Ciudades, del j¨²bilo al desasosiego
El IVAM apuesta con 'Malas calles' por la diversidad y la inclusi¨®n en las urbes
Una exposici¨®n recoge desde hoy en Valencia la fascinaci¨®n que las ciudades han ejercido sobre el arte contempor¨¢neo, desde la euforia embriagante por las multitudes y los colosos verticales de los a?os veinte hasta el absoluto desasosiego que embarga las urbes en los inicios del siglo XXI. Comisariada por Jos¨¦ Miguel G. Cortes, profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, la muestra mezcla en el Institut Valenci¨¤ d'Art Modern (IVAM) las cartograf¨ªas imaginarias de Guy Deborn de 1956 con fotograf¨ªas de Paul Graham, m¨²sica de Chemical Brothers con un documental del arquitecto Rem Koolhaas, o una instalaci¨®n del cubano Carlos Garaicoa con la pel¨ªcula Un hombre con una c¨¢mara (1929), de Dziga Vertov.
El primer bloque refleja la tristeza, la desesperanza, la violencia en la calle
El ¨²ltimo, la euforia por los rascacielos, las m¨¢quinas, la velocidad...
"Mi intenci¨®n es que cuando la gente entre en la exposici¨®n entre en la ciudad", explica el comisario, que fue director del Espai d'Art Contemporani de Castell¨® (EACC) entre 1998 y 2003. Para ello, a la muestra se accede a trav¨¦s de una pantalla de pl¨¢stico en la que se proyecta el documental que realiz¨® el arquitecto holand¨¦s Rem Koolhaas sobre el caos y el bullicio en la ciudad m¨¢s poblada de Nigeria: Lagos.
La exposici¨®n, que cuenta con un skyline de rafia ejecutado por el arquitecto Ignacio Card¨®, se articula en un recorrido por cuatro etapas a trav¨¦s de obras de arte, pero tambi¨¦n de proyecciones de 12 cl¨¢sicos del cine, la presencia de 16 joyas literarias y el sonido de 12 canciones convertidas en la banda sonora de cada ¨¦poca.
La muestra arranca en la edad contempor¨¢nea, bajo el t¨ªtulo Se acab¨® la fiesta. Frente a la sensaci¨®n de euforia de las d¨¦cadas precedentes, intenta reflejar "una situaci¨®n de desesperanza, tristeza, soledad, violencia en las calles". Y el cl¨ªmax de ese desasosiego, elevado a una potencia superior mediante la pel¨ªcula Koyaanisqatsi (1983), de Godfrey Reggio, se alcanza con dos espectaculares obras mientras de fondo se escucha a Chemical Brothers o a Nirvana. Por un lado, Una pelea en la acera, de Jeff Wall, en la que dos hombres luchan por el suelo ante la mirada inerte de un viandante. Por otro, las dos fotograf¨ªas de la serie American Night de Paul Graham, quien mediante una veladura blanquecina recubre escenas de calles vac¨ªas en las que sus solitarios protagonistas parecen o detenidos sin motivo o caminando a ninguna parte. En este bloque, donde el visitante puede ojear 2666, de Roberto Bola?o, hay un montaje de fotograf¨ªas del monumento en Berl¨ªn a los jud¨ªos asesinados de Peter Eisenman.
La segunda parte de la exposici¨®n, titulada La calle es nuestra, recoge como contrapunto el deseo, realizado, de muchos colectivos por hacerse visibles durante los a?os ochenta y noventa. Si Cindy Sherman otorga con sus fotograf¨ªas un nuevo papel a la mujer, David Wojnarowicz recrea el drama de las drogas y el sida, y el neoyorkino Philip Lorca di Corcia muestra a los chaperos de Santa Monica. De fondo, suenan los versos de Walk on the wild side, de Lou Reed, y se pueden ver dos audiovisuales: un v¨ªdeo animado de William Kentridge sobre el racismo en Sur¨¢frica y otro de Martha Rosler sobre los movimientos ¨¦tnicos en San Francisco.
El tercer bloque, titulado Entre la utop¨ªa y el desencanto recrea el optimismo de los cincuenta: "La ciencia nos iba a librar de todos los males", resume Cort¨¦s. Y en este ¨¢mbito, en el que conviven Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, con la pel¨ªcula Play time, de Jacques Tati, se muestran por primera vez en Espa?a obras ut¨®picas del grupo Onyx o las ciudades que vuelan de Peter Cook.
Por ¨²ltimo, En medio de la multitud recuerda con obras de George Grosz, Horacio Coppola o Valentian Kulangina y m¨²sica de Boris Vian o Ute Lemper la fe en el progreso y la modernidad de los a?os veinte, la fascinaci¨®n por los rascacielos, las m¨¢quinas, la velocidad... Una euforia que se ha desinflado de forma casi irremediable en apenas un siglo.
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