Unas sandalias de esparto halladas en una cueva de Granada, el calzado m¨¢s antiguo de Europa
Agricultores del Neol¨ªtico hicieron las esparte?as hace 6.200 a?os con el mismo material que usaban los cazadores-recolectores para sus cestos tres milenios antes
Hace casi 200 a?os, Juan Mart¨ªn, due?o de unas tierras en Albu?ol (Granada), descubri¨® una cueva no muy lejos del mar. De dif¨ªcil acceso, su techo estaba lleno de murci¨¦lagos y el suelo cubierto de guano. Eran los tiempos del nitrato de Chile, el fertilizante obtenido de las deposiciones de las aves de ultramar. La Cueva de los Murci¨¦lagos se convirti¨® en la principal fuente de nitr¨®geno natural de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Durante su aprovechamiento, en 1857, se descubrieron vetas de color rojo, lo que llevo a pensar que hab¨ªa gal...
Hace casi 200 a?os, Juan Mart¨ªn, due?o de unas tierras en Albu?ol (Granada), descubri¨® una cueva no muy lejos del mar. De dif¨ªcil acceso, su techo estaba lleno de murci¨¦lagos y el suelo cubierto de guano. Eran los tiempos del nitrato de Chile, el fertilizante obtenido de las deposiciones de las aves de ultramar. La Cueva de los Murci¨¦lagos se convirti¨® en la principal fuente de nitr¨®geno natural de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Durante su aprovechamiento, en 1857, se descubrieron vetas de color rojo, lo que llevo a pensar que hab¨ªa galena, mineral rico en plomo. Fue lo peor que le pudo pasar a la cueva. Entre el guano y el plomo, entre la necesidad y la avaricia, los mineros expoliaron todo lo que hab¨ªa dentro.
En lo m¨¢s profundo de la oquedad encontraron una galer¨ªa convertida en cementerio, con decenas de restos humanos parcialmente momificados y enseres t¨ªpicos de un ajuar funerario, utensilios, punzones de hueso, puntas de flecha, herramientas de piedra... Y tambi¨¦n cestos y una veintena de sandalias de esparto. La maldici¨®n se complet¨® al hallarse una diadema de oro sobre uno de los cad¨¢veres. Esto desat¨® el frenes¨ª de los necesitados. De los cuerpos, casi 70, apenas se conserva el cr¨¢neo de un ni?o en el Museo Arqueol¨®gico Nacional. De la cester¨ªa y las esparte?as, se sabe ahora que son las m¨¢s antiguas de Europa.
Un trabajo colectivo de una veintena de cient¨ªficos de distintas disciplinas, desde la geolog¨ªa a la historia, ha analizado 14 de las decenas de objetos de esparto de la Cueva de los Murci¨¦lagos con las t¨¦cnicas y metodolog¨ªa actuales y algunos son los m¨¢s antiguos jam¨¢s encontrados. El arque¨®logo de la Universidad de Alcal¨¢ y primer autor del nuevo estudio, Francisco Mart¨ªnez, destaca que hay dos grandes grupos de objetos y materiales de esparto. ¡°Los cuatro mejor conservados tienen unos 9.500 a?os, son del periodo mesol¨ªtico, de dos milenios antes de que llegara la agricultura a la regi¨®n¡±, destaca.
Eso supone que quienes los elaboraron eran cazadores-recolectores. Tal dataci¨®n sit¨²a estos enseres, todos cestos, como los m¨¢s antiguos del sur de Europa y, probablemente, de toda Eurasia. Los cestillos ten¨ªan, como todo lo que hab¨ªa en la cueva, un uso funerario. Dentro de algunos a¨²n hab¨ªa cabellos y presentes, como semillas de adormidera, elementos que se est¨¢n analizando y cuyos resultados se dar¨¢n m¨¢s adelante dentro del proyecto de investigaci¨®n del lugar, MUTERMUR.
Un hallazgo decimon¨®nico
Diez a?os despu¨¦s de que se iniciara el expolio de la Cueva de los Murci¨¦lagos, el abogado y arque¨®logo almeriense Manuel G¨®ngora y Mart¨ªnez, que ocupaba entonces la c¨¢tedra de Historia Universal en la Universidad de Granada, fue a Albu?ol y visit¨® la cueva. All¨ª encontr¨® huesos y objetos desperdigados, muchos carbonizados por el fuego de la caldera minera. G¨®ngora recuper¨® lo que pudo, entrevist¨® a los vecinos, les compr¨® decenas de restos arqueol¨®gicos y determin¨® que eran prehist¨®ricos. Su trabajo ocupa la mitad de su libro de 1868 Antig¨¹edades Prehist¨®ricas de Andaluc¨ªa.
La arqueolog¨ªa oficial, encabezada por el pintor y arque¨®logo Manuel G¨®mez Moreno, dud¨® de la autenticidad de lo encontrado en la cueva. G¨®ngora muri¨® sin que le reconocieran el valor de lo encontrado y su familia don¨® su colecci¨®n a los museos arqueol¨®gico y antropol¨®gico de entonces. Hubo que esperar un siglo, hasta la d¨¦cada de 1970, a que el primer acelerador de part¨ªculas que hubo en Madrid determinara mediante la dataci¨®n por carbono-14 que G¨®ngora ten¨ªa raz¨®n. A?os despu¨¦s, sucesivas dataciones situaron los materiales en los inicios del Neol¨ªtico europeo.
