Complejidad inmunitaria
Hay m¨¢s poblaci¨®n inmunizada de la que medimos, pero todav¨ªa muy lejos del umbral de reba?o
Mi trabajo suele consistir en simplificar las cosas, pero hoy las voy a complicar. Tengo apoyos para ello, como el de Einstein, que dijo que una explicaci¨®n debe simplificarse todo lo posible, pero ni un mil¨ªmetro m¨¢s. Si incluso los investigadores del ¨¢tomo de hidr¨®geno, tal vez el modelo m¨¢s simple imaginable, se encuentran pronto con estratos de complejidad emergente, imag¨ªnese lo que puede ocurrir con un sistema ya de entrada tan enmara?ado como el sistema inmune humano, el verdadero epicentro de nuestra defensa contra la covid, sea por v¨ªa de infecci¨®n o vacunaci¨®n. El origen de nuestro sistema inmune es bien simple ¨Cun simple virus cooptado por nuestro genoma¡ª, pero su interacci¨®n con los nuevos agentes pat¨®genos durante cientos de millones de a?os ha generado una inextricable civilizaci¨®n molecular dentro de nuestro cuerpo. Su complejidad es ahora una parte nuclear del sistema y no podemos ignorarla.
La investigaci¨®n serol¨®gica (buscando no el virus, sino los anticuerpos contra ¨¦l) que present¨® ayer Sanidad, en coincidencia con su publicaci¨®n en la revista m¨¦dica The Lancet, es simple de resumir. La tercera oleada del estudio sigue mostrando, como ya hizo la primera, que el 95% de la poblaci¨®n espa?ola carece de anticuerpos contra el coronavirus; que al menos un tercio de los que s¨ª tienen anticuerpos no tuvieron s¨ªntomas; y que una fracci¨®n sustancial de los que s¨ª han tenido s¨ªntomas se ha descubierto ahora con los test de anticuerpos, porque nadie les hab¨ªa hecho el test est¨¢ndar (PCR). Esto reafirma con datos duros que las medidas de protecci¨®n deben mantenerse, porque de otro modo sufriremos una nueva ola epid¨¦mica. Los rebrotes en Espa?a son abundantes, aunque peque?os y controlables. Pero convertir un peque?o rebrote en uno grande es extremadamente f¨¢cil. Basta con gestionarlo mal, en lo que ya tenemos cierta experiencia.
Hasta ah¨ª la simplicidad. Ahora tenemos que meter las botas en el barro. Los cient¨ªficos connoisseurs coinciden en que el estudio es solvente y fruct¨ªfero, pero se?alan varias complicaciones interesantes que intentar¨¦ metabolizar a continuaci¨®n. Para empezar, los anticuerpos son solo la mitad de la historia. El sistema inmune tiene otra parte fundamental, que no consiste en anticuerpos flotando libremente por la sangre, sino en c¨¦lulas (linfocitos) especializadas en engullir y destrozar a los virus y dem¨¢s agentes infecciosos. Hay indicios de que buena parte de la inmunidad contra el SARS-CoV-2 se basa en esas c¨¦lulas y no en los anticuerpos sueltos, que es lo que estamos detectando.
Los responsables del estudio dijeron ayer en rueda de prensa que hay un 13% de casos de negativizaci¨®n, es decir, de gente que ten¨ªa anticuerpos y los ha dejado de tener. Esto es francamente raro con un virus, y el art¨ªculo de The Lancet no aclara esa tendencia. Por otro lado, alguien puede no tener anticuerpos detectables pero s¨ª la ¡°memoria inmunol¨®gica¡± necesaria para volver a producirlos. Todo eso apunta a que hay m¨¢s poblaci¨®n inmunizada de la que medimos, pero tambi¨¦n a que ese incremento es insuficiente para la inmunidad de reba?o. As¨ª son las cosas en el mundo real.
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