Un peque?o ej¨¦rcito de 500 agricultores y activistas combate la desertificaci¨®n del sudeste peninsular
Organizaciones de Pa¨ªses Bajos y Espa?a financian, desde 2014, un proyecto de restauraci¨®n ecol¨®gica que incluye la plantaci¨®n de 240.000 ¨¢rboles, arbustos y cubiertas vegetales en los cultivos
La esquina sudeste de la Pen¨ªnsula es una de las zonas m¨¢s castigadas por la desertificaci¨®n. El tri¨¢ngulo interior entre Almer¨ªa, Murcia y Granada sufre la sequ¨ªa m¨¢s extrema y la agricultura intensiva en invernadero ha empobrecido sus suelos, seg¨²n los cient¨ªficos, hasta volver ¨¢ridos casi un tercio del territorio total de las dos primeras provincias. Hace casi una d¨¦cada, un grupo de activistas se aliaron con agricultores para intentar frenar la degradaci¨®n. EL PA?S visit¨® este seco altiplano en 2019 y ahora ha vuelto para ver c¨®mo ha evolucionado esta iniciativa.
Todo empez¨® en 2014, cuando la ONG holandesa Commonland buscaba una zona para poner en marcha un proyecto de restauraci¨®n ecol¨®gica. Una asociaci¨®n local de Almer¨ªa, Alvelal, logr¨® que los 400.000 euros al a?o venidos de fuera se invirtieran aqu¨ª, con un horizonte de dos d¨¦cadas para dar un vuelco al paisaje. Una d¨¦cada despu¨¦s, los 30 agricultores implicados en la tarea se han multiplicado por 10 hasta llegar a los 359. Un avance muy significativo, pues el proyecto no solo busca la transformaci¨®n ecol¨®gica, sino tambi¨¦n la econ¨®mica, para as¨ª evitar la di¨¢spora.
La guerra contra la desertificaci¨®n resulta muy desigual: durante la ¨²ltima d¨¦cada, Almer¨ªa y Murcia sumaron 6.008 kil¨®metros cuadrados de suelos ¨¢ridos que antes eran semi¨¢ridos, seg¨²n los c¨¢lculos de la Estaci¨®n Experimental de Zonas ?ridas del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), con sede en la provincia andaluza m¨¢s oriental. Mientras, Alvelal ha replantado 240.000 ¨¢rboles y arbustos para regenerar 2,6 kil¨®metros cuadrados en fincas y montes p¨²blicos, y sus 359 agricultores suman 192 kil¨®metros cuadrados de zona agr¨ªcola que ahora respeta la vegetaci¨®n natural para enriquecer los suelos, cuando antes esa tierra se araba y se empobrec¨ªa. A pesar de la disparidad de cifras y el desequilibrio de fuerzas, los lugare?os saben que no hay otra que luchar.
Desde el coche, el paisaje no parece en exceso agreste, con manchas verdes en el horizonte, pre?ado de sierras bajas y campos con pistachos, nogales y almendros, algunos con la flor ya brotada y un blanco exuberante. Pero al pisarlo, el suelo pedregoso y seco desvela su escasez de nutrientes y poca riqueza. Desde septiembre no cay¨® una gota hasta hace unos d¨ªas, con 19 litros por metro cuadrado. La mayor¨ªa de los cultivos de cereales se esfum¨® porque aun siendo de secano, no aguanta tantos meses sin agua y perece. En las fincas es normal ver rodadores esteparios (Salsola kali), las t¨ªpicas bolas vegetales que ruedan con el viento en el lejano Oeste.
En una loma junto a la finca La Junquera, en el extremo occidental de la provincia de Murcia, sobre un suelo pedregoso hay plantados peque?os ejemplares de ¨¢rboles como sabinas moras, encinas y pinos carrascos, pero tambi¨¦n arbustos como enebros y retamas que no superan una cuarta de altura. No hay impacto visual ni lo habr¨¢ en cinco a?os, el crecimiento es flem¨¢tico. Adem¨¢s, solo uno de cada dos plantados saldr¨¢ adelante, ya que la tasa de supervivencia es del 54% con la escasez de lluvia cada vez m¨¢s acuciante.
