La competencia por la comida hace 1,5 millones de a?os: los humanos primero, los lobos los ¨²ltimos
Una investigaci¨®n en la localidad granadina de Orce analiza las mordeduras en huesos del Pleistoceno e identifica qu¨¦ animales y en qu¨¦ orden se alimentaban de la misma carro?a
Conseguir comida no era tarea f¨¢cil en el Pleistoceno inferior, hace casi 1,5 millones de a?os aproximadamente, en lo que hoy es Orce (Granada). Ni en Orce ni en ning¨²n sitio, realmente. A la hora de encontrar algo que comer, los humanos ten¨ªan una competencia feroz en el resto de animales carn¨ªvoros, por lo general adem¨¢s, fieras poco amigables.
La carne que serv¨ªa de comida a los humanos era la misma con la que se alimentaban el resto de carn¨ªvoros. Por lo que sobre todo a los humanos les interesaba organizar el orden de las comidas. El resultado de esa prelaci¨®n, seg¨²n ...
Conseguir comida no era tarea f¨¢cil en el Pleistoceno inferior, hace casi 1,5 millones de a?os aproximadamente, en lo que hoy es Orce (Granada). Ni en Orce ni en ning¨²n sitio, realmente. A la hora de encontrar algo que comer, los humanos ten¨ªan una competencia feroz en el resto de animales carn¨ªvoros, por lo general adem¨¢s, fieras poco amigables.
La carne que serv¨ªa de comida a los humanos era la misma con la que se alimentaban el resto de carn¨ªvoros. Por lo que sobre todo a los humanos les interesaba organizar el orden de las comidas. El resultado de esa prelaci¨®n, seg¨²n una investigaci¨®n llevada a cabo por las universidades de Granada, Salamanca y Complutense de Madrid, indica que cuando hab¨ªa carne compartida, los primeros en comer eran los humanos y los ¨²ltimos los lobos. En concreto, los canis mosbachensis, un ancestro de esos animales, algo m¨¢s peque?os y de poco m¨¢s de 15 kilos de peso. Entre medias, no obstante, hab¨ªa otras especies que sacaban tajada de aquello. En Orce, en concreto en la zona denominada Barranco-Le¨®n, son tigres dientes de sable o antepasados de los actuales licaones (perros-hiena) y zorros.
Juan Manuel Jim¨¦nez-Arenas, investigador y profesor de Arqueolog¨ªa en la Universidad de Granada, con muchos a?os de investigaci¨®n en este yacimiento granadino, explica lo dif¨ªcil que era la convivencia en aquel periodo hist¨®rico entre nuestros antecesores y los animales. ¡°Los humanos viv¨ªan en zonas refugio. En este territorio en concreto resid¨ªan en la Sierra de la Umbr¨ªa¡±, en lo que hoy es Albacete, ¡°y bajar¨ªan a la zona de caza y animales en el actual Orce, lo justo. Era una zona de muchos vegetales. All¨ª se alimentaban los herb¨ªvoros mientras los carn¨ªvoros merodeaban a la espera de alguna muerte. Y si no mor¨ªan, los cazaban. Era lo que se conoce como el juego de la vida y de la muerte. En Orce, en sentido amplio, hab¨ªa zonas de habitaci¨®n y refugio y zonas de caza¡±, explica.
Al bajar de su zona de tranquilidad, si es que era posible, a la zona de caza, los humanos encontrar¨ªan un escenario como el que describe el profesor. ¡°En la zona baja de la Sierra de la Umbr¨ªa hubo un gran lago salino que imposibilitaba la vida humana, pero un periodo de lluvias torrenciales provoc¨® un arrastre de materiales hacia ese lago. Comenz¨® entonces una regresi¨®n del agua salada y apareci¨® agua dulce. Eso y el hecho de que muchos de los materiales arrastrados por el agua fueran f¨¢cilmente utilizables por los humanos para hacer herramientas, hizo que estos llegaran y se asentaran en la zona¡±. Y con ellos, a?ade, muchos otros animales. Se han descrito los tigres de sable, reptiles y antecesores del oso, del hipop¨®tamo as¨ª como ¨¦quidos y c¨¦rvidos. Tambi¨¦n licaones y hienas, estas ¨²ltimas las ¨²nicas capaces de romper los huesos.
Mientras la huella de los humanos en los huesos es b¨¢sicamente la de los instrumentos usados al deshuesar o fragmentar el hueso para sacar la m¨¦dula ¨®sea de su interior, el resto de animales s¨ª dejaba huellas de sus mordeduras y desgarros. Recuerda Jim¨¦nez-Arenas que los humanos ¡°no ten¨ªan capacidad f¨ªsica para matar, ni para desmembrar ni descarnar, excepto con ayuda de herramientas, porque ten¨ªan unos dientes romos y peque?os para ello. Eso lo pod¨ªan hacer los animales m¨¢s grandes¡±.
