La org¨ªa del futuro electr¨®nico
El seminario europeo sobre digitalizaci¨®n de la cultura certifica la divisi¨®n entre editores y usuarios y la falta de unidad jur¨ªdica de la Uni¨®n en materia de derechos de autor
Una "org¨ªa jur¨ªdico-formal" muchas veces alejada del sentido com¨²n. As¨ª defini¨® la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, la dispersi¨®n jur¨ªdica de la Uni¨®n Europea respecto al tratamiento legal de algo vital para una biblioteca: las obras hu¨¦rfanas, es decir, aquellas cuyos derechos mantienen su vigencia pero cuyo titular no se puede identificar o localizar y que, seg¨²n c¨¢lculos de la British Library, puede suponer hasta un 30% del material digitalizable. La intervenci¨®n de Del Corral, realizada desde el p¨²blico durante el coloquio final, fue una de las ¨²ltimas del seminario internacional La digitalizaci¨®n del material cultural que entre ayer y hoy ha reunido en Madrid con motivo de la presidencia espa?ola de la Uni¨®n a lo m¨¢s granado del continente (y parte del otro lado del Atl¨¢ntico) en la materia.
El optimismo de la voluntad de la UE (llegamos tarde a la revoluci¨®n digital, hay que actuar ya) y el pesimismo de la falta de una pol¨ªtica com¨²n (27 cerebros dando simult¨¢neamente ¨®rdenes a un mismo cuerpo) han marcado las jornadas madrile?as, coloreadas tambi¨¦n por un abanico de contrastes.
Los derechos de autor: ?cauce o barrera? "Cuando los bibliotecarios, no los usuarios particulares o los blogueros, empiezan a dudar de la bondad del sistema tal vez hay que pensar en cambiarlo". Horas antes de la rotunda intervenci¨®n de Milagros del Corral, la profesora de Derecho de la Universitat Oberta de Catalunya Raquel Xalabarder hab¨ªa sembrado sus propias dudas en el tratamiento de las citadas obras hu¨¦rfanas y de las descatalogadas. "Hay que pensar en el beneficio de la sociedad y de la propia cultura. Est¨¢ en juego un acervo cultural muy importante", dijo Xalabarder, que defendi¨® el equilibrio entre intereses privados y p¨²blicos pero lanz¨® la propuesta de que se flexibilice la ley en el caso de que no se pueda identificar al autor de una obra o en el, mucho m¨¢s pol¨¦mico, de que unos herederos no demuestren inter¨¦s en divulgarla: "La ley espa?ola ya lo permite. Tal vez s¨®lo nos falta una sentencia en ese sentido". Quiz¨¢s, apunt¨®, para algunas obras el plazo de protecci¨®n es demasiado largo, sobre todo para trabajos (es el caso de muchas fotograf¨ªas depositadas en archivos) cuya difusi¨®n est¨¢ bloqueada.
La flexibilidad no suele gustar a los editores, que opinan que la impunidad y la pirater¨ªa se colar¨¢ de rond¨®n una vez entreabierta la puerta aunque sea para casos muy concretos. Pero como record¨® desde el p¨²blico un experto dan¨¦s, los propios editores, "cuya negligencia es manifiesta a la hora de identificar las im¨¢genes con que ilustran sus libros", son tambi¨¦n los culpables de la orfandad de mucho material gr¨¢fico.
Google, el innombrable. Lo dijo claramente Anne Bergman-Tahon, representante de los editores europeos: "Me he prometido no decir su nombre". Por eso habl¨® de "un enorme buscador radicado en la Costa Oeste de los Estados Unidos" para referirse a Google, cuyo fantasma recorri¨® durante los dos d¨ªas el sal¨®n de actos de la Biblioteca Nacional. El rechazo a su pol¨ªtica de disparar primero y preguntar despu¨¦s, es decir, de escanear 12 millones de libros antes de buscar a los propietarios de los derechos, parece ser casi lo ¨²nico que pone de acuerdo a los agentes culturales europeos. "Ni una p¨¢gina digitalizada sin permiso de su due?o", dijo Bergman-Tahon. Lo mismo vino a decir Tilman L¨¹der, jefe de la unidad de Derechos de Autor de la Comisi¨®n Europea, que cerr¨® el seminario con la recomendaci¨®n de que los Estados miembros trabajen en el "reconocimiento mutuo" de sus leyes sobre obras hu¨¦rfanas una vez consensuados unos criterios b¨¢sicos: desde la "b¨²squeda diligente" (¨¦se es el t¨¦rmino fetiche) del propietario de los derechos hasta la discriminaci¨®n entre explotaci¨®n comercial o altruista pasando por el consentimiento de las sociedades de gesti¨®n.
