'Sed de mal', medio siglo de expresionismo
La c¨¦lebre pel¨ªcula de Orson Welles cumple 50 a?os
Hace cincuenta a?os Orson Welles dirigi¨® la barroca y asfixiante Sed de mal, que se inicia con algo m¨¢s de tres minutos del mejor plano secuencia del S¨¦ptimo Arte y que es una joya del m¨¢s puro expresionismo.
Esta obra cumbre del cine negro -algunos dicen que de serie
B-, es un an¨¢lisis de la moralidad y la corrupci¨®n, con una
impresinante fotograf¨ªa en blanco y negro, inspirada en el expresionismo alem¨¢n, obra de Russel Metty, que cuadra a la perfecci¨®n con el ambiente opresivo de Tijuana, donde se desarrolla la historia, que se estren¨® el 23 de abril de 1958.
Una soberbia partitura del italiano Henry Mancini, considerada una pieza maestra aunque menos popular que otras de sus bandas sonoras, mezcla el jazz con la percusi¨®n afro-cubana, el honky-tong instrumental y el rock'n'roll.
Y unos int¨¦rpretes en estado de gracia. Desde un angustiado
y honrado polic¨ªa mexicano, Charlton Heston (Mike Vargas), que trata de demostrar que su mujer, Janet Leigh (Susie Vargas), no ha cometido un asesinato, hasta el mismo Welles (Capit¨¢n Quinlan), en un papel de polic¨ªa estadounidense corrupto y xen¨®fobo.
Pasando especialmente por la colaboraci¨®n de Marlene Dietrich, en un corto pero esencial papel, el de la due?a de un tugurio, personaje que nos permite conocer que Quinlan fue un ?buen? hombre al que la violenta muerte de su esposa convierte en una especie de monstruo hura?o y retorcido.
Aunque la participaci¨®n de Dietricht es poco m¨¢s que un cameo, su personaje es de vital importancia y es incluso la encargada de cerrar la pel¨ªcula, con un expresivo "adi¨®s" -en espa?ol en la versi¨®n original de la cinta-, que queda en el aire mientras la pantalla se funde a negro.
Rodada en California sobre un gui¨®n escrito en apenas dos
semanas -lo que se hace bastante evidente el algunos di¨¢logos- y basado en una novela de Whit Masterson, cuenta la historia de un polic¨ªa mexicano (Heston) que investiga la muerte por una explosi¨®n de un importante empresario y se topa con la corrupci¨®n del capit¨¢n de polic¨ªa estadounidense Hank Quinlan (Welles).
Y para iniciar la historia, Welles rod¨® el que, a juicio de
muchos expertos, es el mejor plano secuencia de la historia del cine. Que se inicia con una imagen de las manos del asesino colocando la bomba en el coche del empresario, autom¨®vil que cruzar¨¢ la escena, al igual que la pareja formada por Heston y Leight, a quienes sigue la c¨¢mara, subida en gr¨²as, de forma magistral hasta el momento de la explosi¨®n.
Ese primer plano es s¨®lo el primer indicio de la excelente
planificaci¨®n de c¨¢mara dise?ada por Orson Welles, con movimientos y ubicaciones que deforman la realidad y las caras de los personajes, a lo que ayuda la sofocante oscuridad que reina durante toda la pel¨ªcula. Puro expresionismo pict¨®rico en movimiento.
Frente a esas cualidades t¨¦cnicas hay una historia un poco
manida, unos di¨¢logos a veces engolados y unos decorados que hoy en d¨ªa podr¨ªamos denominar "cutres". Todo ello forma sin embargo un conjunto brillante y con fuerza, algo que quiz¨¢s s¨®lo Welles pudo lograr teniendo en cuenta el material de base del que part¨ªa.
Mal entendida en el momento de su estreno, esta pel¨ªcula -la
quinta y ¨²ltima que Welles rod¨® en Hollywood- fue un notable fracaso comercial y fue calificada en Estados Unidos de "pretenciosa", "amanerada", "s¨®rdida", "basura", "follet¨ªn", adem¨¢s de ser clasificada directamente como cinta de serie B.
M¨¢s favorable fue la acogida en Europa, donde obtuvo elogiosas cr¨ªticas y gan¨® el premio de mejor pel¨ªcula en el Festival de Cine de Bruselas, con un jurado en el que estaban Jean-Luc Godard y Fran?ois Truffaut.
Con el paso del tiempo, la pel¨ªcula ha recuperado su valor,
ha sido incluida en la lista de mejores filmes de la historia y ha recibido elogiosas cr¨ªticas. Como ejemplo basta la del director y guionista Paul Schrader
-guionista de "Taxi driver"-, que calific¨® esta pel¨ªcula como "el ¨²ltimo gran vestigio del cine negro".
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