Abelardo San Mart¨ªn, ling¨¹ista: ¡°Los chilenos somos muy proclives a no decir las cosas directamente¡±
El miembro de n¨²mero de la Academia Chilena de la Lengua aborda las traves¨ªas del lenguaje, a cinco a?os del estallido social. Dice que en el pa¨ªs ¡°se ha querido instalar la expresi¨®n ¡®18-O¡¯, porque es neutra, eufem¨ªstica¡±
Resignificar y resignificaci¨®n ¡°llevan alg¨²n tiempo en uso en algunas disciplinas, como historia y psicolog¨ªa, para aludir al hecho de dar un nuevo significado a algo¡±, consignaba en 2020 el blog de la Fundaci¨®n del Espa?ol Urgente (Fund¨¦uRAE).
¡°La resignificaci¨®n es un fen¨®meno com¨²n¡±, explica Abelardo San Mart¨ªn N¨²?ez, distendido como se le ve en su oficina del Departamento de Ling¨¹¨ªstica, en el tercer piso de la Facultad de Filosof¨ªa y Humanidades de la Universidad de Chile. Pero no siempre es un fen¨®meno exitoso, agrega, como en los ¨²ltimos a?os parece haber ocurrido con amarillo. Hist¨®ricamente, este adjetivo ha tenido ¡°una connotaci¨®n negativa, peyorativa¡±, referida a quien ¡°no se defin¨ªa o estaba siempre en el medio y no tomaba una opci¨®n clara, ni para la derecha ni para la izquierda; que no corr¨ªa riesgos, que no era ni chicha ni limon¨¢¡±.
Hasta que lleg¨® la resignificaci¨®n, o al menos el intento.
En noviembre de 2019, poco despu¨¦s de que el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constituci¨®n intentara contener los desbordes del estallido social, el escritor y futuro convencional Patricio Fern¨¢ndez tuiteaba entre la broma y la provocaci¨®n: ¡°Cada vez me gusta m¨¢s ser amarillo¡±/ ¡°Est¨¢ llegando el momento de fundar el glorioso Partido Amarillo¡±. Y en febrero de 2022, sin que Fern¨¢ndez tuviese nada que ver, naci¨® Amarillos por Chile.
Pero la identificaci¨®n con la moderaci¨®n y el centro pol¨ªtico del movimiento que hoy preside Andr¨¦s Jouannet ¡°ha tenido poco ¨¦xito¡±, observa este miembro de n¨²mero de la Academia Chilena de la Lengua: ¡°Yo creo que el ¡®centro real¡¯ no existe: siempre es un centro que tira m¨¢s hacia un lado o hacia el otro, por lo que definir posturas de centro es complejo. Y creo que el nombre fue mal escogido, porque est¨¢ muy instalada la idea del amarillo como el color que no se define -quiz¨¢s pensando en un rojo, en un verde o un azul. No fue una estrategia tan positiva¡±.
Para esta conversaci¨®n San Mart¨ªn se permiti¨® anotar algunos conceptos a prop¨®sito de los cinco a?os del 18-O chileno. Estallido, a secas, encabeza la lista. Tambi¨¦n comparecen estallido social, estallido social chileno, despertar, el despertar de Chile, revuelta, revuelta de octubre, revuelta social. ¡°Son palabras que van m¨¢s por el lado positivo, tienen que ver con valorar positivamente un periodo hist¨®rico determinado. Pero conceptos como insurrecci¨®n, crisis social, revuelta antisocial o el propio concepto de octubrismo, tienen una significaci¨®n negativa, y en ese sentido me interesa llamar la atenci¨®n respecto de esta posibilidad que tiene el lenguaje de posicionarnos, de representarnos ideol¨®gicamente¡±.
