M¨¢s preguntas que respuestas

Los cient¨ªficos cometen errores. Los grandes cient¨ªficos cometen grandes errores. Mi ejemplo favorito entre estos ¨²ltimos es la predicci¨®n de lord Kelvin a finales del siglo XIX de que todas las cuestiones f¨ªsicas esenciales hab¨ªan sido ya descubiertas, y que solo quedaba pulir algunos decimales. El equivalente moderno de Kelvin pueden ser los f¨ªsicos que persiguen una teor¨ªa del todo. Nunca existir¨¢ una teor¨ªa del todo, porque el todo crece cada vez que hacemos un nuevo descubrimiento o entendemos un nuevo fen¨®meno. Pocos a?os despu¨¦s de la predicci¨®n de lord Kelvin, entre 1900 y 1905, Max Planck y Albert Einstein descubrieron la mec¨¢nica cu¨¢ntica y la relatividad, los dos pilares de la f¨ªsica actual. Y recordemos la llamada primera ley de Clarke (por el escritor de ciencia ficci¨®n Arthur C. Clarke): ¡°Cuando un cient¨ªfico distinguido pero entrado en a?os afirma que algo es imposible, lo m¨¢s probable es que se equivoque¡±.

Los laboratorios de medio mundo se han volcado en investigar la pandemia hasta el extremo de aparcar otras investigaciones no menos importantes, y los resultados son notables. Saben ahora c¨®mo el virus infecta a las c¨¦lulas humanas, han hallado f¨¢rmacos que ayudan a los enfermos graves y est¨¢n desarrollando 200 candidatos a vacuna en este mismo momento. La gran mayor¨ªa se caer¨¢ por el camino revel¨¢ndose como una p¨¦rdida de tiempo y de dinero, pero sin probar 200 no nos saldr¨¢n las cuatro o cinco que necesitamos. As¨ª funciona esto. Los investigadores tambi¨¦n han descubierto una asombrosa desigualdad individual en la vulnerabilidad al virus. Como siempre ocurre en ciencia, estos descubrimientos resuelven algunos problemas, pero en el fondo plantean m¨¢s preguntas que respuestas. Una de las principales es ?por qu¨¦ cada persona responde de una manera tan distinta?

No hablamos aqu¨ª de las diferencias entre grupos de edad o entre poblaciones ricas y pobres de una misma ciudad, que obedecen a causas tristes pero bien conocidas, sino de las diferencias individuales, incluso entre gente de la misma poblaci¨®n, edad o situaci¨®n econ¨®mica. Este tipo de discriminaci¨®n entre personas tiene a menudo una causa gen¨¦tica, y el coronavirus no parece ser una excepci¨®n. Algunos lectores recordar¨¢n a K¨¢ri Stef¨¢nsson, el brillante genetista island¨¦s que dirige la firma DeCode Genetics, una verdadera m¨¢quina para descubrir los fundamentos gen¨¦ticos de las enfermedades humanas. Stef¨¢nsson sabe que las diferencias individuales en la susceptibilidad al coronavirus son ¡°radicales¡±, y se ha dedicado durante estos meses a buscar los genes responsables. Otro equipo internacional ha analizado los genomas de 4.000 personas en Espa?a e Italia y ha encontrado genes importantes, relacionados con el grupo sangu¨ªneo, el receptor del del virus en las c¨¦lulas humanas y el sistema inmune. Otros laboratorios persiguen m¨¢s genes.

No es una cuesti¨®n puramente acad¨¦mica, puesto que puede esconder la puerta secreta para derrotar al SARS-CoV-2. Esos genes de los privilegiados que no sufren aunque se infecten marcan el camino para los farmac¨®logos. Cada nuevo dato abre m¨¢s preguntas que respuestas, pero las preguntas son cada vez mejores.

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