Una mirada desde la ciencia estadounidense al borde de la nueva era Trump
Los cient¨ªficos en EE UU requieren del apoyo del mundo investigador global para los pr¨®ximos cuatro a?os
La reciente elecci¨®n de Donald Trump, con un historial anticient¨ªfico demostrado desde su primera presidencia (2016-2020) y una plataforma anticient¨ªfica expl¨ªcita para esta, es una de las amenazas m¨¢s sustantivas para la investigaci¨®n cient¨ªfica, y para los cient¨ªficos, en el siglo XXI. Las pol¨ªticas anticient¨ªficas declaradas por Trump atacan la salud p¨²blica, la salud clim¨¢...
La reciente elecci¨®n de Donald Trump, con un historial anticient¨ªfico demostrado desde su primera presidencia (2016-2020) y una plataforma anticient¨ªfica expl¨ªcita para esta, es una de las amenazas m¨¢s sustantivas para la investigaci¨®n cient¨ªfica, y para los cient¨ªficos, en el siglo XXI. Las pol¨ªticas anticient¨ªficas declaradas por Trump atacan la salud p¨²blica, la salud clim¨¢tica, la biolog¨ªa humana, la diversidad humana y la educaci¨®n cient¨ªfica, y tienen el potencial de da?ar la ciencia en EE UU y en el mundo durante d¨¦cadas. Y, ante esta amenaza, los cient¨ªficos y las universidades ya han comenzado a autocensurarse por miedo a ser atacados. Esto es profundamente problem¨¢tico. La ciencia y los cient¨ªficos en EE UU necesitan la atenci¨®n y el apoyo del mundo cient¨ªfico global para sobrevivir a los pr¨®ximos cuatro a?os (y esperemos que no m¨¢s).
En caso de que piense que esto es una hip¨¦rbole de un estadounidense traumatizado por el resultado del 5 de noviembre, aqu¨ª hay algunos hechos conocidos. Donald Trump es un negacionista del clima que ha prometido aumentar la producci¨®n estadounidense de combustibles f¨®siles y sacar a Estados Unidos de los Acuerdos Clim¨¢ticos de Par¨ªs. Es un eugenista, que se compara a s¨ª mismo con un caballo de carreras pura sangre y se felicita por sus ¡°buenos genes¡± y su herencia alemana, mientras afirma que los inmigrantes del sur global traen ¡°malos genes¡± a los EE UU y est¨¢n ¡°envenenando la sangre del pa¨ªs¡±. Ha amenazado con alterar radicalmente la estructura, la gobernanza y el enfoque en los Institutos Nacionales de Salud, y dijo que nombrar¨¢ a Robert Kennedy Jr., negacionista de vacunas y provocador anti-ciencia, para un importante puesto de salud en su gobierno, posiblemente incluso director de Salud y Servicios Humanos.
Rechaza la investigaci¨®n s¨®lida que demuestre los beneficios de la diversidad y la inclusi¨®n en las ciencias (y en la sociedad), se ha comprometido a exigir a las universidades estadounidenses que ¡°defiendan la tradici¨®n estadounidense y la civilizaci¨®n occidental¡±, y ordenar¨¢ al Departamento de Justicia de EE UU que presente cargos legales contra las universidades que buscan poner fin a siglos de discriminaci¨®n racista y sexista en la academia. Trump ha declarado que quiere eliminar el Departamento de Educaci¨®n federal. Adem¨¢s, rechazando los conocimientos cient¨ªficos actuales sobre la sexualidad humana y la biolog¨ªa humana, ha prometido borrar las protecciones federales para el control de mujeres sobre sus propios cuerpos y se ha comprometido a eliminar las protecciones para las personas LGBTQ en todo el gobierno federal, incluida la eliminaci¨®n de transg¨¦nero como categor¨ªa legal y de salud.