Una biblioteca no es un negocio. Que una instituci¨®n sin af¨¢n de lucro pague menos por los derechos de una obra que una empresa con ese af¨¢n es algo que prohiben expresamente las leyes europeas de la competencia. Lo record¨® Magdalena Vinent, presidenta de la Federaci¨®n Internacional de Derechos Reprogr¨¢ficos (IFRRO por sus siglas en ingl¨¦s) y directora de su variante espa?ola, CEDRO, que ya ha solicitado al Gobierno y al Parlamento espa?oles que regulen la gesti¨®n de las obras hu¨¦rfanas. Representante de un organismo que agrupa a 123 organizaciones de 63 pa¨ªses de todo el mundo, Vinent defendi¨® la gesti¨®n colectiva de los derechos de autor como soluci¨®n a una dispersi¨®n que parece end¨¦mica en el viejo continente. As¨ª, las sociedades de gesti¨®n (como la SGAE o la propia CEDRO) ser¨ªan las encargadas de extender las licencias incluso de obras no firmadas por sus socios. En el caso de que, con el tiempo, apareciera el due?o de los derechos, se encargar¨ªa de llegar a un acuerdo econ¨®mico con ¨¦l. Voluntad tienen. Lo que piden es garant¨ªas legales de que esa voluntad no se volver¨¢ contra ellas en forma de lluvia de demandas por negociar en nombre de alguien en cuyo entierro nadie les dio vela. Cualquier cosa para salir del bloqueo.
Los editores se apresuran (lentamente). El futuro digital se parece a una de esas fiestas a las que uno llega con retraso y, ante la evidencia de que el lugar est¨¢ desierto, no sabe si llega demasiado tarde o demasiado pronto. Los integrados dicen que lo primero. Los apocal¨ªpticos (resignados), que lo segundo. Peter Brantley, director de Open Book Alliance, el conglomerado que uni¨® -contra Google Books, c¨®mo no- a Microsoft, Amazon y Yahoo-, desembarc¨® con sus predicciones -el epub tiene casi todas las papeletas para convertirse en el ansiado formato universal- y sus cifras. Unas de sprinter: en los cinco d¨ªas que siguieron a su lanzamiento el pasado d¨ªa 3 se vendieron en Estados Unidos 450.000 unidades del iPad y se descargaron 600.000 libros en formato electr¨®nico. Otras de corredor de fondo: en el mismo pa¨ªs las ventas del libro en papel se reducen cada a?o -en 2009 cayeron un 2% mientras las del electr¨®nico crec¨ªan un 200%-.
Eso s¨ª, minutos despu¨¦s, Jes¨²s Badenes, director general de la divisi¨®n editorial de librer¨ªas del grupo Planeta, le record¨® desde d¨®nde cae uno y hacia d¨®nde sube el otro: en los mismos Estados Unidos el mercado electr¨®nico s¨®lo supone un 1,3% del negocio total. Similar cuota de mercado tiene en Espa?a seg¨²n el ¨²ltimo informe del Ministerio de Cultura, aunque la subida sea del 48%. En 2009 se registraron en Espa?a 12.500 t¨ªtulos electr¨®nicos sobre una producci¨®n de 70.000.
Una m¨¢quina de pensar. "Los editores no pueden esperar a tener un jard¨ªn ideal legislativo", dijo Javier Celaya, del portal especializado Dosdoce.com, casi respondiendo a los que dicen de parte de la Coalici¨®n de Contenidos Culturales que no habr¨¢ oferta legal mientras no haya ley. Celaya fue m¨¢s all¨¢: "Demos la vuelta a los 150 millones de euros perdidos por la pirater¨ªa del libro [acad¨¦mico fundamentalmente] del a?o pasado. Pensemos que se trata de una demanda que nos estamos atendiendo". Que los editores no piensen en el futuro digital con los par¨¢metros del presente anal¨®gico (70.000 t¨ªtulos al a?o frente a siete millones de p¨¢ginas webs que, afirm¨®, se abren a diario); que el precio fijo del libro ya no servir¨¢; que la clave no es el mero contenido (que fija la demanda) sino los servicios (que fija la compra). Eso dijo. Los editores, entre tanto, sostienen que en Espa?a ha habido hasta hoy m¨¢s ruido que nueces. As¨ª, Antonio Mar¨ªa ?vila, director de la Federaci¨®n del Gremio de Editores de Espa?a, record¨® las 38 descargas del libro m¨¢s vendido en Enclave, el portal que su organizaci¨®n mont¨® con la Biblioteca Nacional para ofrecer novedades. Esta primavera se espera el desembarco de la alianza digital de tres grandes grupos editoriales: Planeta, Random House y Santillana.
Ayer por la ma?ana, en la inauguraci¨®n del seminario, la Ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, retrat¨® la ansiedad de los que piensan que todo va demasiado despacio y el miedo de los que dicen que demasiado deprisa. Valent¨ªa y serenidad fue su doble receta. Unos hablan de transici¨®n. Otro de revoluci¨®n. Para unos la Red es un tsunami creativo (Celaya). Para otro, s¨®lo un tsunami distributivo (Badenes. "Nos adaptaremos, siempre lo hemos hecho"). En estos dos d¨ªas se repitieron como un mantra las definiciones de editor como tratando de que mantengan su poder en un universo tan poco jer¨¢rquico como Internet: alguien que selecciona, alguien que dice no. Peter Brantley tambi¨¦n aport¨® su propia definici¨®n. De libro, en este caso: una m¨¢quina de pensar. La acu?o un cr¨ªtico literario en 1924.
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