La triste muerte del 'Orfeo Negro'
El actor y futbolista Breno Mello, protagonista del filme que mostr¨® la 'bossa' al mundo, fallece en soledad a los 76 a?os en Brasil
La bossa-nova debe mucho a la pel¨ªcula Orfeo Negro, del franc¨¦s Marcel Camus. La canci¨®n A felicidade, compuesta por Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim, pertenece a la banda sonora de un filme que supuso la internacionalizaci¨®n del ritmo brasile?o. Un vuelco en la historia de la m¨²sica. La bossa-nova debe, por tanto, mucho a Breno Mello, un mediocre futbolista brasile?o con un f¨ªsico legendario que, por casualidad, cambi¨® la pelota por el papel de mito griego. Un hombre que el pasado viernes, a los 76 a?os, enterr¨® una vida con tintes de gui¨®n cinematogr¨¢fico. Muri¨® solo y arruinado. Viv¨ªa en un barrio llamado Tristeza.
El cuerpo del protagonista de la cinta ganadora de la Palma de Oro de Cannes en 1959 y de un Oscar en 1960 llevaba dos d¨ªas abandonado cuando lo encontraron. Fue hallado en la humilde casa (una cortina separaba el cuarto de la cocina) en que viv¨ªa en la ciudad de Porto Alegre, al sur de Brasil. Los familiares y vecinos del barrio tardaron en notar su ausencia, lo que impidi¨® a los m¨¦dicos diagnosticar la causa. "Fue el coraz¨®n", revela por tel¨¦fono a ELPA?S.com Paulo Mello, uno de sus cinco hijos, fruto de dos matrimonios rotos, en buena medida, por la fama primero y el anonimato despu¨¦s.
Un futbolista un poco lento
La trayectoria de Mello como futbolista se parece a la de la mayor¨ªa de los boleros (jugadores de f¨²tbol) en Brasil. En los a?os cincuenta Mello no es un crack -los amigos incluso le llaman pi¨¦ de plomo-, pero el f¨²tbol se presenta como la ¨²nica alternativa al ni?o que vende gallinas para ayudar a la madre y no llega a terminar la primaria. Jugando como centrocampista del extinto Renner, un equipo de obreros, logra uno de estos t¨ªtulos hist¨®ricos al arrebatar a Gremio e Internacional el campeonato regional de 1954. Se marcha al Santos de Pel¨¦, junto a quien llegar¨¢ a jugar. Con ¨¦l comparte la cancha, la pensi¨®n y confidencias de amigos. Lo que para cualquier jugador hubiera sido la gran batallita que contar a un nieto para Mello no fue m¨¢s que un cap¨ªtulo m¨¢s de su nada com¨²n existencia.
Traspasado al Fluminense, de R¨ªo, se enfrenta a un per¨ªodo dif¨ªcil. "Ten¨ªan que ganar como fuera un partido y lo empataron. Mi padre andaba cabizbajo por la calle cuando el hombre le invit¨® a hacer una pel¨ªcula. Dijo que ten¨ªa el cuerpo y la cara que necesitaban", cuenta su hijo. "Mi padre, claro, pens¨® que era un gay queriendo ligar". Despu¨¦s de superar a unos 300 candidatos en los castings, Mello, que apenas sabe escribir, siquiera en portugu¨¦s, consigue ir haci¨¦ndose entender, en franc¨¦s, con el director Marcel Camus. El cineasta hab¨ªa decidido hacer una pel¨ªcula tras asistir a la obra de teatro Orfeu da Concei??o, de Vinicius de Moraes. El filme conquista, adem¨¢s de Cannes, el Oscar de mejor pel¨ªcula extranjera y el Globo de Oro en 1960. Se convierte en un filme de culto fuera de Brasil, pero no ocurre lo mismo en su tierra. Primero, porque presenta a los negros como seres ingenuos que no hacen otra cosa sino bailar. Y luego porque en los concursos participa como pel¨ªcula francesa, no brasile?a.
Una estrella fugaz
El ¨¦xito de Orfeo Negro eleva a Mello al puesto de s¨ªmbolo sexual negro brasile?o en una ¨¦poca de racismo expl¨ªcito. Recibe homenajes, frecuenta hoteles de lujo y almuerza con presidentes. Entre los amigos ilustres que mantiene en R¨ªo est¨¢n Vinicius, Jobim, Dorival Caymmi y hasta el ingl¨¦s Ronald Biggs, c¨¦lebre por el asalto a un tren de Glasgow, el llamado Robo del siglo.