En cuanto a c¨®mo un gobierno tan anticient¨ªfico podr¨ªa afectar a la ciencia en las universidades de todo Estados Unidos, se puede mirar al estado de Florida, bajo el gobernador Ron DeSantis, aliado de Trump, para ver un ejemplo de hacia d¨®nde podr¨ªa dirigirse esto. En Florida, en una importante universidad p¨²blica progresista (The New College of Florida), Desantis reemplaz¨® a la mayor¨ªa de los miembros de la junta directiva e incluy¨® a Christopher Rufo, un conservador cristiano, negacionista del clima, antievolucionista, antidiversidad y activista anti-LGBTQ, como su l¨ªder. A esto le sigui¨® una eliminaci¨®n masiva de cursos y profesores relacionados con temas de clima, diversidad humana y derechos humanos. Y en todo el estado de Florida, el gobierno de DeSantis instituy¨® leyes que restringen la ense?anza de la biolog¨ªa humana, el sexo y el g¨¦nero, la evoluci¨®n, las ciencias del clima y la historia de Estados Unidos.
El tema com¨²n de toda esta regulaci¨®n y restricci¨®n es la limitaci¨®n o eliminaci¨®n del conocimiento cient¨ªfico sobre los seres humanos y el planeta que contrarresta las visiones racistas, hom¨®fobas, negacionistas del clima y antievolucionistas. Solo hay que echar un vistazo al Proyecto 2025, desarrollado por el grupo de expertos conservador Heritage Foundation, que es el principal libro de jugadas del gobierno entrante de Trump para ver c¨®mo se va a desarrollar este modelo de Florida para restringir la educaci¨®n cient¨ªfica, el conocimiento cient¨ªfico y, por lo tanto, la ciencia, en todo Estados Unidos.
Algunos cient¨ªficos y administradores universitarios argumentan que los patrones de este ataque se dirigen solo a algunas ciencias y que las universidades de investigaci¨®n deber¨ªan evitarlos abandonando las ciencias ¡°m¨¢s blandas¡± y cambiando el enfoque a las ciencias ¡°duras¡±. La creencia es que ciencias como la qu¨ªmica, la f¨ªsica y la ingenier¨ªa, las ciencias STEM (el acr¨®nimo en ingl¨¦s de Ciencia, Tecnolog¨ªa, Ingenier¨ªa y Matem¨¢ticas), est¨¢n a salvo de los ataques, ya que son ¡°apol¨ªticas¡±. Y esto es lo que ha estado sucediendo en muchas universidades de Estados Unidos durante la ¨²ltima d¨¦cada en respuesta a los ataques de grupos conservadores y pol¨ªticos leales a Trump. Muchas universidades de EE UU est¨¢n cambiando el apoyo, tanto financiero como institucional, a las ciencias STEM, especialmente aquellas vinculadas a la industria, y reduciendo el apoyo a otras ciencias y humanidades. Sin embargo, las ciencias STEM no est¨¢n a salvo de los ataques al estilo de Trump, especialmente en lo que respecta a sus esfuerzos respaldados cient¨ªficamente en materia de diversidad e inclusi¨®n y sus conexiones con la ciencia del clima, las geociencias y las ciencias de la salud. Como cient¨ªfico que trabaja entre las ciencias biol¨®gicas y sociales, y a menudo con ge¨®logos, inform¨¢ticos e incluso astrof¨ªsicos, puedo hablar por experiencia que las ciencias STEM est¨¢n integradas con toda la ciencia, y separarlas del mundo de la biolog¨ªa, las ciencias de la conservaci¨®n, la medicina, la salud p¨²blica, las ciencias del clima, etc. no tiene sentido cient¨ªfico. Y debilita a la ciencia en general.
Las universidades, tanto p¨²blicas como privadas, tambi¨¦n se encuentran en las fases iniciales de autocensura con respecto a hacer o promover trabajos que temen que puedan ser considerados ¡°pol¨ªticos¡± en el clima actual y la pr¨®xima presidencia de Trump. Las iniciativas y programas para aumentar la diversidad en las ciencias est¨¢n siendo clausurados en todo el pa¨ªs, incluso antes de que sean atacados formalmente. Se est¨¢n cambiando los nombres de cursos universitarios y de los grupos de investigaci¨®n, y est¨¢n surgiendo cambios sutiles en el contenido de las p¨¢ginas web de programas y de las propuestas de investigaci¨®n. La apariencia de autocensura en los cient¨ªficos es algo comprensible dada la inseguridad sobre el apoyo institucional a aquellos cient¨ªficos que hablan vocalmente y activamente a favor del conocimiento cient¨ªfico frente a los ataques contempor¨¢neos contra la ciencia. Es f¨¢cil entender que si el salario, el apoyo a la investigaci¨®n, el futuro laboral de uno, est¨¢n en riesgo, es posible que uno no quiera convertirse en un objetivo.
