Ted Chiang, un deslumbramiento
Los cuentos de Ted Chiang traspasan las fronteras de la ciencia ficci¨®n. Sus relatos especulativos nos remiten a Philip K. Dick cruzado con Borges
El escritor neoyorquino Ted Chiang (1967) consigue anticipar la incertidumbre del entorno en cada uno de sus cuentos. Su ¨²ltimo libro, ¡®Exhalaci¨®n¡¯, publicado en castellano por la editorial Sexto Piso es una muestra de ello.
Sin ir m¨¢s lejos, el cuento que abre este volumen, el titulado El comerciante y la puerta del alquimista, es un divertimento al estilo de los relatos de Las mil y una noches. Se trata de una historia que contiene otras historias, todas ellas ambientadas en el Oriente Medio, cuyo tema es el viaje en el tiempo. A diferencia de otros viajes en el tiempo donde aparecen m¨¢quinas que trasladan a los protagonistas al pasado con el fin de enmendar errores, el viaje en el tiempo que aqu¨ª propone Ted Chiang est¨¢ basado en el espacio de Misner, donde el universo est¨¢ contenido en una sola habitaci¨®n, de tal manera que si atravesamos una pared de dicho espacio, a continuaci¨®n saldremos por la pared opuesta. Al ser las paredes transparentes, si miramos a trav¨¦s de ellas, podemos vernos a nosotros mismos viviendo en diferentes universos. En esto consiste, a grandes rasgos, el espacio Misner.
El citado cuento surgi¨® cuando Ted Chiang asisti¨® a una charla de Kip Thorne, reconocido experto en las aplicaciones astrof¨ªsicas de la Teor¨ªa de la Relatividad General de Einstein, donde el f¨ªsico explic¨® el viaje en el tiempo tomando como punto de partida el espacio Misner. Lo que result¨® interesante para Ted Chiang fue saber que, con una m¨¢quina del tiempo as¨ª, no se pod¨ªa cambiar el pasado aunque se viajase hasta ¨¦l. De aqu¨ª surgi¨® el cuento. Porque seg¨²n cuenta el mismo Chiang, las historias de viajes al pasado en las que no es posible enmendar errores, ¡°resultan a menudo tr¨¢gicas¡±.
Seg¨²n cuenta el mismo Chiang, las historias de viajes al pasado en las que no es posible enmendar errores, ¡°resultan a menudo tr¨¢gicas¡±
Con estas cosas Ted Chiang se puso a escribir un cuento donde la incapacidad de poner remedio no resulta algo tr¨¢gico, sino todo lo contrario, es decir, un motivo para desplegar la magia de viajar en el tiempo tomando como partida el espacio dise?ado por el f¨ªsico estadounidense Charles W. Misner (1932).
Siguiendo con el pasado, en otro de sus relatos, el titulado ?nfalo, se nos cuenta c¨®mo el paso del tiempo va dejando sus huellas en el mundo. Lo consigue poniendo de ejemplo los anillos del tronco de un ¨¢rbol, llegando a imaginar un pasado tan remoto que los n¨²meros que forman las fechas dejan de tener todo significado debido a la amplitud de la cifra.
Seg¨²n sabemos, hasta entrado el siglo XVII se daba por hecho que el mundo era joven, que su origen no hab¨ªa sido muy lejano. Pero esta idea se vino abajo cuando se empezaron a leer las huellas del mundo. Llegar hasta el principio de los principios es f¨¢cil de imaginar, explica Chiang. Tanto como pensar en ¨¢rboles sin anillos de crecimiento. Lo dif¨ªcil es cuando miramos el cielo nocturno. Es entonces cuando ocurre el v¨¦rtigo y el pensamiento nos lleva a situarnos como raz¨®n del universo. Con tales asuntos, Chiang compone un relato de orden cient¨ªfico donde subyace el misterio de la creaci¨®n.
En otro de los relatos, titulado La ni?era autom¨¢tica, Chiang toma como base la cuna especial que el psic¨®logo conductista B. F. Skinner dise?¨® para su hija. El mueble, que era m¨¢s cercano a una cabina que a una cuna, ven¨ªa cubierto con un panel de vidrio. A su vez, incorporaba un filtro de aire para proteger a la ni?a de las alergias. Entre otras cosas, la cuna ven¨ªa completa, pues tambi¨¦n contaba con un regulador de temperatura. Se sabe que la hija de Skinner creci¨® con da?os psicol¨®gicos y que acab¨® suicid¨¢ndose.
Chiang construye un relato con tintes macabros; una cr¨ªtica a la tecnolog¨ªa mal dirigida
Inspirado en este hecho, Chiang construye un relato con tintes macabros; una cr¨ªtica a la tecnolog¨ªa mal dirigida. En este caso, el ingenio no es una cuna, sino una ni?era mec¨¢nica cuyo cuerpo cableado oculta un mecanismo de relojer¨ªa que sirve para controlar el horario de las comidas.
El relato que da t¨ªtulo al libro, Exhalaci¨®n ,nos cuenta la importancia del aire como regulador cerebral de seres robotizados. Para armarlo, Chiang se inspir¨® en el principio que nos lleva a consumir orden para generar desorden y, con ello, aumentar la entrop¨ªa. Un gui?o al f¨ªsico Roger Penrose y a su libro La nueva mente del emperador.
En resumidas cuentas, Ted Chiang es un cruce bastardo ocurrido entre Borges y Philip K. Dick. En sus cuentos se dan cita la divulgaci¨®n cient¨ªfica y la literatura de alta graduaci¨®n. Por tales motivos no podemos dejar de recomendar su lectura.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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