La censura franquista obstaculiz¨® la adaptaci¨®n al cine de obras de Hemingway
El r¨¦gimen consider¨® al novelista como "una amenaza a la moral conservadora de Espa?a", seg¨²n un investigador estadounidense.-Los embajadores espa?oles en EE UU intentaron suprimir las producciones basadas en sus obras
La censura franquista tild¨® a Ernest Hemingway y sus obras como "una amenaza a la moral conservadora de Espa?a" y lleg¨® a condicionar la adaptaci¨®n de sus libros al cine por la industria estadouidense, ha afirmado hoy a Efe Douglas Laprade, profesor de la Universidad de Texas. Laprade, que interviene hoy en M¨¢laga en un encuentro internacional sobre Hemingway, ha publicado tres libros en los que ha recopilado los documentos de la censura acerca del escritor y las cartas de los embajadores y c¨®nsules espa?oles en Estados Unidos que intentaron suprimir la producci¨®n de pel¨ªculas norteamericanas basadas en sus obras.
As¨ª, en 1942 el c¨®nsul de Espa?a en Los ?ngeles escribi¨® en una carta al ministro espa?ol de Asuntos Exteriores que estaba revisando el gui¨®n de Por qui¨¦n doblan las campanas, en el que se cambi¨® la palabra "rebeldes" por "nacionales", mientras que "leales" se sustituy¨® por "republicanos".
En 'Por qui¨¦n doblan las campanas' se suprimi¨® una escena "en la que los falangistas violaban a la protagonista", seg¨²n el profesor de la Universidad de Texas Douglas Laprade
"La industria del cine estadounidense fue c¨®mplice de Franco en la censura a Hemingway", porque en 1942 "todo el mundo estaba contra Hitler, EEUU no quer¨ªa tener otro enemigo en Franco y hab¨ªa que complacerle", seg¨²n Laprade, que ha destacado que del gui¨®n original de la citada pel¨ªcula se suprimi¨® una escena "en la que los falangistas violaban a la protagonista, Mar¨ªa".
Un "propagandista rojo"
Hemingway era "bien conocido por los pol¨ªticos espa?oles mucho antes que sus libros por los lectores" y los informes de los censores le etiquetaban como "un propagandista rojo". Adem¨¢s, se trataba de una "amenaza seria" para el r¨¦gimen porque el escritor "ten¨ªa mucho que ver con la imagen de Espa?a en el extranjero", ha a?adido Laprade.
Ello llev¨® a que se hablara de Hemingway "a los m¨¢s altos niveles" de los gobiernos de ambos pa¨ªses, con cartas por ejemplo del embajador de Espa?a en Washington al subsecretario de Estado norteamericano para tratar sus obras. Los fragmentos de los libros que fueron tachados por la censura antes de su publicaci¨®n en Espa?a hac¨ªan alusi¨®n casi siempre a conductas considradas inmorales.
"El vicio es una cosa maravillosa"
En Adi¨®s a las armas (1929), "hab¨ªa un l¨ªo entre el protagonista y una enfermera, que quedaba embarazada", y en un pasaje de la novela le dec¨ªa "Ven a la cama. El vicio es una cosa maravillosa". Ello no pas¨® desapercibido al censor, que escribi¨® en su informe que "los protagonistas de la novela, como los extranjeros en general, no tienen un esp¨ªritu religioso", ha explicado Laprade.
Fruto de esa relaci¨®n entre los protagonistas del libro naci¨® un ni?o y Hemingway escribi¨® sobre el sangriento parto con ces¨¢rea que "parec¨ªa una escena de la Inquisici¨®n", frase que fue tachada por la censura "por referirse a la leyenda negra de Espa?a". En otra novela, Al otro lado del r¨ªo y entre los ¨¢rboles (1950), aparec¨ªa el nombre de Franco, que se suprimi¨®, y se modific¨® la palabra "fascista".
Un difusor de la cultura espa?ola
Se da la circunstancia de que Por qui¨¦n doblan las campanas no se public¨® en Espa?a hasta 1968, casi treinta a?os despu¨¦s de editarse en ingl¨¦s, pero cuando apareci¨® en nuestro pa¨ªs fue "sin tachaduras", gracias a la Ley de Prensa e Imprenta conocida como Ley Fraga, que "suaviz¨® la censura", seg¨²n Laprade. Estas tachaduras en sus libros contrastan con el hecho de que Hemingway viaj¨® a Espa?a asiduamente desde 1953 y se convirti¨® en un emblema publiciario para divulgar las fiestas espa?olas, especialmente la de los toros.
"El Ministerio de Informaci¨®n y Turismo era esquizofr¨¦nico, porque por un lado hac¨ªa la censura y por otro lado promov¨ªa el turismo. El mismo ministro que censuraba a Hemingway coloc¨® una estatua suya junto a la plaza de toros de Pamplona por haber propagado las fiestas de la ciudad", ha a?adido Laprade.
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