¡°Casi todas las sandalias eran de ni?os, su talla se corresponder¨ªa con una 37 de hoy. Los enterraron con ellas puestas¡°Francisco Mart¨ªnez, arque¨®logo de la Universidad de Alcal¨¢
Otros visitantes de la cueva dejaron all¨ª, durante los siglos siguientes, sus propios cestos funerarios, de nuevo de esparto. Pero hab¨ªa algo m¨¢s. Ya en su libro, G¨®ngora destac¨® que recuper¨® un par de decenas de esparte?as. ¡°Casi todas las sandalias eran de ni?os, su talla se corresponder¨ªa con una 37 de hoy. Los enterraron con ellas¡±, dice Mart¨ªnez. La dataci¨®n por radiocarbono estima para ellas una edad de 6.200 a?os. Antes de esta investigaci¨®n, publicada en la revista cient¨ªfica Science Advances, la zapater¨ªa prehist¨®rica m¨¢s antigua eran una especie de alpargatas recuperadas en un yacimiento en Armenia y datadas en 5.500 a?os. Por comparar, la especie de botines de cuero sobre sandalias de fibra vegetal que llevaba ?tzi, el hombre de los hielos, tienen 5.300 a?os. M¨¢s all¨¢ de la dataci¨®n, lo que fascina a Mart¨ªnez es que dos mundos tan diferentes como el de los cazadores-recolectores y el de los agricultores neol¨ªticos ¡°est¨¦n unidos por el esparto¡±.
La investigadora de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y coautora del estudio, Mar¨ªa Herrero, trabaja en una tesis sobre fibras vegetales prehist¨®ricas. Sobre la cester¨ªa, Herrero recuerda que en el yacimiento de Les Coves de Santa Maira (Alicante) se han encontrado fragmentos de esparto a¨²n m¨¢s antiguos, de hace 12.500 a?os, pero ¡°no hay nada comparable, tan bien conservado, con tanta decoraci¨®n y variedad de t¨¦cnicas, como la cester¨ªa de la Cueva de los Murci¨¦lagos¡±.
En cuanto a las sandalias, ¡°no hay calzado anterior a las esparte?as en Europa¡±, a?ade. De casi todas solo quedan las suelas, pero hay un par de ellas de las que surgen lo que debieron ser unas tiras que, como se?ala la prehistoriadora, ¡°se cruzar¨ªan como hoy lo hacen en las sandalias de playa y las unir¨ªan al tobillo¡±. El ilustrador del libro de G¨®ngora las dibuj¨® ya hace 150 a?os (ver imagen m¨¢s abajo). Aunque todo el esparto encontrado en la cueva tuvo usos funerarios, Herrero destaca una marcada diferencia. Los cestos y dem¨¢s objetos no identificados del mesol¨ªtico, los m¨¢s antiguos, no estaban usados ni desgastados, ¡°formaban parte de la ofrenda¡±. Mientras, los cestillos y sandalias posteriores, las neol¨ªticas, s¨ª estaban desgastadas y ¡°hab¨ªan acompa?ado al fallecido en su vida¡±, comenta. En cuanto a la tecnolog¨ªa, Herrero destaca que ¡°algunas t¨¦cnicas usadas, como la cester¨ªa espiral cosida, une ambos periodos, pero tambi¨¦n conecta la cueva con otros yacimientos, como el de La Draga, en Banyoles, Girona¡±. A¨²n hoy, destaca la investigadora, ¡°se sigue trabajando el esparto como lo hac¨ªan en la Cueva de los Murci¨¦lagos¡±.
Parte de la maravilla de esta historia es que la prehistoria la han escrito cosas que duran: los huesos de los f¨®siles humanos, los de animales convertidos en utensilios o armas y, sobre todo, la industria l¨ªtica, las piedras. No en vano, los grandes periodos prehist¨®ricos ¡ªPaleo, Meso o Neo¡ª llevan el sufijo l¨ªtico. De todo esto hay en la Cueva de los Murci¨¦lagos, pero lo que solo hay aqu¨ª y casi en ning¨²n otro lugar son cosas hechas de fibras obtenidas de una hierba, la Macrochloa tenacissima. En otras latitudes, la planta despliega hojas planas, pero en zonas ¨¢ridas como era y es la de Albu?ol, se enrollan sobre s¨ª mismas formando hilos.
El problema es que todo lo hecho con materiales org¨¢nicos, y el esparto lo es, est¨¢ condenado a desaparecer y m¨¢s en una cueva. Lo cuenta el ge¨®logo del Centro Oceanogr¨¢fico de Canarias, del Instituto Espa?ol de Oceanograf¨ªa-CSIC, y coautor del estudio, Jos¨¦ Antonio Lozano: ¡°En cualquier otro lugar los cestos y las sandalias habr¨ªan desaparecido. Lo org¨¢nico desaparece fundamentalmente por culpa del agua, que facilita la proliferaci¨®n de las bacterias que se comen la materia org¨¢nica¡±. Pero aqu¨ª no hay humedad ¡°por el clima de la zona y por la topograf¨ªa y morfolog¨ªa de la cueva¡±, detalla el experto. Adem¨¢s, la posici¨®n de la oquedad facilita la llegada de vientos que resecan a¨²n m¨¢s el interior. ¡°Eso hace que apenas haya espeleotemas [estalactitas o estalagmitas, por ejemplo]. Es ¨²nica en Europa¡±, termina.
La misma sequedad que preserv¨® sus esparte?as tambi¨¦n momific¨® a sus portadores. Hace 155 a?os, el arque¨®logo G¨®ngora y Mart¨ªnez ya dej¨® escrito en su libro que la gruta deb¨ªa tener algo especial, lament¨¢ndose por su expolio: ¡°La sequedad del lugar, el nitro de que estaban revestidas las paredes ¨² [sic] otro agente dif¨ªcil de se?alar, hab¨ªa conservado perfectamente los cad¨¢veres, trages [sic] y utensilios. M¨¢s de 40 siglos han respetado esa necr¨®polis. No la despedac¨¦is vosotros en un d¨ªa como dementes ¨¦ [sic] insensatos¡±.
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