¡°El m¨¢ximo s¨ªmbolo de la opresi¨®n espa?ola en Am¨¦rica¡±: la mita, el sistema de explotaci¨®n ind¨ªgena que enriqueci¨® a la Corona
Un documento, destacado por la Unesco, describe la pr¨¢ctica que forzaba a ind¨ªgenas a trabajar en Potos¨ª, donde se extra¨ªan 300 mil toneladas de plata al a?o
¡°Potos¨ª era la segunda ciudad m¨¢s poblada del mundo en la segunda mitad del siglo XVII, solo detr¨¢s de Londres¡±. M¨¢s all¨¢ de este mantra que repiten los gu¨ªas tur¨ªsticos de esta urbe boliviana, declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1987, los 200.000 habitantes que llegaron a registrar algunos documentos coloniales la confirman como una de las principales metr¨®polis de la ¨¦poca. Mercaderes y oportunistas se sent¨ªan atra¨ªdos por las 300.000 toneladas de plata que se extra¨ªan al a?o del Cerro Rico de Potos¨ª, monta?a ubicada a 4.700 metros de altura, hoy todav¨ªa en activo, que fue el principal ingreso econ¨®mico del Virreinato del Per¨². Para su explotaci¨®n a gran escala, desde la Corona espa?ola se implement¨® la mita, sistema que distribu¨ªa la mano de obra a trav¨¦s del traslado forzoso de ind¨ªgenas, y del que se conoce m¨¢s sobre su intricada administraci¨®n gracias a un documento del siglo XVIII, incluido a finales de 2024 en el Registro Memoria del Mundo de la Unesco.
El conjunto de 12 folios de color sepia se titula Expediente sobre el traslado de indios de Puno a la Villa Imperial de Potos¨ª para trabajos en minas e ingenios (1745). Especifica, con nombre, apellido y edad, a los 83 ind¨ªgenas ¡ªhombres, mujeres y ni?os¡ª que fueron llevados sin su consentimiento desde Paucarcolla, Capachica y Puno, todas regiones en el actual Per¨², a la mina del Cerro Rico. Los esclavos tra¨ªdos desde ?frica no eran considerados aptos para el trabajo en la mina por las bajas temperaturas, por lo que la alternativa fueron los nativos, la siguiente escala en la pir¨¢mide social colonial. ¡°El documento es esencial para comprender la historia socioecon¨®mica de los Andes, porque refleja c¨®mo la imposici¨®n de la mita afect¨® profundamente a la demograf¨ªa y la estructura social de las comunidades ind¨ªgenas¡±, explica Luis Arancibia, director de la Casa Nacional de la Moneda, museo que resguarda el escrito y que funcion¨® como centro de fundici¨®n de plata y acu?aci¨®n de monedas desde 1773 hasta 1951.
Los historiadores Jos¨¦ de Mesa y Teresa Gisbert, especialistas en la ¨¦poca virreinal, consideran la mita como ¡°el m¨¢ximo s¨ªmbolo de la opresi¨®n espa?ola en Am¨¦rica, a¨²n mas que las encomiendas [porciones de tierra que los reyes regalaban a los conquistadores fieles, con los ind¨ªgenas incluidos en la donaci¨®n]¡±. Por una paga m¨ªnima, los llamados mitayos deb¨ªan viajar caminando hasta 600 kil¨®metros, eran mezclados con otros grupos ¨¦tnicos y ten¨ªan que aguantar las duras condiciones de trabajo, una de las causas de la reducci¨®n de la poblaci¨®n originaria. El trabajo pod¨ªa incluir el mantenimiento de las lagunas artificiales para las m¨¢quinas hidr¨¢ulicas que mol¨ªan el mineral, el manejo de los ingenios para amalgamar la plata con mercurio o la extracci¨®n en la mina. Este ¨²ltimo era el peor destino porque no se pod¨ªa salir del socav¨®n durante seis d¨ªas de la semana. Este trabajo obligado deb¨ªa ser cumplido por ind¨ªgenas varones de entre 18 y 60 a?os; sus esposas pod¨ªan acompa?arlos.
Sistema inspirado en los incas
Desde que se implement¨® en 1573 por el virrey Francisco de Toledo, se calcula que 14.500 mitayos fueron forzados cada a?o a trabajar en el Cerro Rico de Potos¨ª. Inicialmente, las rotaciones se hac¨ªan cada cuatro meses, pero con el tiempo los periodos se ampliaron. Queda constancia de ello en el documento protegido por la Unesco: ¡°Los indios que han pasado la lista presente son seguros y van afianzados para que la dicha mita no padezca ninguna quiebra ni falta en el tiempo y espacio de los dos a?os por los que se hace este despacho y que, en caso de que suceda alguna quiebra o falta, no siendo por enfermedad ni muerte o por otra causa leg¨ªtima, lo pagar¨¢n con sus personas y bienes¡±. La advertencia alude como responsables del trabajo de los nativos seleccionados a los caciques, l¨ªderes ind¨ªgenas convertidos en intermediarios entre los colonizadores y las comunidades, encargados de entregar las remesas de los mitayos.
