Del canon como patr¨®n de un estilo bailable
El Ballet de la ?pera de Leipzig ofreci¨® anteayer d¨ªa 20 en el Auditorio de Mallorca un fresco del ballet sinf¨®nico de Uwe Scholz acompa?ado de la Orquesta Simf¨°nica de Balears dirigida por Robert Reimer
Siempre que vemos una coreograf¨ªa de Uwe Scholz (Jugenhein, Hessen, 31-XII-1958 - Berl¨ªn, 21-XI-2004) surge el ¨ªntimo lamento de su muerte prematura, de c¨®mo las m¨¢s crueles y particulares circunstancias se llevaron por delante un talento excepcional, de esos que en el arte coreogr¨¢fico se dan cada muchas generaciones. Uwe, desde que era un inquieto y espigado jovenzuelo, sab¨ªa lo que quer¨ªa hacer, intu¨ªa su destino con la gran m¨²sica. Fue una bendici¨®n para el arte coreogr¨¢fico que John Cranko lo viera tambi¨¦n as¨ª, que olfateara su talento; luego Marcia Hayd¨¦e le nombra core¨®grafo residente en Stuttgart con apenas 24 a?os y a los 26 ya era core¨®grafo del Ballet de la ?pera de Zurich: eran otros tiempos y otros intereses.
Hoy ser¨ªa impensable que una gran casa de ?pera nombrara director de la danza -a¨²n probado talento mediante- a un creador de 26 escasos a?os. Pero ese milagro sucedi¨®, y por eso nos queda un patrimonio de m¨¢s de 110 coreograf¨ªas (no definitivamente catalogadas todav¨ªa) que abarca tambi¨¦n la recreaci¨®n del gran repertorio acad¨¦mico ("Lago de los cisnes", "Coppelia", etc.).
Cuando en 1991 asume la direcci¨®n del Ballet de la ?pera de Leipzig en una efervescente Alemania en plena reconstrucci¨®n de su unidad en todos los campos, Uwe est¨¢ en plenitud creativa, por la que discurre con intensidad ambiciosa, lo que patenta a trav¨¦s de la selecci¨®n de sus m¨²sicas; tambi¨¦n en escena cada vez necesita m¨¢s y m¨¢s bailarines, aspira a una formaci¨®n ideal que rivaliza con la de la gran orquesta cl¨¢sica: en Leipzig lo consigui¨®.
Esta es la compa?¨ªa que ha visitado Palma de Mallorca en una importante ¨²nica funci¨®n muy trabajada, con orquesta en el foso, como debe ser, con un director que se esmera en la sensible tarea de dirigir al servicio de la danza sin perder las identidades estil¨ªsticas de las partituras que conduce y lee con pasi¨®n. Porque para entrar en el estilo cor¨¦utico de Scholz, hay que estar dispuesto a la epis¨®dica pasi¨®n entre baile y m¨²sica, a esa comuni¨®n est¨¦tica.
El programa se compon¨ªa de dos piezas claves de ese estilo que roza el nuevo ballet sinf¨®nico desde una perspectiva en que lo emotivo se vuelve acento de la danza, todo dentro de una cierta aspiraci¨®n de pureza neoacad¨¦mica. Rara vez Scholz descompone las figuras, a lo sumo, una sutil pantomima (gestos en el fraseo) dentro de la abstracci¨®n, y perfila una idea, un ambiente, un perfume, todo dentro de ese canon evolutivo, constante, prueba de fuego para el cuerpo de baile (al que lleva hasta ser regido por una matem¨¢tica endiablada que combina velocidad ejecutoria con lectura musical). No es arriesgado decir que el canon se vuelve por momentos el eje del estilo. Una abstracci¨®n coral concebida desde el ballet sinf¨®nico de tradici¨®n, pero llevado a un terreno de sensibilidad epid¨¦rmica. Es una est¨¦tica sobria, rozando lo neutro y que no peligra envejecer. En su estilo est¨¢ presente Cranko y sobre todo una b¨²squeda, ciertamente esteticista, de imbricar la literalidad cor¨¦utica sobre la justicia del metro musical. Este planteamiento con complejas partituras sinf¨®nicas a veces se resuelve y a veces no, como ya hab¨ªa experimentado Leonidas Massine y en cierto sentido, Balanchine. Uwe persigui¨® despegarse a toda costa de la sombra del georgiano, opt¨® por otra v¨ªa de exposici¨®n y composici¨®n donde el secuenciado y la repetici¨®n provocan efectos visuales sobre lo temporal y lo pl¨¢stico.
El pianista Wolfgang Manz no necesita presentaci¨®n, su gusto, refinamiento y dominio en el Concierto para piano y orquesta Nro. 9 de Mozart, "Jeunehomme", arrop¨® a una plantilla dispuesta a sacar adelante una pieza dif¨ªcil y comprometida que va del conjunto al solista y viceversa. Y una nota para el recuerdo: Scholz cre¨® la obra el 26 de diciembre de 1986 en el Teatro Garnier del Casino de Montecarlo para la estrella francesa Geslaine Thesmar y el canadiense Paul Chalmer (con trajes de Karl Lagerfeld, comisi¨®n de Pierre Lacotte, entonces director del ballet monaguesco). Ahora Chalmer dirige el Ballet de Leipzig desde 2005 (ya hab¨ªa trabajado all¨ª en 2000) y las circunstancias le erigen como atinado custodio natural del legado de Uwe Scholz. En Espa?a tuvimos una obra de Scholz en el desaparecido Ballet Nacional Cl¨¢sico: "Galanter¨ªas del Rococ¨®" (con dise?os de Senkel) que se estren¨® el 7 de octubre de 1981. Podemos inferir estructuralmente alg¨²n parentesco con este "Jeunehomme", donde luce la inmensa facilidad de Uwe para articular materiales y combinaciones.
El programa en Palma se complet¨® con la Sinfon¨ªa Nro. 7 opus 92 de Beethoven, creado el 26 de abril de 1991 para Stuttgart y que entr¨® en 1993 en el repertorio de Leipzig. Esta es probablemente la coreograf¨ªa m¨¢s divulgada de Scholz, con reposiciones en todo el mundo (Ankara, 1997; Toulouse, 2003; R¨ªo de Janeiro, 2004; Pek¨ªn, 2007; Helsinski, 2009).
La compa?¨ªa se muestra homog¨¦nea y engarza el complejo tejido, pero los solistas son irregulares, con una calidad manifiesta de las mujeres y un tono mediocre, salvo alguna excepci¨®n aislada, en los hombres.
La espa?ola que m¨¢s brilla es Itziar Mendiz¨¢bal; como en todos los ballet alemanes, la t¨®nica es el cosmopolitismo, y la presencia hispana es fuerte: otra espa?ola: Ana Moratilla, el peruano Jos¨¦ Urrutia, la venezolana Carolina Bosc¨¢n. La francesa Laura Joffre mostr¨® un baile refinado, de equilibrios sostenidos, giros arm¨®nicos e intenci¨®n muy marcada.
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