Las palabras, explica el socioling¨¹ista, ¡°se consideran generalmente arbitrarias, pero en el caso del lenguaje que se emplea en pol¨ªtica esa arbitrariedad es relativa, porque si escogemos una u otra palabra, eso representa nuestra ideolog¨ªa, nuestro sistema de valores, nuestro sistema de creencias. El ejemplo m¨¢s radical que se me puede ocurrir es lo de golpe versus pronunciamiento militar [de 1973]¡±.
Hace tres a?os, San Mart¨ªn declaraba a La Tercera que estallido ¡°tiene propiedades sem¨¢nticas especiales, sobre todo sus connotaciones metaf¨®ricas que evocan im¨¢genes relacionadas con una explosi¨®n o detonaci¨®n que ocurre de modo repentino y que puede ser muy destructiva o provocar muchos da?os¡±. Eso s¨ª, dec¨ªa tambi¨¦n que su car¨¢cter repentino ¡°no es contradictorio con la incidencia de se?ales previas a este periodo de crisis, en tanto ¨ªndices de un malestar profundo. Por ello, estallido social evoca a su parecer ¡°un globo que se llena de aire o de agua y en definitiva revienta, el resultado final l¨®gico de una acumulaci¨®n de injusticias y maltrato a la poblaci¨®n¡±.
Pregunta. ?C¨®mo ha visto discurrir la consideraci¨®n de estallido?
Respuesta. Es el concepto que probablemente tuvo mayor ¨¦xito: por la sem¨¢ntica que tiene, por la idea de lo repentino, de lo violento, de lo que explota, y creo que el sentido primitivo, original, es el de una explosi¨®n que surge despu¨¦s de una acumulaci¨®n de fuerza. El problema de Chile, en general, es que tenemos p¨¦sima memoria, y estas cuestiones empiezan a surgir c¨ªclicamente.
P. Revuelta, rebeli¨®n, alzamiento, insurrecci¨®n, asonada, parecen integrar una imaginaci¨®n revolucionaria. ?Pudo ac¨¢ darse que el lenguaje no solo nombrara o designara, sino que tambi¨¦n ¡°creara realidad¡±, como se escucha tan seguido?
R. Desde el punto de vista sem¨¢ntico y ling¨¹¨ªstico, hay una clara diferencia entre la designaci¨®n, que es lo que usamos en t¨¦rminos de significado l¨®gico ¡ªtodos estos conceptos designan el mismo hecho¡ª y la connotaci¨®n, que es el significado m¨¢s afectivo y que tiene que ver con la representaci¨®n de una actitud o de una posici¨®n frente a lo que est¨¢s nombrando. En cuanto a que el lenguaje cree realidades, suena mucho a eslogan: lo que hace es representar la realidad, y la representaci¨®n tiene mucho que ver con tu propia visi¨®n de un hecho objetivo, y eso tiene que ver con c¨®mo aprecias, valoras y tienes una postura frente a estos fen¨®menos.
P. ¡°Debido a la contingencia, informamos que nuestro local s¨®lo permanecer¨¢ abierto hasta las 13 horas¡±, me toc¨® leer en un lavaseco en esos d¨ªas de octubre. ?En qu¨¦ lo hace pensar el uso de contingencia?
R. Me llaman la atenci¨®n los conceptos de contingencia y de 18-O. Contingencia es una expresi¨®n neutra, y creo que su uso tiene que ver mucho con el eufemismo, con nombrar las cosas de manera elusiva, no directa, que no sea inc¨®moda ni impertinente para nadie. Decir ¡°contingencia¡± es decir ¡°lo que est¨¢ pasando¡±, por lo cual puede ser un partido de f¨²tbol, un incendio o cualquier cosa. Es una palabra muy ba¨²l, que puedes llenar con lo que estimes conveniente. Pasa tambi¨¦n con 9/11, que nos permite referirnos al atentado a las Torres Gemelas, pero quiz¨¢ de una manera no tan dura. Y en Chile hay gente que ha querido instalar el 18-O, porque tambi¨¦n es una expresi¨®n neutra, eufem¨ªstica...
