Francisco Mouat: ¡°Qu¨¦ nos pas¨®, que encontramos en una camiseta la cohesi¨®n que no encontr¨¢bamos de otras maneras¡±
El escritor, editor y librero presenta ¡®Ser de la U¡¯, libro en el que vuelve a la historia y la memoria de Universidad de Chile, el equipo de f¨²tbol de sus amores
Periodista y licenciado en est¨¦tica; redactor de las revistas Apsi (1984-1989) y Hoy (1989-1991); exdirector de Don Bal¨®n de Chile (1992-1997); autor de El empampado Riquelme, ya un cl¨¢sico de la cr¨®nica local, as¨ª como de una veintena de otros t¨ªtulos; fundador del popular espacio deportivo Los Tenores, en radio ADN, y de la editorial Lolita, que a su vez le dio nombre a la librer¨ªa de la que hoy es due?o junto a su esposa.
Francisco Mouat Croxatto (Santiago, 62 a?os) es y ha sido varias cosas a lo largo de su carrera, pero hay algo que ha sido desde ni?o y de lo cual no piensa jubilar ni despu¨¦s de retirado: ser hincha del club de f¨²tbol Universidad de Chile; seguir a la U, al rom¨¢ntico viajero, a los azules, al bulla, al le¨®n.
La adhesi¨®n futbolera, sumada a la pulsi¨®n escritural, lo hab¨ªan llevado en 2013 a publicar Soy de la U, que tuvo una actualizaci¨®n en 2017. Pero faltaba otro libro para explicar el sentimiento inexplicable que vive ¨Cy a ratos padece¨C el seguidor de un equipo cuyo lado tr¨¢gico ha venido quedando de manifiesto en a?os recientes, sobre todo en diciembre de 2021, cuando estuvo a un tris de bajar a la Primera B del f¨²tbol profesional chileno (categor¨ªa a la que ya hab¨ªa descendido en enero de 1989, con Mouat como testigo presencial).
El nuevo libro se llama Ser de la U (Ediciones Overol) y es una cr¨®nica llena de interrogantes, conjeturas y confesiones, donde conviven la gloria y el fracaso deportivos en primera persona, el gui?o a plumas chilenas y mundiales (Mart¨ªn Kohan, Osvaldo Soriano, Charles Simic, Juan Pablo Meneses) e im¨¢genes conmovedoras, como la del padre de Leonel S¨¢nchez, leyenda de la U, abroch¨¢ndole los botines el d¨ªa de su estreno en el profesionalismo, el 13 de septiembre de 1953.
Con la bonhom¨ªa que trasuntan su escritura y su voz radial, Mouat recibe a EL PA?S en su librer¨ªa de calle Rep¨²blica de Cuba, en Providencia, en el sector oriente de Santiago, antes de que comience la atenci¨®n al p¨²blico. En un subterr¨¢neo apacible al que se llega bajando con cuidado una escalera de caracol, se sienta a conversar, ente otros temas de la ¡°pasi¨®n indescifrable y misteriosa¡± que siente por el club de sus amores. El mismo equipo que hoy, cosa inhabitual, sigue puntero de la liga tras vencer el domingo pasado a Palestino, partido que Mouat fue a ver al Estadio Nacional. No faltar¨ªa m¨¢s.
Eso s¨ª, ya no est¨¢ abonado a la U: ¡°Me cabre¨® el esp¨ªritu que hay detr¨¢s de Azul Azul¡±, dice de la sociedad an¨®nima que maneja los destinos del club.
Pregunta. ?Incidi¨® en desabonarse el no saber sino hasta muy encima d¨®nde y cu¨¢ndo se jugar¨ªan los partidos?
Respuesta. Es que la cuesti¨®n ya estaba degenerada. Lleg¨® a pasar que se iba a jugar una fecha, y la programaci¨®n del partido de la U era un tema aparte: no hab¨ªa modo de zanjar nada, y nadie quer¨ªa recibir a esta hinchada. Adem¨¢s, como el equipo empezaba a pelear los puestos de la cola, hab¨ªa en la hinchada una pulsi¨®n agresiva importante, y eso se empez¨® a manifestar donde fu¨¦ramos. Yo me pregunto por la energ¨ªa que uno percib¨ªa volviendo en metro el domingo [tras la victoria 1-0 sobre Palestino]: ¨¦ramos miles, subi¨¦ndonos a los vagones, gritando. Si esa pulsi¨®n hubiese venido de un equipo que est¨¢ peleando los ¨²ltimos lugares y frustrando a la hinchada, ?en qu¨¦ se habr¨ªa convertido la energ¨ªa de esos miles?