¡°Trabajamos muy a futuro para crear un corredor ecol¨®gico desde el noroeste de Murcia hasta la comarca de Guadix, pero no hacemos reforestaci¨®n, sino revegetaci¨®n, no para generar bosques, sino ecosistemas¡±, matiza Fernando Bautista, responsable de ¨¢reas naturales de Alvelal. El objetivo es lograr que la vida brote diversa en este rinc¨®n ¨¢spero y evitar los bosques uniformes de una sola especie plantados anta?o y que son pasto de las llamas con gran facilidad. Adem¨¢s, hacen captaciones de agua para aprovechar las lluvias torrenciales, que arrasan tierra que se pierde camino del mar.
¡°?Lo m¨¢s duro del campo? Mirar al cielo. El sueldo de un a?o viene en funci¨®n de la sequ¨ªa y las heladas, de ah¨ª la inseguridad y la reticencia de los agricultores a los cambios para cuidar la cubierta vegetal¡±. Remedios Arr¨¦s, agricultora, presidenta de la asociaci¨®n Alvelal y una de las l¨ªderes de esta guerra contra los elementos, sabe que en su zona cada vez llueve menos y de manera m¨¢s torrencial ¡ªunos 310 litros por metro cuadrado de media al a?o¨D. Para frenar la creciente desertificaci¨®n y que el suelo no muera, es necesario que el arado de los campos disminuya, rebrote la vegetaci¨®n, se pique la le?a para esparcirla y no se queme, y que los montes vuelvan a tener los bosques de anta?o. Ya es habitual que en este territorio caigan 200 litros en cinco d¨ªas y el suelo sea incapaz de absorberlos.
Tras esta d¨¦cada de trayectoria, los cient¨ªficos de la Universidad de Almer¨ªa que estudian los suelos del Altiplano han comprobado dos evidencias: la primera es que el porcentaje medio de materia org¨¢nica en estas tierras es del 1,27%, pero en algunos cultivos regenerativos, como el del agricultor Manuel Mart¨ªnez en Chirivel (Almer¨ªa), casi se duplica hasta el 2,3%. Con 250 hect¨¢reas de vi?edo, cereal, almendro y monte regenerativo, Mart¨ªnez confirma los efectos del dato: ¡°Yo no hab¨ªa visto lombrices en mi vida y ahora se escarba y hay¡±. Y el segundo es la constataci¨®n de que la almendra regenerativa posee mayor calidad nutricional que la ecol¨®gica y la normal, con m¨¢s nutrientes, prote¨ªna, grasas y compuestos bioactivos, como demostr¨® un estudio de la Universidad de Valencia. Este territorio alberga la mayor superficie de almendra ecol¨®gica del mundo, con 70.500 hect¨¢reas.
¡°Se trata de adaptar las t¨¦cnicas del pasado, porque antes de los tractores ya se hac¨ªan las terrazas, que son muy antiguas, o las acequias de careo que hac¨ªan los ¨¢rabes. Cuesta esfuerzo cambiar, pero hasta los agricultores m¨¢s esc¨¦pticos han adoptado estas pr¨¢cticas. El esfuerzo de estos 500 agricultores son gotitas de agua en el mar, pero por algo se empieza¡±, opina Miguel ?ngel G¨®mez, director t¨¦cnico de Alvelal e investigador de agronom¨ªa en la Universidad de Almer¨ªa.
Las Administraciones dan facilidades a Alvelal, pero se limitan a cuidar los montes p¨²blicos, sin implicarse en la revegetaci¨®n. ¡°De momento somos los ¨²nicos que restauramos. Ha salido la ley europea [la reciente norma de Restauraci¨®n de la Naturaleza] y hay mayor sensibilidad, pero ninguna Administraci¨®n financia, ni el Estado ni las comunidades aut¨®nomas¡±, confirma Bautista.
Las cinco comarcas del territorio tienen 79 Ayuntamientos con 200.000 habitantes y hasta ahora 23 alcaldes han firmado el Manifiesto por un territorio corregenerativo para reducir la despoblaci¨®n, expandir los cultivos regenerativos y dar un mayor margen econ¨®mico a los agricultores, factores a priori de sentido com¨²n para el beneficio de sus vecinos. Alvelal quiere implicar al medio centenar de regidores pendientes de unirse a la iniciativa y abrirles los ojos para que antes de 2026 todos est¨¦n en el barco, as¨ª como que se mojen la Junta andaluza, el Gobierno de Murcia y el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica.