P. Y period¨ªsticamente muy ¨²til.
R. Claro, porque es breve y tambi¨¦n nos da un cach¨¦ m¨¢s internacional. Adem¨¢s, no te compromete para nada y el yo se hace un poco invisible.
P. Se dice de los chilenos que no decimos las cosas de frente. ?No dan estos cinco a?os del estallido social la ocasi¨®n para hablar de eufemismos?
R. Los eufemismos tienen que ver con la atenuaci¨®n, con mitigar la carga sem¨¢ntica de un enunciado. Hay mucho eufemismo que tiene que ver con la correcci¨®n pol¨ªtica, como decir ¡°persona en situaci¨®n de calle¡± en vez de ¡°mendigo¡±. Y hay muchas motivaciones pol¨ªticas o sociopol¨ªticas para el empleo del eufemismo. En este caso, contingencia es bien pr¨¢ctico, ¨²til, no te compromete con ninguna postura, ni para bien ni para mal, mientras 18-O ¡ªpor su brevedad y porque nos internacionaliza¡ª puede servir para ese prop¨®sito. Eso tiene que ver, en el fondo, con la necesidad de nombrar las cosas sin comprometernos, sin asumir una postura cr¨ªtica, de aceptaci¨®n o rechazo.
En general, somos muy proclives a no decir las cosas directamente. Por ejemplo, eludimos mucho las cr¨ªticas directas: la due?a de casa llama al g¨¢sfiter y el g¨¢sfiter hace un trabajo m¨¢s o menos, no m¨¢s, y entonces ella le dice, ¡°oiga, maestro, ?no quedar¨ªa mejor si lo hace de esta otra manera? En Espa?a, en Centroam¨¦rica o en Argentina te dir¨ªan ¡°eso est¨¢ malo, c¨¢mbielo¡±, pero en Chile decir eso es muy confrontacional.
P. ?Se ve como algo personal?
R. En Chile, la cr¨ªtica se ve siempre como algo personal y genera mucho conflicto. Preferimos hacer las cr¨ªticas de manera m¨¢s bien indirecta.
P. ?Le tememos al disenso?
R. En Chile nos har¨ªa bien ser un poquito m¨¢s directos con el lenguaje, decir las cosas por su nombre, enfrentar los problemas, no eludirlos siempre. Tambi¨¦n, la posibilidad de llegar a acuerdos y quitarnos un poco este esquema de que si opino diferente, estoy en contra de algo, o soy el enemigo de la persona que lo dice. Podemos disentir o tener visiones contrarias, pero no necesariamente eso nos debe llevar a un conflicto. Y quiz¨¢, tambi¨¦n, esa acumulaci¨®n de energ¨ªa negativa llev¨® a que las cosas estallaran (adem¨¢s, por supuesto, de los abusos sistem¨¢ticos, de la concentraci¨®n de la riqueza, etc.). En Chile deber¨ªamos apostar por la idea de dialogar de manera m¨¢s directa, m¨¢s frontal, sin caer en la confrontaci¨®n ni en la agresividad, pero nombrando las cosas como tienen que ser nombradas.
P. Pareciera ser este un rasgo constitutivo, ?no?
R. Es parte de nuestra cultura. Yo lo veo mucho en los congresos acad¨¦micos en Colombia, Espa?a o Argentina: hay cr¨ªticas, hay desacuerdos, hay di¨¢logos un poco subidos de tono, pero no hay una confrontaci¨®n que lleve a la gente no hablarse o hacerse enemigos. En cambio, en Chile los congresos acad¨¦micos son muy fomes [sosos]: nadie discrepa, nadie se atreve a hacer preguntas inc¨®modas ni cr¨ªticas u observaciones; en el fondo, todo se reduce a la habladur¨ªa, al pelambre, a la copucha, a la cr¨ªtica indirecta, pero no a comentar las cosas por su nombre en el momento en que tienen que ser comentadas. Es como un rasgo propio de nuestra personalidad, de nuestro estilo conversacional o comunicativo.
