"La marquesa sali¨® a las cinco"
Hay un barrio en Buenos Aires, Palermo, que hace a?os era tan solo un lugar de la clase media, y se iba empobreciendo, como este pa¨ªs que a veces se parece a un omb¨² (un arbusto grande al que habr¨ªa que apuntalar) y otras veces a un gomero, frondoso y tambi¨¦n grande, una sombra ben¨¦fica junto al cementerio de La Recoleta, acaso un s¨ªmbolo de donde le vienen a Argentina tanto la tristeza como la creaci¨®n literaria.
Pero ahora Palermo es como Chueca, me dec¨ªa anoche el periodista Ricardo Kirchbaum; renacido de las cenizas de su melancol¨ªa, este barrio ahora es un lugar atravesado por la alegr¨ªa de vivir y de juntarse, que en estos los argentinos son magistrales: se juntan, siempre se juntan, y se encuentran, y Palermo los ha ido empujando sobre todo a los escritores y a los artistas; como si estuviera, tambi¨¦n, en el Village de Nueva York, de ah¨ª se han hecho habituales, se saludan por las calles y se citan ah¨ª, en bares de nombres sugerentes: Meridiano 58?, Taller, Malas Artes, Macondo...
En la tarde de ayer, en un paseo casual, yo mismo me fui encontrando con personas con las que me hab¨ªa encontrado la noche anterior en otros sitios de la ciudad, acaso escuchando (o bailando) milongas con Edgardo Cosarinski, un novelista y cineasta que adem¨¢s ha escrito un libro definitivo sobre ese gesto musical que Borges tanto am¨®; o con Juan Martini, que fue editor y es escritor, y ahora adem¨¢s ense?a a j¨®venes escritores a ser escritores... Esto de ense?ar a escribir, como la psicolog¨ªa (hay un barrio aqu¨ª al que llaman Psicobolche, y otro que es Villa fre¨ªd), es extremadamente argentino (y chileno, y mexicano), ha dado muy buenos frutos y ha sido ejercido por gente memorable, desde Augusto Monterroso a Abelardo Castillo o Pepe Donoso, pasando precisamente por Juan Martini...
Pues Cosarinski y Martini estaban por all¨ª, por Palermo, como si se les hubiera parado el tiempo, es decir, como si estuvieran en Buenos Aires un atardecer de principios de oto?o, cuando la ciudad ofrece una quietud que uno puede rememorar tan solo yendo a una biblioteca o a una librer¨ªa a buscar, por ejemplo, este libro de Julio Cort¨¢zar, Los premios, en el que el escritor de La continuidad de los parques inaugur¨® su larga (y fruct¨ªfera) obsesi¨®n viajera.
Los premios es, para muchos lectores que no son ni de Buenos Aires ni de Argentina ni de Palermo, la novela de Buenos Aires, tiene ese comienzo magistral, "'La marquesa sali¨® a las cinco', pens¨® Carlos L¨®pez", y luego es una excursi¨®n, la que le lleva del Lado de All¨¢ al Lado de Ac¨¢, las obsesiones del Cort¨¢zar que terminar¨ªa escribiendo Los autonautas de la cosmopista, y traslada en un barco toda la fantas¨ªa de la que fue capaz aquel gran porte?o que volvi¨® en diciembre de 1983 a despedirse de la ciudad que le puso a escribir.
Pues Los premios estaba, c¨®mo no, en la estanter¨ªa de la librer¨ªa La Boutique del Libro, que es como el gozne libresco de ese barrio en el que ahora parece reconstruirse un mundo que se parece, tambi¨¦n, al Par¨ªs que Cort¨¢zar (y Cosarinksi, hace cuarenta a?os) quiso reconstruir en Par¨ªs, y en Rayuela. All¨ª, en la ilustrada cafeter¨ªa de esa librer¨ªa espaciosa y bien nutrida (?nutrida hasta de lo inencontrable, y eso en una librer¨ªa es un m¨¦rito mayor hoy en d¨ªa), se juntan j¨®venes escritores a los que ves con sus ordenadores n¨ªtidos o con sus moleskines abiertas intentando aproximarse a los maestros que ellos tienen fotografiados en la memoria o en la ambici¨®n, o en la ambici¨®n de la memoria que ya empiezan a guardar en sus computadoras.
Ahora se ha sumado a las ambiciones de Palermo un hombre inesperado, Francis Ford Coppola, que se pasea por aqu¨ª como si acabara de pasar un largo verano h¨²medo en el coraz¨®n de las tinieblas y aqu¨ª hubiera reencontrado la paz, el cine y la comida. Va por todos los restaurantes y boliches, entra en todos los garitos, pero se para sobre todo en uno donde nosotros tambi¨¦n quisimos saber qu¨¦ pasa.
Es El Preferido, por fuera (y por dentro) es una tienda de comestibles o de abarrotes, y ahora ya est¨¢ en la leyenda de los restaurantes bonaerenses, por la atm¨®sfera que en ¨¦l se respira, por la gente que acude y, esto me aseguran, por la comida que se come, lo cual no es frecuente en locales de moda. Pero es que este lleva de moda m¨¢s de un siglo, no es de ahora: naci¨® en 1885 (casi como el whisky, y como ¨¦l sigue tan campante), pero desde 1955 alterna la venta de aceitunas (y de tantas cosas) con la vida de un restaurante de mesas multicolores de madera que te dan la bienvenida como si acabaras de entrar en una escuela p¨²blica.
Tiene El Preferido el orgullo de ser el preferido de muchos, claro, pero el hombre del a?o es Coppola. Ah¨ª tienen este cartel, como si fuera una noticia de prensa: "FRANCIS FORD COPPOLA. ?A qu¨¦ vino a Buenos Aires? A cenar al Preferido de Palermo". Con su errata y todo: peferido. Como la noticia de un peri¨®dico.
Todo ello tiene sabor y atm¨®sfera, es Buenos Aires, y aunque digan (lo dicen quienes nos llevan, lo dicen quienes lo transitan) que Palermo ha adquirido el gusto un poco altivo de los barrios pijos, lo cierto es que uno se va de ¨¦l con la sensaci¨®n cierta de que ha tocado parte del coraz¨®n de una ciudad a la que le crecen los omb¨²s y tambi¨¦n los arbustos que no dejan ver el bosque de su alegr¨ªa, esa que describe como Dios Cort¨¢zar en Los premios...
Ah, El Preferido est¨¢ en Jorge Luis Borges 2100. ?Y d¨®nde desemboca Jorge Luis Borges, esa calle? Pues desemboca en la plaza donde est¨¢n El taller y Macondo, muy cerca de donde est¨¢ Malas Artes, y es la plaza Julio Cort¨¢zar. Es decir, ayer pas¨¦ de Borges a Cort¨¢zar caminando, y llevaba en la bolsa, tambi¨¦n, una entrevista que me regal¨® Juan Bedoa¨ªn, de ?, la ¨²ltima entrevista a Julio Cort¨¢zar, ¨¦l se la hizo entre vapores de alcohol y de tabaco en diciembre de 1983. Entristecido y febril, conocedor sin duda de que el mundo seguir¨ªa andando pero ya sin ¨¦l, ya sin ¨¦l, Cort¨¢zar bebi¨® whisky desde mediod¨ªa, y camin¨®, largo y ensombrecido, buscando acaso la huella de los chicos que se re¨ªan con ¨¦l en la atm¨®sfera feliz y rara de Los premios. "La marquesa sali¨® a las cinco".
Lea Mira que te lo tengo dicho, el blog de Juan Cruz
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.