Elvira Mar¨ªn dirigi¨® Alvelal y ahora preside la Fundaci¨®n Aland para exportar al resto del pa¨ªs el modelo de los cuatro retornos que implantaron los holandeses en el Altiplano. ¡°Queremos influir en las pol¨ªticas p¨²blicas porque el modelo actual es evidente que no funciona. Sufrimos desertificaci¨®n, pero tambi¨¦n despoblaci¨®n y falta de oportunidades. Las perspectivas socioecon¨®micas y ambientales son horrorosas, pero involucrando a los empresarios y a la ciudadan¨ªa se puede revertir el proceso, hay que dar autoestima a la regi¨®n¡±, alienta. Un ejemplo es La Almendrehesa, empresa que paga entre 7,3 y 7,5 euros el kilo de almendras en cultivo regenerativo a 50 agricultores, un 5% superior al precio de medio de las lonjas de almendra ecol¨®gica.
Desde la acera de la Administraci¨®n, Jaime de Lara, director del Parque Natural Sierra Mar¨ªa Los V¨¦lez (Almer¨ªa), es una excepci¨®n: ¡°Los planes de restauraci¨®n de Alvelal en seis montes son lo mejor que me ha pasado en la vida. Ellos se encargaron de todo, yo solo les abr¨ª las puertas del parque y me ahorraba el proyecto, la licitaci¨®n y las certificaciones burocr¨¢ticas¡±, confiesa. Sobre el futuro es optimista: ¡°Tengo la certeza de que la erosi¨®n se corrige con repoblaci¨®n y restauraci¨®n hidrol¨®gica. El cambio para el agricultor no es m¨¢s costoso, pero s¨ª debe cambiar el chip y olvidarse del arado para incorporar los residuos al suelo¡±. El alcalde de Chirivel, Jos¨¦ Torregrosa (PSOE), a?ade: ¡°No es f¨¢cil ese cambio. Nuestros mayores estaban atados a la maquinaria y hacer inversi¨®n cuesta. Estamos en un secano rabioso y llevamos dos a?os muy malos¡±.
Donde confluyen las provincias de Murcia, Albacete y Almer¨ªa est¨¢ la finca El Entredicho, una explotaci¨®n familiar de cereal, almendro, pistacho, nogales y 700 ovejas, donde sus due?os construyen gaviones para romper la inercia del agua, que baja la ladera a toda velocidad desde la cercana Sierra Revolcadores. ¡°Conf¨ªo en que los cultivos regenerativos se diferenciar¨¢n con un sello del ecol¨®gico, pero el dinero no fue la raz¨®n para meternos en Alvelal¡±, cuenta Rafael Ordinas, que el a?o pasado produjo 40.000 kilos de almendra. ¡°Las llamadas malas hierbas no son tan malas. Solo tocamos un par de veces al a?o la estructura org¨¢nica de la tierra y labramos cerca de los ¨¢rboles, no en el centro de las calles para evitar la erosi¨®n¡±, explica. El Ministerio de Agricultura ve con buenos ojos la agricultura regenerativa, pero no se plantea impulsar un sello que lo diferencie del ecol¨®gico y pasa la pelota a la Comisi¨®n Europea.
El pr¨®ximo mayo se reunir¨¢n en Girona representantes de siete asociaciones de la Pen¨ªnsula (Alentejo, Menorca, C¨¢diz, el Altiplano, Girona, Campos de Montiel y el Ebro) para consolidar una red nacional de espacios regenerativos y unir esfuerzos. ¡°Queremos convertir a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica en el territorio regenerativo l¨ªder de Europa en la restauraci¨®n de paisajes con desarrollo de negocios y una visi¨®n hol¨ªstica¡±, avanza Willem Ferwerda, fundador de Commonland, que aporta 400.000 euros del presupuesto anual de 1,6 millones de Alvelal e invierte en proyectos medioambientales de 20 pa¨ªses.
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