Es precisamente esta amenaza de ataque la que aumentar¨¢ en EE UU bajo la administraci¨®n entrante y con ella viene una ecolog¨ªa de coerci¨®n y miedo. Este miedo se ve incrementado por la presi¨®n activa de muchos pol¨ªticos aliados de Trump de la ideolog¨ªa de que los cient¨ªficos deben mantener un aire de neutralidad y ¡°permanecer en su carril¡± (o laboratorio) en temas controvertidos. Un punto de vista adoptado cada vez m¨¢s por las universidades de investigaci¨®n e incluso por algunos cient¨ªficos prominentes de los Estados Unidos. Estos desaf¨ªos son sustanciales, y las reacciones de la autocensura son, en cierto modo, comprensibles. Pero no son sostenibles si esperamos un futuro positivo para la ciencia en los Estados Unidos. En el frente positivo, muchos cient¨ªficos, y algunas organizaciones cient¨ªficas, reconocen que la presentaci¨®n, la difusi¨®n y el apoyo proactivos del conocimiento cient¨ªfico son tanto un compromiso b¨¢sico necesario como un acto pol¨ªtico positivo. Y sus voces deben ser alzadas y apoyadas por la comunidad cient¨ªfica en general en los Estados Unidos y fuera de ella.
La ciencia es un esfuerzo global, por lo que est¨¢ sucediendo ahora en EE UU, y c¨®mo responden los cient¨ªficos de EE UU, puede ser un indicador de lo que vendr¨¢ (y ya est¨¢ sucediendo en algunos otros pa¨ªses como Hungr¨ªa). El movimiento anticient¨ªfico amenaza la salud y el bienestar humano y planetario, y con la pr¨®xima presidencia de Trump, los Estados Unidos es su epicentro. El simple hecho de hacer y ense?ar ciencia b¨¢sica es ahora un acto pol¨ªtico de resistencia en los Estados Unidos. Incluso si solo se produce la mitad de lo que Trump promete cumplir en los pr¨®ximos cuatro a?os, permanecer en silencio o alejarse del apoyo activo y vocal a proyectos cient¨ªficos y acad¨¦micos espec¨ªficos destripar¨¢ los esfuerzos cient¨ªficos de EE UU y tendr¨¢ un impacto negativo en la ciencia mundial. Sin embargo, Estados Unidos ha sido hist¨®ricamente un centro de innovaci¨®n y creatividad en la ciencia, y a pesar de las amenazas de opresi¨®n y restricci¨®n, hay miles de cient¨ªficos que trabajan en el laboratorio, en el campo y en el aula para garantizar que el conocimiento, la teor¨ªa y la pr¨¢ctica cient¨ªficos no sean silenciados, no sean suprimidos. Estos cient¨ªficos contin¨²an, como lo defiende la Asociaci¨®n Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), llevando a cabo y aplicando la ciencia con ¡°integridad, en inter¨¦s de la humanidad, en un esp¨ªritu de administraci¨®n y cuidado del medio ambiente y con respeto por los derechos humanos¡±. El resto del mundo puede ayudarnos solidariz¨¢ndonos y apoyando a gritos a los cient¨ªficos de los Estados Unidos que se esfuerzan por seguir practicando una ciencia metodol¨®gicamente rigurosa, intelectualmente robusta y socialmente justa.
Agust¨ªn Fuentes es antrop¨®logo evolucionista, profesor de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y autor de ¡®La chispa creativa. C¨®mo la imaginaci¨®n nos hizo humanos¡¯ (Ariel).