P. En octubre de 2019, la antrop¨®loga Sonia Montecino hablaba de un ¡°terremoto social grado 10¡å. ?Qu¨¦ qued¨® de las met¨¢foras s¨ªsmicas?
R. Las met¨¢foras de tipo m¨¢s tel¨²rico son muy significativas para los chilenos y tienen que ver con la idea de un momento clave que provoca un cambio, por lo que se habla de un antes y un despu¨¦s de. De hecho, dir¨ªa que se sigue hablando del estallido, se siguen tomando medidas especiales, porque siempre est¨¢ el temor de que resurjan los hechos de violencia.
P. En la zona cero del estallido, la Plaza Baquedano fue rebautizada como Plaza Dignidad ¡ªaunque muchos, aparentemente, han vuelto a llamarla Plaza Baquedano o Plaza Italia¡ª, y poco despu¨¦s se form¨® el Partido por la Dignidad, de corta vida. ?C¨®mo ve el uso del concepto?
R. Hay un libro de Francis Fukuyama -Identidad, 2019- que habla del thym¨®s [¡±la parte del alma que anhela el reconocimiento de la dignidad¡±]: un concepto de identidad asociado a la reivindicaci¨®n de los grupos en t¨¦rminos de su dignidad y de la igualdad de su dignidad. El concepto de identidad est¨¢ muy asociado, en los movimientos actuales, a la idea de la dignidad. Y cuando se habla de Plaza Dignidad, cuando se dice ¡°hasta que la dignidad se haga costumbre¡±, es porque hay un concepto nuclear de todos estos procesos de reivindicaci¨®n de derechos.
Ahora, yo rescato el vac¨ªo de ese lugar en t¨¦rminos denominativos: ya nadie sabe muy bien c¨®mo se llama. Es un lugar irresuelto desde el punto de vista urban¨ªstico y desde el punto de vista ling¨¹¨ªstico, porque lo llaman de una manera y de otra, aunque asumo que ¡®Plaza Dignidad¡¯ ha ido a la baja. Finalmente, todo esto tiene que ver con el uso, que es el amo del lenguaje. Todo depende de lo que las personas usen: si la van a llamar Dignidad, a la larga va a tener que llamarse as¨ª, lo mismo si la van a llamar Plaza Italia.
P. ?Vio resignificados t¨¦rminos como normalidad y violencia, pensando sobre todo en quienes consideraron ¡°violenta¡± la idea misma de normalidad?
R. La normalidad y lo normativo se han puesto fuertemente en entredicho. El problema es que eso lleva a cuestiones que resultan en una violencia expl¨ªcita. Me acuerdo de ¡°el que baila, pasa¡±: ?por qu¨¦ vas a tener que hacer un show para poder pasar por una calle, si la calle es p¨²blica?. Esto tiene que ver con apropiarse del espacio p¨²blico y con romper las expectativas de lo que se considera normal, y en ese juego a veces se cae en la violencia, porque mi libertad termina donde empieza la tuya.
P. Si hace cinco a?os palabras como despertar ten¨ªan una presencia significativa, hoy parecen tenerla conceptos como orden y seguridad. ?C¨®mo ve un ling¨¹ista estos altos y bajos?
R. Las palabras est¨¢n sujetas a los procesos hist¨®ricos y a las valoraciones que se les asignan. Hoy, todo gira en torno a conceptos como seguridad p¨²blica, violencia, delincuente, inmigraci¨®n. Lamentablemente, las personas hacen ecuaciones muy facilistas: al tratar de comprender la realidad asocian, por ejemplo, inmigraci¨®n con violencia, con delincuencia, cuando no es necesariamente as¨ª, y en eso la prensa es clave para dar el mensaje de que no todos los migrantes son delincuentes y no todos los delincuentes son migrantes.