Las clases magistrales de un f¨ªsico llamado Richard P. Feynman
Feynman nos ense?a que la teor¨ªa at¨®mica resulta tan simple de comprender como lo es la relaci¨®n entre temperatura y movimiento de los ¨¢tomos cuando estos han formado mol¨¦culas
Cuando se trataba de dar clases, su puesta en escena era todo un espect¨¢culo. Desde que entraba en el aula, Richard P. Feynman se mov¨ªa con la seguridad de una estrella del rock, agitando sus brazos y su melena a la vez que formulaba integrales sobre la pizarra. Todo ¨¦l era un n¨²mero.
Para dar m¨¢s realce a sus intervenciones, se ayudaba de l¨ªneas curvas y rectas que representaba gr¨¢ficamente, dibujando diagramas cuya resoluci¨®n conten¨ªa, en s¨ª misma, la elegancia y simplicidad de una obra de arte a la que hubiesen despojado de todo lo superfluo; una creaci¨®n fundamentada en la ciencia, pero cuya forma est¨¦tica animaba a la imaginaci¨®n. Si queremos hacernos una idea de lo did¨¢ctico que pod¨ªa resultar Feynman en sus clases, lo mejor que podemos hacer es leer su libro titulado Seis piezas f¨¢ciles (Cr¨ªtica), una recopilaci¨®n de las ponencias que el f¨ªsico norteamericano desarroll¨® para un curso introductorio que tuvo lugar a principios de los a?os 60, poco antes de que ganara el Nobel de F¨ªsica.
Estas clases resultan fundamentales para todas aquellas personas que deseen intuir la incertidumbre del entorno desde el principio, desde el desconocimiento m¨¢s absoluto. Con ello, Feynman nos ense?a que la teor¨ªa at¨®mica resulta tan simple de comprender como lo es la relaci¨®n entre temperatura y movimiento de los ¨¢tomos cuando estos han formado mol¨¦culas. Pongamos de ejemplo el agua, elemento al que vamos a aumentar su temperatura y, con ello, el movimiento de sus mol¨¦culas, pues se disgregan, es decir, se separan unas de otras. Es entonces cuando se produce lo que llamamos vapor de agua.
A partir de aqu¨ª, Feynman empieza a introducir conceptos como presi¨®n y densidad para explicar que la teor¨ªa at¨®mica se basa en la relaci¨®n proporcional entre ambos conceptos, haciendo f¨¢cil lo que a primera vista puede resultarnos dif¨ªcil. Con todo, el cap¨ªtulo m¨¢s interesante del libro es el dedicado a la f¨ªsica cu¨¢ntica, el mundo subat¨®mico que subyace en todo lo visible y donde los ¨¢tomos son tomados como fragmentos de la totalidad; cosas a peque?a escala que resultan curiosas en s¨ª mismas, ya que, nunca se comportan como las cosas a gran escala de las que forman parte. Porque, como bien dice Feynman, para saber c¨®mo se comportan los ¨¢tomos se requiere imaginaci¨®n, una facultad que hace empeque?ecer a la realidad entera.
Dicho de otra manera, en f¨ªsica de part¨ªculas uno no puede saber d¨®nde est¨¢ algo y, a su vez, a qu¨¦ velocidad se est¨¢ moviendo. De esta forma se originan dos incertidumbres, la incertidumbre del movimiento y la incertidumbre de la posici¨®n, ambas complementarias, y cuya relaci¨®n entre ellas anticipa la incertidumbre del entorno en todo lo relativo al mundo invisible que mueve nuestra realidad.
El libro de Feynman es todo un viaje a trav¨¦s de la f¨ªsica. Sus clases son aptas para todos los p¨²blicos. Con su lectura podemos ver a este showman subido a la tarima, un escenario que va a convertir en algo m¨¢s que un espacio tridimensional de la geometr¨ªa, y donde va a explicar que las estrellas est¨¢n compuestas por la misma clase de ¨¢tomos que podemos encontrar en la Tierra, y que los humanos no somos m¨¢s que un estado intermedio entre el mundo subat¨®mico y la galaxia a cuyo misterio po¨¦tico no le perjudica que se sepa algo m¨¢s de ¨¦l.
En todo caso, el misterio queda enriquecido a trav¨¦s de la conversaci¨®n que se da entre la experiencia y la reflexi¨®n, categor¨ªas a tener en cuenta cada vez que Feynman ponga en marcha el m¨¦todo cient¨ªfico. Hay libros que ofrecen placer sin medida y este es uno de ellos.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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