Un dato curioso es que, a pesar de la falta de evidencias definitivas de esos mordiscos humanos en Orce ¨Cs¨ª las hay en Atapuerca, por ejemplo¨C, es precisamente un diente, un molar encontrado en 2002, el que ha permitido identificar al humano m¨¢s antiguo de Europa Occidental, con 1,4 millones de a?os.
Hasta ahora, era dif¨ªcil identificar las mordeduras y marcas encontradas en los huesos. Seg¨²n el investigador, se pod¨ªa especular por el tipo de mordedura el tama?o del animal y, en consecuencia, asignarla a alg¨²n ser vivo por aproximaci¨®n. Ahora, las nuevas t¨¦cnicas de Inteligencia Artificial han permitido alimentar una base de datos con 613 mordeduras de animales actuales de cuyos antecesores hay noticias en Orce. Por comparaci¨®n con ese corpus, se ha podido definir con precisi¨®n, explica Jim¨¦nez-Arenas, a qu¨¦ animales corresponden las diferentes marcas encontradas en los huesos aparecidos en las diferentes excavaciones. Se han revisado algo m¨¢s de 3.500 f¨®siles en este estudio. Finalmente, aparecieron 368 marcas en 167 huesos, seg¨²n explican los investigadores en el art¨ªculo publicado en la revista Quaternary Science Review.
De ellos, aclara Jim¨¦nez-Arenas, solo el 10% est¨¢ fracturado, lo que pone en duda, aunque no es objeto de este estudio, una idea previa bastante extendida: no exist¨ªa una competencia tan fuerte entre humanos y hienas como se pensaba, al menos en esta zona del sur de Europa.
Aunque puede ser evidente, es ¨²til recordar una idea. No existen huellas del consumo de vegetales en los humanos de la ¨¦poca. ¡°Los vegetales no dejan apenas evidencias en el registro arqueol¨®gico, si acaso alg¨²n polen que nos orienta en qu¨¦ pod¨ªan comer, pero no en lo que realmente com¨ªan¡±, a?ade Jim¨¦nez-Arenas. S¨ª que hay evidencia del consumo de carne en humanos a trav¨¦s de las marcas de sus ¨²tiles en los huesos.
Los resultados de la comparaci¨®n entre los f¨®siles y la base de datos de mordeduras indican que el mordisco m¨¢s frecuente es el de estos canis mosbachensis o lobos: ¡°Unos animales s¨²per oportunistas que, por peque?os, no pueden matar animales de talla grande. Se parec¨ªan probablemente a los actuales chacales¡±, explica el investigador granadino. ¡°Si tienen que esperar a que todos terminen de comer, lo hacen¡±. Quiz¨¢ por ello, porque cuando llegaban, hab¨ªa que rasgar para encontrar algo que comer, es por lo que su mordedura es la m¨¢s habitual.
Hace mill¨®n y medio de a?os, el hombre era m¨¢s carro?ero que cazador, seg¨²n el profesor Jim¨¦nez-Arenas: ¡°Era un carro?ero primario. Llegaban los primeros a los cad¨¢veres¡±. Y se sabe, cuenta, porque ¡°las v¨ªsceras es lo primero que se come. Es lo m¨¢s blando, lo m¨¢s nutritivo y lo que antes se corrompe. Y tenemos huesos con evidencias de evisceraci¨®n por instrumentos¡±. A la evisceraci¨®n le segu¨ªa el descarnamiento y corte, cuenta el investigador, de pelvis, costillas y otras partes. Los restos abandonados por los humanos serv¨ªan entonces para alimentar al resto de animales hasta que, al final, llegaban los lobos. ¡°Que tampoco necesitar¨ªan mucho porque eran peque?os¡±, concluye.
Lupa vs. Inteligencia Artificial
La inteligencia artificial se ha desarrollado en el siglo XXI. La lupa la invent¨® Roger Bacon, un monje ingl¨¦s, en el siglo XIII. Casi ocho siglos de edad que no convierte a estos instrumentos en incompatibles. Al contrario, ¡°la inteligencia artificial por s¨ª misma no resuelve ning¨²n problema¡±, explica Jim¨¦nez-Arenas. Con la lupa arranca todo porque la primera decisi¨®n en estas investigaciones es humana. ¡°Todos los huesos pasan primero por la lupa de ge¨®logo y se escrutan hasta el ¨²ltimo mil¨ªmetro cuadrado de su superficie. Luego ya va al esc¨¢ner y comienza el proceso automatizado que damos por bueno si la correspondencia entre la marca del f¨®sil y la base de datos supera el 90%¡±, termina el investigador.
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