Las 'Dos l¨¢grimas' de Diego 'El Cigala' llenan el Conde Duque de Madrid
El cantaor Diego El Cigala, acompa?ado de sus m¨²sicos, se ha encargado de subir la temperatura de la noche con una fusi¨®n de flamenco y ritmos cubanos que llen¨® las gradas del Conde Duque, dentro de la programaci¨®n musical de los Veranos de la Villa.
En el espect¨¢culo de El Cigala se dieron cita sobre el escenario muchos a?os de experiencia, sobre todo gracias a la presencia de dos grandes de la m¨²sica cubana: el pianista Guillermo Rubalcaba, de 84 a?os, y el percusionista Tata G¨¹ines, de 81. El elenco de m¨²sicos se completaba con Sab¨² Su¨¢rez y Changuito en la percusi¨®n, Yelsy Heredia al contrabajo, Diego Moreno a la guitarra y Jaime Calabuch en el segundo piano, formando un grupo s¨®lido que demostr¨® su capacidad de escucharse e improvisar.
El artista madrile?o y sus m¨²sicos desgranaron temas del que ser¨¢ su nuevo trabajo, Dos l¨¢grimas, que es "un recorrido por todas las cosas buenas que me han pasado", afirm¨® El Cigala al principio del concierto. Este disco, que saldr¨¢ a la venta en septiembre, ser¨¢ la continuaci¨®n de la fruct¨ªfera colaboraci¨®n con Bebo Vald¨¦s que fue el L¨¢grimas Negras, un ¨¢lbum del que se vendieron m¨¢s de 820.000 copias y que obtuvo incontables premios.
Entre los adelantos, se escucharon canciones tan conocidas como Dos cruces, Bravo, Compromiso o la c¨¦lebre Dos gardenias, adem¨¢s de otras incluidas dentro del ¨²ltimo trabajo del cantaor, Picasso en mis ojos.
Entre bromas y vasos de vino, El Cigala y los suyos se fueron haciendo con un p¨²blico que tardaba en reaccionar, aunque, durante las casi dos horas que dur¨® el concierto, mantuvo un respetuoso silencio para no perderse una sola nota y no se ahorr¨® aplausos, ol¨¦s y al final de cada tema.
Para la cuarta canci¨®n, una coreada versi¨®n de La historia de un amor, el cantaor present¨® a Rubalcaba, a quien defini¨® como "maestro por la gracia de Dios". Vestido de riguroso blanco, con sombrero panam¨¢ y una gran sonrisa, el octogenario pianista hizo que la ausencia de Bebo apenas se notara, cosechando los mayores aplausos de la noche cuando sali¨® del escenario.
La noche se acerc¨® m¨¢s al flamenco, aunque conservando el toque del son cubano, cuando el madrile?o comenz¨® a tocar algunos temas de Picasso en mis ojos, como La paloma, que dedic¨® a su madre, o Chanelando, con la que el p¨²blico palme¨® e incluso se atrevi¨® con unos discretos bailes. Inmediatamente despu¨¦s, El Cigala se lanz¨® con una sentida sole¨¢, acompa?ado tan s¨®lo por la guitarra de Diego Moreno, que dej¨® a la audiencia totalmente en silencio, absorta y emocionada.
Rubalcaba volvi¨® a sentarse tras el piano, entre grandes aplausos, para tocar Dos gardenias, una canci¨®n en la que todos los m¨²sicos demostraron sus cualidades individuales y su capacidad de coordinaci¨®n en un di¨¢logo instrumental que dur¨® casi cuatro minutos. El p¨²blico hizo volver a los m¨²sicos al escenario con una avalancha de aplausos y, a cambio, estos recompensaron la ovaci¨®n con La bien pag¨¢ y L¨¢grimas negras, dos de los temas m¨¢s conocidos del trabajo con Bebo, ya en los bises.
El Cigala se despidi¨® dando las gracias "por el cari?o y el apoyo" y aplaudiendo al resto de los m¨²sicos, que supieron mantener y rejuvenecer la fusi¨®n que tanto ¨¦xito le dio a L¨¢grimas negras.
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