El s¨ªndrome del hombre lobo y la realidad l¨®gica de su f¨¢bula

El libro tiene ya algunos a?os. Llama la atenci¨®n por su delgadez entre los dem¨¢s t¨ªtulos de la colecci¨®n g¨®tica de Valdemar, editorial especializada en literatura de terror cuyos libros son ejemplo de ediciones bien cuidadas.

Con todo, el libro que aqu¨ª nos trae no es una ficci¨®n, sino un ensayo acerca de la licantrop¨ªa publicado en 1865 y que fue escrito por el reverendo ingl¨¦s Sabine Baring-Gould desde un punto de vista racional, pongamos cient¨ªfico, pero sin obviar la parte mitol¨®gica que ha dado lugar a los numerosos relatos protagonizados por hombres lobo a trav¨¦s de los tiempos. ...

El libro tiene ya algunos a?os. Llama la atenci¨®n por su delgadez entre los dem¨¢s t¨ªtulos de la colecci¨®n g¨®tica de Valdemar, editorial especializada en literatura de terror cuyos libros son ejemplo de ediciones bien cuidadas.

Con todo, el libro que aqu¨ª nos trae no es una ficci¨®n, sino un ensayo acerca de la licantrop¨ªa publicado en 1865 y que fue escrito por el reverendo ingl¨¦s Sabine Baring-Gould desde un punto de vista racional, pongamos cient¨ªfico, pero sin obviar la parte mitol¨®gica que ha dado lugar a los numerosos relatos protagonizados por hombres lobo a trav¨¦s de los tiempos. Porque el libro de los hombres lobo de Baring-Gould es un estudio folcl¨®rico donde el terror c¨®smico del que hablaba Lovecraft, lo irracional, se combina con la realidad de la que hablaba el f¨ªsico Richard Feynman cuando afirm¨® que la verdad resulta m¨¢s fabulosa que la propia f¨¢bula.

Pero, sin lugar a dudas, lo m¨¢s inquietante de esta edici¨®n del libro de Baring-Gould es la cubierta. En ella aparece una mujer con el rostro lobuno, envuelto en pelo. En sus manos sostiene un papel escrito donde explica su origen humano. Se trata de Antonietta Gonsalvus, hija de Petrus Gonsalvus (o Pedro Gonz¨¢lez), m¨¢s conocido como el Salvaje Gentilhombre de Tenerife.

El tal Petrus Gonsalvus sufr¨ªa hipertricosis, alteraci¨®n gen¨¦tica que tambi¨¦n hered¨® su hija Antonietta y que la llev¨® a ser contemplada como un esp¨¦cimen ex¨®tico en la corte. El retrato de Antonietta lo realiz¨® Lavinia Fontana, pintora de la corte del papa Clemente VIII, y una de las mujeres m¨¢s c¨¦lebres de su ¨¦poca. Pero volvamos a su progenitor, a Petrus Gonsalvus (1537), que naci¨® en Tenerife y que a los diez a?os fue llevado a Francia, donde se convirti¨® en protegido del rey Enrique III.

La curiosidad que despert¨® en la corte convirti¨® a Petrus Gonsalvus en una atracci¨®n; una alegor¨ªa del poder en su dimensi¨®n pol¨ªtica, donde la monarqu¨ªa domina a la bestia y con ello domina el mundo. Es la met¨¢fora del hombre lobo domesticado por el poder de un rey. A su vez, es el triunfo del bien sobre las tinieblas seg¨²n la interpretaci¨®n del bestiario de la mitolog¨ªa hebrea, pues el lobo es el animal elegido por el diablo para transformarse. De esta manera, con el disfraz de lobo, el diablo se convierte en enemigo del cordero, cuya forma en sentido figurado contiene a Jesucristo. Tuvo que pasar mucho tiempo para que el llamado s¨ªndrome del hombre lobo fuese tratado como un trastorno dermatol¨®gico de origen gen¨¦tico, una rara enfermedad que hace que el vello lanugo, propio de los reci¨¦n nacidos, no desaparezca y siga creciendo durante el resto de la vida.

El primer caso documentado de hipertricosis fue el de Petrus Gonsalvus quien, en 1573, se cas¨® con una mujer parisina de nombre Catherine. La pareja hizo leyenda. Siglos despu¨¦s inspirar¨ªa el cuento de La bella y la bestia, escrito por Marie Leprince de Beaumont al final de su vida, en 1780. La pareja tuvo tres hijos y tres hijas, entre las que se encontraba Antonietta que sufri¨® la enfermedad, al igual que la mayor¨ªa de sus hermanos. Su retrato, ya dijimos, aparece en la cubierta de la edici¨®n en castellano del libro de Sabine Baring-Gould, el te¨®logo que sigui¨® las huellas del hombre lobo desde la antig¨¹edad cl¨¢sica hasta la cultura moderna, demostrando que ¡°bajo el velo de la mitolog¨ªa se encuentra una realidad l¨®gica¡±, de la misma manera que en toda superstici¨®n ¡°se esconde una verdad disuelta¡±.

El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

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