El Expediente sobre el traslado de indios¡, firmado por el escribano Ignacio de Valdez, ¡°por solicitud que realiza don Francisco Javier de Argando?a, Alcalde Mayor de Minas y Registro¡±, describe todos los engranajes que hac¨ªan funcionar la mita. Adem¨¢s de los caciques y mitayos, nombra a los corregidores (espa?oles con mayor rango que los caciques que supervisaban el env¨ªo de los ind¨ªgenas) y a los capitanes de mita, coordinadores del trabajo de los mitayos en Potos¨ª. Nuevas piezas que se a?adieron a un sistema anterior en el que se bas¨®, el mitimae, la reubicaci¨®n forzada de los grupos conquistados por el imperio incaico.
A pesar de servir como modelo, Arancibia cree que hay diferencias sustanciales entre mita y mitimae. ¡°Mientras que la mita colonial fue un sistema de explotaci¨®n laboral dise?ado para beneficiar a la Corona, el mitimae ten¨ªa un prop¨®sito m¨¢s de organizaci¨®n territorial y cohesi¨®n social dentro del imperio inca¡±. Contin¨²a: ¡°Los mitimaes eran destinados a poblar comunidades lejanas, pero las tierras que trabajaban eran suyas; cumpl¨ªan funciones sociales y econ¨®micas. Mientras que los mitayos eran tratados como mano de obra servil, obligados a vivir en condiciones inhumanas¡±.
Arancibia reconstruye la historia desde el segundo de los tres patios barrocos que tiene la Casa de la Moneda, en una antigua oficina que vivi¨® tiempos m¨¢s agitados. Para entender el inter¨¦s que despertaba la plata del Cerro Rico est¨¢ el conflicto entre vicu?as y vascongados: una guerra civil desarrollada entre 1622 y 1625, en la que los vascongados, vascos que hab¨ªan logrado primac¨ªas econ¨®micas, pol¨ªticas y familiares en Potos¨ª, buscaban defender sus privilegios ante los castellanos, andaluces y criollos americanos. Estos ¨²ltimos recibieron el nombre de vicu?as por los sombreros de lana del animal que usaban.
De ciudad de la plata a la m¨¢s pobre del pa¨ªs
La extracci¨®n del mineral provoc¨® la concentraci¨®n de hasta 150.000 habitantes ¡ª¡±66.000 indios, 40.000 espa?oles peninsulares, 3.000 espa?oles de Potos¨ª, 35.000 espa?oles criollos de Am¨¦rica y 6.000 negros¡± ¡ª, seg¨²n un censo de 1611 organizado por el virrey Juan de Mendoza y Luna. Sin embargo, en un escrito de 1600, el sacerdote jer¨®nimo Diego de Oca?a se?ala a sus superiores que ¡°hay en Potos¨ª matriculadas en las parroquias doscientas mil ¨¢nimas¡±. El Expediente sobre el traslado de indios¡ tiene un valor a?adido al ser uno de los ¨²ltimos destellos de una ciudad que, hacia principios del siglo XIX, ten¨ªa ¡°la mayor parte de sus minas abandonadas y no llegaban a 2.000 los mitayos que trabajaban en ellas¡±, asegura Carlos Mesa en su Historia de Bolivia.
El historiador argumenta este declive en la crisis espa?ola por la invasi¨®n napole¨®nica, pero antes por las constantes peticiones de suspensi¨®n de la mita desde finales del siglo XVII. Primero por los jesuitas, pero despu¨¦s por corregidores, como Pedro Enr¨ªquez (considerado benefactor de la clase ind¨ªgena), y hasta por el virrey Melchor de Navarra, quien redujo de 16 a 14 las provincias obligadas a la mita. El declive de la ahora a?orada Villa Imperial fue en ca¨ªda libre hasta el punto de que en 1999 era la ciudad con el PIB per c¨¢pita m¨¢s bajo de Bolivia. Y no fue hasta 2016 cuando logr¨® superar su n¨²mero de poblaci¨®n colonial.
La actividad minera, de plata, plomo y esta?o, sigue siendo la principal base econ¨®mica de la ciudad dominada en el horizonte por el Cerro Rico. A sus faldas se han establecido cooperativas, ingenios y viviendas de los mineros y empresarios. Cada d¨ªa, entre temperaturas de media entre 5 y 7 grados, se adentran entre las 5.000 galer¨ªas subterr¨¢neas en busca de los restos de casi 500 a?os de explotaci¨®n.
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