El teatro de ayer y de siempre

Turandot en el Liceo. La misma producci¨®n de Nuria Espert que inaugur¨® en 1999 la reconstrucci¨®n, la misma que se puso en 2005 -con el mismo director musical, Giuliano Carella- sirve ahora para conmemorar la primera d¨¦cada del "Liceu de tots" (Liceo de todos), seg¨²n placa de metacrilato que Josep Caminal colg¨® en el atrio. Bueno, para quien escribe, esta Turandot se relaciona m¨¢s con el "Liceo de tota la vida" que con el "de tots", con el de las d¨¦cadas previas al siniestro m¨¢s que con el centro p¨²blico de cultura en el que bien o mal se ha convertido durante estos a?os. Y no es que a uno le parezca mal cierto gui?o a las melod¨ªas de ayer y de siempre para dejar contentos a los espectadores menos propensos a las turbulencias, precisamente porque ese car¨¢cter p¨²blico debe aspirar a satisfacer todo tipo de demanda. Ahora bien, el "Liceu de tots" para m¨ª no es ¨¦ste, sino el de Il ballo in maschera de Calixto Bieito o el del Lohengrin de Peter Konwitschny. O tambi¨¦n el de algunas sesiones golfas que se han celebrado en el foyer, suprimidas por restricciones presupuestarias.

Esta Turandot no hace da?o a nadie, muy al contrario. Mucho drag¨®n, mucho abanico, mucho tabern¨¢culo dorado, muchas t¨²nicas, mucho tocado enjoyado. ?pera en cinemascope: Puccini fue el compositor que mejor comprendi¨® el tr¨¢nsito al nuevo medio y qui¨¦n sabe qu¨¦ hubiera podido hacer en ese terreno, de no haber muerto en 1924, justamente mientras compon¨ªa Turandot. "In questo punto il maestro ¨¨ morto" ["en este punto muri¨® el maestro"], anunci¨® grave, dos a?os m¨¢s tarde, Arturo Toscanini en el estreno de la obra en La Scala de Mil¨¢n, y abandon¨® el podio, pese a que ya dispon¨ªa del final compuesto por Franco Alfano, disc¨ªpulo de Puccini y recomendado para esta tarea por el propio director. Es el final que se escucha habitualmente, muy inferior al resto de la partitura. Un final por lo dem¨¢s absurdo, donde se pasa sin soluci¨®n de continuidad de la China fauvista y b¨¢rbara de los dos primeros actos al pa¨ªs del amor desbordado del tercero. Pretty woman lo cuadra mejor. Nuria Espert trat¨® de remediar ese absurdo haciendo que la fr¨ªgida Turandot se suicide, incapaz de soportar el calent¨®n sentimental colectivo. Pero la cosa no mejora.

Voces grandes

Todo esto al "Liceo de tota la vida" se la trae al pairo y est¨¢ en su derecho. A una Turandot se va para escuchar bellas melod¨ªas de ayer y de siempre en boca de gladiadores que lancen la red hasta el ¨²ltimo piso y la recuperen cargada de aplausos, voces grandes y con aguante que no se arredren ante la densidad orquestal, sino que, muy al contrario, se crezcan con ella. Objetivo conseguido.

Maria Guleghina (Turandot) es todo fuerza y en alg¨²n momento hasta grito que descompone la l¨ªnea, pero siempre coraje. Marco Berti (Calaf) es un tenor de oficio, acostumbrado a los grandes espacios como Verona, un tipo de confianza, aunque la voz no sea la mejor que uno haya o¨ªdo. Cort¨® por lo sano el calder¨®n (alargamiento de la nota) del final del Nessun dorma!, como si considerara que una vez servido el agudo el resto ya era relleno. Claro que enfrente se coloc¨® un director sin duda tambi¨¦n fiable, pero que maneja unos vol¨²menes excesivos para no perjudicar al canto.

La sorpresa de la noche fue Ainhoa Arteta (Li¨´) en su primer papel representado en el teatro de ¨®pera de la que ahora es su ciudad de residencia. Empez¨® algo nerviosa, pero al final sac¨® un Tu che di gel sei cinta de espl¨¦ndida factura. Bien el resto de reparto y coro.

El "Liceo de tota la vida" sali¨® satisfecho.