Discurso de Mary Robinson
Majestad, Altezas, Excelent¨ªsimos Se?oras y Se?ores.
Muchas gracias por estas c¨¢lidas palabras de bienvenida. Ha sido para m¨ª muy gratificante viajar hasta Asturias esta tierra verde junto al mar que me recuerda a la m¨ªa para tener el honor de ser la primera mujer que recibe el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Quisiera expresar mi profundo agradecimiento a los miembros del Jurado por este reconocimiento y reafirmar mi m¨¢s sincero compromiso con los valores que representa.
Mi propio pa¨ªs Irlanda y Espa?a han tejido muchos lazos comunes a lo largo de los a?os. Durante mi vida he sido testigo de cambios extraordinarios en ambos pa¨ªses. Creo que la prosperidad de la que Espa?a e Irlanda disfrutan se puede atribuir directamente a la vitalidad de nuestras democracias, as¨ª como al camino emprendido por ambos pa¨ªses durante las ¨²ltimas d¨¦cadas para construir sociedades basadas en los principios de libertad y tolerancia.
Esto ha sido el resultado de luchas concretas que, entre otras cosas, han permitido por fin garantizar los derechos de las mujeres y as¨ª avanzar hacia el ejercicio pleno de la democracia en mi pa¨ªs. Espa?a ha vivido una extraordinaria transici¨®n hacia la madurez democr¨¢tica de la que disfruta hoy en d¨ªa, algo en lo que el buen hacer de la Corona ha desempe?ado un papel fundamental. Nuestros pa¨ªses ante los conflictos hist¨®ricos que han de afrontar han optado por avanzar hacia la paz mediante procesos de negociaci¨®n.
Las libertades, arduamente conquistadas, deben protegerse frente a las amenazas y de la incertidumbre internacional. No veamos las leyes que las protegen como inconvenientes, sino como los logros que forman el marco en el que disfrutar de nuestros valores comunes.
Estoy tambi¨¦n encantada de ostentar la Vicepresidencia del Club de Madrid, una organizaci¨®n de sesenta y siete exJefes de Estado y de Gobierno dedicados a compartir sus experiencias como l¨ªderes democr¨¢ticos, liderazgo que ha permitido logros hist¨®ricos en nuestros pa¨ªses. Gracias a dichos logros democr¨¢ticos, hemos pasado de ser pa¨ªses de emigraci¨®n a ser pa¨ªses que atraen y reciben inmigrantes.
Este premio anima nuestra labor en Realizing Rights en pos de una globalizaci¨®n m¨¢s humana. En ninguna otra ¨¢rea es este esfuerzo m¨¢s necesario que en la inmigraci¨®n. La inmigraci¨®n es, al fin y al cabo, la cara humana de la globalizaci¨®n.
En Espa?a os hab¨¦is enfrentado a la dura realidad de ver c¨®mo las personas pueden arriesgar su vida en alta mar para llegar a vuestras costas. Esto es parte de un fen¨®meno mundial en virtud del cual las fuerzas econ¨®micas generan flujos de personas en busca de una vida mejor. La globalizaci¨®n econ¨®mica se traduce en el movimiento de bienes, servicios e informaci¨®n. Pero tambi¨¦n supone que la gente se desplaza o es desplazada. La manifestaci¨®n m¨¢s alarmante de estos movimientos se encuentra en las redes de tr¨¢fico de personas, una forma de esclavitud del siglo veintiuno que afecta especialmente a las mujeres y los ni?os.
Aunque resulta evidente que los inmigrantes contribuyen positivamente a nuestras econom¨ªas y a nuestras sociedades, a menudo se nos confunde con el miedo a los inmigrantes de culturas diferentes.
De hecho la inmigraci¨®n ha alcanzado proporciones ¨¦picas:
Se estima que hay doscientos millones de inmigrantes en el mundo, lo que equivaldr¨ªa a la poblaci¨®n del quinto pa¨ªs m¨¢s poblado;
En dos mil cinco las remesas superaron los doscientos treinta y tres mil millones de d¨®lares en todo el mundo, cifra que supera el Producto Interior Bruto de Irlanda;
Hay aproximadamente entre treinta y cuarenta millones de inmigrantes indocumentados en todo el mundo; a menudo desprovistos de garant¨ªas y protecciones que estimamos como derechos humanos fundamentales;
De estos inmigrantes indocumentados, entre siete y ocho millones est¨¢n aqu¨ª, en Europa,
La comunidad internacional ha empezado a movilizarse para responder a estos retos. Quisiera destacar entre otras iniciativas la Comisi¨®n Global sobre Migraci¨®n Internacional, a la que estoy orgullosa de haber pertenecido, y el Di¨¢logo de Alto nivel sobre Migraci¨®n y Desarrollo del mes pasado en Naciones Unidas. La cumbre de Rabat sobre migraci¨®n y desarrollo del pasado mes de julio liderada por Marruecos y Espa?a deber¨ªa dar como resultado una cooperaci¨®n m¨¢s eficaz a lo largo de las rutas migratorias.
Pero las conclusiones y recomendaciones los planes de acci¨®n nacidos de estas iniciativas necesitar¨¢n el firme compromiso de nuestros gobiernos y recursos significativos para generar resultados para los inmigrantes del mundo.
No podemos defraudar a estas personas. Nos encontramos con la cara humana de la globalizaci¨®n en nuestra vida diaria, en nuestras comunidades y entre los que arriesgan sus vidas dejando sus hogares para buscar m¨¢s y mejores oportunidades. Reconocer nuestra humanidad com¨²n en los rostros de los inmigrantes nos debe inspirar para reafirmar nuestra dignidad com¨²n y construir sociedades plurales, diversas y democr¨¢ticas en nuestros pa¨ªses, y asegurar un desarrollo equitativo m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
En su ¨²ltimo libro, mi amigo, Ian Gibson, celebra la trayectoria vital de uno de los grandes poetas espa?oles, Antonio Machado, cuya vida termin¨® poco despu¨¦s de dejar su casa y cruzar los Pirineos hacia el exilio. A medida que nos enfrentamos a los retos de la inmigraci¨®n, deber¨ªamos recordar que nosotros mismos, como aquellos que llegan a nuestras costas ligeros de equipaje, somos todos hijos de la mar.
Muchas gracias.
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