervenir y exigir cuantas cosas se le pasan por la cabeza, las derechas lo politizaron, apostando a la amnesia sobre su propia responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Chile.
Rompamos el mito: por muy terrible que suene el caso Amor, no todos resienten las violaciones a los derechos humanos como algo actual y, en la cumbre de la inmoralidad, tampoco como que hayan ocurrido.
La izquierda frenteamplista (enfrentada al silencio comunista) no ha reparado en todas las aristas de este caso, y no se ha preguntado si hay algo de injusticia en la decisi¨®n impulsada por la ministra Antonia Orellana.
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