El d¨ªa que votemos ciencia

Si atendemos a la actualidad, coincidiremos en que uno de los ¨¢mbitos que ¨²ltimamente nos est¨¢ dando m¨¢s satisfacciones es la ciencia. A nivel global, pero tambi¨¦n en Espa?a. Son casi diarias las noticias sobre hallazgos, avances en investigaciones, expediciones y grandes proyectos con protagonismo o participaci¨®n de cient¨ªficos e investigadores espa?oles.

Y cada vez nos interesan m¨¢s. Un reciente estudio de la F...

Si atendemos a la actualidad, coincidiremos en que uno de los ¨¢mbitos que ¨²ltimamente nos est¨¢ dando m¨¢s satisfacciones es la ciencia. A nivel global, pero tambi¨¦n en Espa?a. Son casi diarias las noticias sobre hallazgos, avances en investigaciones, expediciones y grandes proyectos con protagonismo o participaci¨®n de cient¨ªficos e investigadores espa?oles.

Y cada vez nos interesan m¨¢s. Un reciente estudio de la Fundaci¨®n BBVA nos dice que, en una d¨¦cada, el inter¨¦s popular por la ciencia entre la poblaci¨®n espa?ola ha crecido del 15% al 47%. Que entendemos, tanto o m¨¢s que en otros pa¨ªses, que es un motor del progreso, de la mejora de la salud de las personas y esencial para hacer frente al cambio clim¨¢tico. Y que, entre franceses, ingleses y alemanes, somos los que declaramos una mayor confianza en la comunidad cient¨ªfica.

Sin embargo, observamos con decepci¨®n que la ciencia y la innovaci¨®n quedan sistem¨¢ticamente aparcadas en el debate p¨²blico y, en particular, el pol¨ªtico. Rara vez nuestros representantes contrastan sus posiciones o formulan propuestas en una materia que es fundamental para nuestro avance como pa¨ªs y como sociedad. Otro aspecto que destaca el citado informe es que nuestra poblaci¨®n es de las m¨¢s cr¨ªticas con el apoyo que desde la esfera p¨²blica y privada se presta a la ciencia y los cient¨ªficos.

Estamos en a?o de elecciones, con convocatorias nacionales, auton¨®micas y locales. Si nos atenemos a anteriores citas con las urnas, ni en los debates ni en las comparecencias de los diferentes candidatos se habla de ciencia. En los programas electorales, y no en todos, hay que bucear para encontrar, a lo sumo, meras referencias gen¨¦ricas, eso s¨ª, bienintencionadas. Nadie dice que no sea importante. Es m¨¢s, posiblemente sea uno de los asuntos que generan mayor consenso, y lo vimos con la aprobaci¨®n de la Ley de Ciencia. Pero ning¨²n partido lo pone en primer plano, lo esgrime como alternativa ni lo postula entre sus grandes promesas en campa?a.

Las elecciones suponen la mayor oportunidad que tenemos los ciudadanos para decidir sobre nuestro proyecto de pa¨ªs. Y seguramente, m¨¢s all¨¢ de nuestras convicciones pol¨ªticas, nos gustar¨ªa votar por un pa¨ªs que valorase la ciencia, la investigaci¨®n y la innovaci¨®n. Significar¨ªa que somos conscientes de que son el fundamento del estado del bienestar, de un sistema sanitario envidiable, de unos servicios p¨²blicos de calidad. De que su ¨¦xito no se ci?e a la labor y los logros de un ministerio, sino que su influencia es transversal y tiene efecto expansivo en la econom¨ªa, la industria, la educaci¨®n y el empleo. Y ahora que nuestras administraciones, central y auton¨®micas, est¨¢n volcadas en la atracci¨®n de inversiones, estas ser¨¢n mucho m¨¢s proclives a desplegarse en pa¨ªses y regiones que ya tienen un caldo de cultivo en forma de infraestructuras, talento y ecosistema innovador.

Deber¨ªamos quiz¨¢s explicarlo y transmitirlo mejor desde todos los ¨¢mbitos, tanto p¨²blicos como privados. No ser¨ªa dif¨ªcil entender que Espa?a, por su potencial econ¨®mico, pero tambi¨¦n en conocimiento cient¨ªfico, merece mucho m¨¢s que las posiciones que ocupa en el mundo en inversi¨®n en I+D (25); en n¨²mero de patentes obtenidas (21); en n¨²mero de investigadores por mill¨®n de habitantes (32); o en el ?ndice Mundial de la Innovaci¨®n (29). Pero, sobre todo, podr¨ªamos fijarnos en los pa¨ªses que copan los primeros lugares de esos rankings y darnos cuenta de que no investigan e innovan m¨¢s porque son ricos, sino que lo son porque investigan e innovan.

El esfuerzo lo tenemos que hacer entre todos, pero necesitamos determinaci¨®n pol¨ªtica. Cuando la hubo para reducir en Espa?a los accidentes de tr¨¢fico, se redujeron dr¨¢sticamente. Cuando la hubo para tener un deporte competitivo que nos representara en citas internacionales y ol¨ªmpicas, se consigui¨® y a la vista tenemos los resultados. Cuando nos propusimos dotarnos de potentes infraestructuras de comunicaciones, las tuvimos y, por ejemplo, somos el pa¨ªs de Europa con la mayor red ferroviaria de alta velocidad. ?Por qu¨¦ no podr¨ªamos fijarnos el objetivo de convertirnos en un pa¨ªs referente en ciencia e innovaci¨®n, y sobre todo, en su transferencia efectiva y sostenible a la sociedad?

Podr¨ªamos votar a partidos que anunciaran propuestas como la creaci¨®n de canales eficientes de comunicaci¨®n entre ciencia y sociedad; ofrecer a los j¨®venes informaci¨®n y formaci¨®n sobre las carreras profesionales cient¨ªficas y t¨¦cnicas; una financiaci¨®n de la I+D progresiva, sostenida y blindada ante las coyunturas econ¨®micas; mejoras en las condiciones laborales de los investigadores; promover colaboraci¨®n p¨²blico-privada para extender la I+D industrial; o revisar los marcos regulatorios para eliminar barreras y facilitar la puesta en marcha de grandes proyectos.

Podr¨ªamos pedirlo, votarlo y despu¨¦s exigirlo. Ya sabemos que Margarita Salas dijo aquello de que ¡°un pa¨ªs sin investigaci¨®n es un pa¨ªs sin desarrollo¡±. Pero suya es tambi¨¦n la afirmaci¨®n de que ¡°lo importante es no tener arrugas en el cerebro¡±. Como presumiblemente se refer¨ªa a algo m¨¢s que a la edad, valdr¨ªa la pena quitarnos las arrugas, la ceguera y el ruido que nos impiden ver y atender a lo que es realmente importante. El d¨ªa que votemos ciencia e innovaci¨®n, decidiremos hacer un pa¨ªs mejor¡­ y, por cierto, tambi¨¦n m¨¢s joven.

Andr¨¦s Vicente es presidente de la Fundaci¨®n I+E y de Ericsson Iberia

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