P. Si en vez de una victoria, hubiese habido una derrota en el ¨²ltimo minuto...
R. ?Y qu¨¦ habr¨ªa pasado tras una derrota si el equipo hubiese estado meti¨¦ndose en el horno? Es una pregunta leg¨ªtima, porque puede ocurrir. De hecho, ocurri¨® hace poco. Hay en eso un momento bisagra: contra Curic¨®, en Rancagua [campeonato 2021]. Perdimos 2-1 y hubo p¨²blico de la U que entr¨® a la cancha. Entraron por lo menos 100 tipos, saltaron las rejas y fueron a echarle la foca [desafiar airadamente] a los jugadores. Era evidente que a la hinchada de la U la iban a suspender por no s¨¦ cu¨¢ntas fechas, por lo que no pudimos volver al estadio en ese campeonato. Hab¨ªamos ido con mi hija menor y nos volvimos hechos papilla: no s¨®lo porque el equipo hab¨ªa perdido, sino porque hab¨ªamos asistido a una degradaci¨®n. Porque echar la foca a los jugadores es parte de la rutina de cualquiera que vaya al estadio y que lo viva con un grado de pasi¨®n. Pero saltar la reja e ir a pegarle a un jugador de tu equipo ¨Co del otro equipo, porque la incivilidad es la misma¨C es algo que tiene que hacerte reflexionar sobre los l¨ªmites de esto.
P. ?En qu¨¦ se emparenta este escenario con el que la U vivi¨® al bajar a segunda divisi¨®n?
R. Frente a un equipo que est¨¢ descendiendo a fines del 88, principios del 89, hay en el estadio una pulsi¨®n en un grupo de hinchas que pareciera no aceptarlo, y que por lo tanto est¨¢ disponibles para hacerse notar y ponerse como protagonistas de una escena que le compete en primer lugar a los jugadores. Yo creo que ah¨ª hubo un desplazamiento del foco, de qui¨¦n es el protagonista de esta historia, que merece al menos una reflexi¨®n.
P. Y que puede ser revelador en los tiempos que corren, ?no?
R. Sigo pensando que en un partido de f¨²tbol lo medular es lo que acontece all¨ª, y que los protagonistas de ese juego son los que est¨¢n en la cancha y que corren todos los riesgos. Uno puede celebrar un t¨ªtulo, y despu¨¦s de va a la casa y ese destello de felicidad que ha sentido empieza a ser relativizado e incluso reemplazado por otras experiencias vitales. Y creo que la leg¨ªtima perdurabilidad de una victoria deportiva tiene que ver con quienes ganaron en el ruedo: ok, ganamos, celebramos, saltamos con ustedes, pero quien atesora y va a conservar eso como un ¡®logro¡¯ deportivo, humano, es el jugador, el entrenador, el cuerpo t¨¦cnico, el utilero. Las estrellas que nos ponemos son un dato, pero no nos constituyen: si la U no tuviera ninguna estrella en su historia, eso no modificar¨ªa mi adhesi¨®n, mi afecto, mi pasi¨®n. Habr¨¢ otros hinchas u otras hinchadas que a lo mejor dependen, para ser, del acto de ganar.
P. ?Y de ser protagonistas de la fiesta, como pasa con las barras bravas?
R. La fiesta es leg¨ªtima, es entretenida. Y cuando nos subimos al metro, saltando y cantando porque ganamos en el ¨²ltimo minuto, es perfecta. Pero si perdemos, ?tenemos que hacerlo sentir destruyendo los carros del metro, rompiendo los locales comerciales en nuestro camino a casa, peg¨¢ndoles o incluso matando a hinchas de otras camisetas por el s¨®lo hecho de llevar otra camiseta? Si no somos capaces de marcar ese l¨ªmite, estamos entrando en un territorio insalvable. Y estoy hablando de la moral del hincha, que tiene que hacerse cargo de eso. Le¨ª Pa¨ªs barrabrava, de Juan Crist¨®bal Guarello, y le encuentro mucha raz¨®n a sus planteamientos. Yo, que me considero bastante fan¨¢tico de la U, no soy barrabrava y nunca lo he sido. No formo parte de un pi?o [grupo al interior de una barra], y he conocido en el ¨²ltimo tiempo pi?os hinchas bastante fan¨¢ticos, pero con cierto esp¨ªritu republicano, no violentos.