En los a?os 60 Mello pone en marcha sus talentos, que no son precisamente la guitarra con la que se pasea por las playas. Comienza a atraer riadas de chicas. "Esos a?os, mi madre sufri¨®. Mi padre era un bohemio simp¨¢tico, guapo y carism¨¢tico. Se iba de casa el viernes y solo regresaba el lunes", se?ala el hijo, que tambi¨¦n aparece en la pel¨ªcula, al lado de su madre, como figurante. Mello participar¨ªa todav¨ªa en otras ocho pel¨ªculas menores. "Salieron de R¨ªo y volvieron a Porto Alegre, cuenta mi madre, con una maleta de dinero con el que compraron casas y terrenos. Pero como a mi padre le gustaba jugar a las cartas, muchas de esas propiedades fueron vendidas", a?ade Paulo. Distante de las pantallas y de los terrenos de juego, Mello intenta varios oficios para sobrevivir. Actor en anuncios de la tele, relaciones p¨²blicas, entrenador de futbol, conductor, obrero... Al final, se dedica a vender inserciones publicitarias en peri¨®dicos. Al jubilarse es un individuo an¨®nimo, que pasa a ganar la pensi¨®n m¨ªnima de la seguridad social (unos 150 euros al mes).
En 2005, a los 74 a?os, Mello resucita como Orfeo, una vez que en el mundo del cine ya le consideraban muerto. Un equipo franc¨¦s que rodaba un documental como homenaje a la pel¨ªcula de Camus localiza al protagonista en la misma casa en que el viernes pasado se encontr¨® su cuerpo. Despu¨¦s de 46 a?os, Mello finalmente conocer¨ªa Cannes. "Marcel Camus me ense?¨® a actuar. Era muy gentil y la grabaci¨®n fue maravillosa. Era muy paciente", recordaba entonces Mello. A la familia, de regreso, le cont¨® lo que le pareciera m¨¢s emocionante del viaje en el que hab¨ªa recibido una medalla: haberse reencontrado con su amigo Pel¨¦.
Despu¨¦s de la muerte, el regreso al cine
La inusitada historia de Mello dar¨¢ vida a un documental basado en 10 horas de grabaci¨®n hechas por los cineastas Alexandre Derlam y Rene Goya. El descubrimiento de Orfeo se presentar¨¢ el a?o que viene, cuando se cumplen los 50 a?os de la pel¨ªcula y se organiza el a?o de Francia en Brasil. "Cuando lo encontr¨¦ en aquella casa llegu¨¦ a pensar que era un impostor. No pod¨ªa ser el actor de Orfeo... viviendo en aquella casucha...", se?ala el cineasta.
La bossa-nova que Mello ayud¨® a consagrar era una de sus pasiones; como tambi¨¦n lo era la samba, g¨¦nero en el que compuso algunos temas. Le gustaba re¨ªr y hacer re¨ªr a los dem¨¢s. En una de sus composiciones, Mello cuenta una an¨¦cdota de su biograf¨ªa, la de un cerdo que le hab¨ªa mordido de ni?o. El animal acab¨® en el est¨®mago del peque?o Mello. Pero el tema que realmente le emocionaba era el compuesto por dos de sus m¨¢s c¨¦lebres amigos. El texto de A felicidade subraya la intencionalidad de Orfeo Negro: "La tristeza no tiene fin, la felicidad s¨ª...", dice la canci¨®n.
El paralelismo entre esa melod¨ªa, la pel¨ªcula y la propia vida de Mello, que recientemente sufr¨ªa fallos de memoria, lo explica Derlam, el responsable de devolver al cine la sonrisa del brasile?o. "Naci¨® en un barrio obrero, con dificultades hasta para comer. Luego jug¨® con Pel¨¦, conquist¨® Cannes, tuvo muchas novias y volvi¨® al anonimato. Termin¨® de manera humilde, pero dec¨ªa que hab¨ªa hecho todo lo que quer¨ªa en la vida. Se puede decir que era el propio Orfeu".
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