P. ?Algunos de los pi?os llegaron al lanzamiento del libro?
R. Fueron, y fue hermoso. Muchos dec¨ªan, ?no ir¨¢ a pasar algo? Pero no. Hubo algo semejante en 2013, cuando presentamos en el mismo teatro la primera edici¨®n de Soy de la U, y tambi¨¦n estaba lleno, el mismo teatro, y hab¨ªa gente con banderas. Esta vez, un amigo me dijo que invitara a los Bulladictos, porque ¨¦l es de los Bulladictos: los conoc¨ª en el teatro, y fue maravilloso. Es gente con la que me sentar¨ªa a tomar una cerveza o a hablar de la vida. No identifiqu¨¦ ninguna pulsi¨®n de otro tipo, tal vez porque lo vivimos de otra forma, teniendo algo en com¨²n. Hay algo que siempre me pregunto cuando vamos en el metro, en la micro, en la calle: cuando somos muchos y lo ¨²nico que tenemos medianamente en com¨²n es que sabemos que vamos a hinchar por el mismo equipo, que tenemos una camiseta de la U, ?qu¨¦ tenemos en com¨²n? ?C¨®mo entendemos esta adhesi¨®n? Todos llegamos por distintas razones ¨Cla familia, los amigos, el barrio¨C, pero cuando entramos en el ¨¢rea chica de qu¨¦ tenemos en com¨²n, no s¨¦ qu¨¦ responder.
P. ?Un proyecto?
R. Ser¨ªa aventurado decir que compartimos un proyecto si no hay proyecto. Una de las cosas m¨¢s jodidas de este momento y de este modelo es que, lo que alguna vez fue un proyecto m¨¢s visible y comunicable ¨Ccomo era el Club Social Deportivo Colo Colo, que tiene todav¨ªa una patita metida en la sociedad an¨®nima¨C, hoy es otra cosa. Haber convertido al equipo en esta sociedad an¨®nima llamada Azul Azul es una complicaci¨®n importante. El modelo anterior, es cierto, no ten¨ªa c¨®mo seguir sosteni¨¦ndose: le costaba legitimarse por la mala gesti¨®n. Pero aqu¨ª se movi¨® el paradigma del manejo de un club deportivo para llegar a que, finalmente, el que pone las lucas decide qu¨¦ se hace. Y creo que, por eso mismo, la identidad de la U est¨¢ en crisis: quienes controlan esta famosa sociedad an¨®nima ¨Csabemos, olfateamos¨C est¨¢n ah¨ª por una cuesti¨®n que no tiene nada que ver con ser de la U, con amar una camiseta. No, est¨¢n ah¨ª para hacer un negocio.
P. ?C¨®mo ve¨ªa ese negocio cuando la U gan¨® la Copa Sudamericana [2011]?
R. [R¨ªe] Yo creo que nos encandilaron con un equipo incre¨ªble. Hubo momentos de gloria deportiva con Azul Azul, donde el ¨¦xito de la gesti¨®n se lo llev¨® la administraci¨®n: fueron los que contrataron a ese cuerpo t¨¦cnico, los que trajeron a esos jugadores, armaron ese plantel. Pero despu¨¦s lo vendieron, lo desarmaron.
P. ?Hay algo en el fanatismo futbolero que lo emparente con la militancia pol¨ªtica?
R. Pensaba en eso el domingo, api?ado en el metro: ?qu¨¦ nos pas¨® que hoy encontramos en la adhesi¨®n a una camiseta una expresi¨®n de cohesi¨®n social que no encontramos de otras maneras? Ah¨ª veo un fracaso terrible de la pol¨ªtica. Social, pol¨ªtica y culturalmente, es un fracaso que no existan espacios de encuentro y de cohesi¨®n, o que los espacios m¨¢s intensos est¨¦n expresados solo en un equipo de f¨²tbol como el que nos convoca, y no en cuestiones que s¨ª tendr¨ªan que ser parte de nuestra discusi¨®n. Estamos a un mes y fracci¨®n de una elecci¨®n municipal y casi no sabemos qui¨¦nes son los candidatos que van en las comunas.
P. El estallido de 2019 llev¨® a un in¨¦dito final anticipado del f¨²tbol profesional, con las barras bravas amagando cada intento de jugar un partido y con Esteban Paredes, de Colo Colo, declarando que ¡°primero est¨¢ el pueblo que necesita¡±. ?Qu¨¦ le pasaba en esos d¨ªas?
R. Me pareci¨® una aberraci¨®n que se diera por terminado el campeonato. Es como esa l¨®gica de que, o hay pan para todos o no hay pan para nadie, donde lamentablemente confluyen intereses muy espurios. El discurso que llam¨® a detener el f¨²tbol desde el sindicato de futbolistas me pareci¨® completamente err¨¢tico, y despu¨¦s sirvi¨® para otros intereses, como los de la U, que estaba mal en el campeonato y le pareci¨® perfecto terminar el torneo para no correr el riesgo de descender. Visto con distancia, todo lo del estallido tiene un aspecto dif¨ªcil de aquilatar: es como la explosi¨®n de algo que est¨¢ retenido, pero que despu¨¦s no encuentra el modo de encauzarse. Ahora, m¨¢s all¨¢ del mal manejo dirigencial o del poco apoyo de ciertas barras bravas, nunca se entendi¨® por qu¨¦ no pod¨ªa haber f¨²tbol.