V¨ªctor Ullate se adentra en los predios de la locura
El core¨®grafo estrena 'Wonderland' en Valladolid con m¨²sica de Philip Glass
Obra compleja y coral a la vez que tocada de una dramaturgia intimista, esta ¨²ltima creaci¨®n de V¨ªctor Ullate no elude los compromisos est¨¦ticos adquiridos de su propia experiencia personal y vivencial, tanto en lo art¨ªstico como en lo vital.
Es as¨ª que hay dos referencias claras al comienzo de la obra, una a Maurice B¨¦jar (su maestro en lo coreogr¨¢fico) y otra a Mats Ek (tambi¨¦n muy admirado por el zaragozano). Del primero vemos una cita expl¨ªcita y refinada en su textualidad que remite a Ballet for life, probablemente la ¨²ltima gran obra del marsell¨¦s (con m¨²sica de Queen y vestuario de Gianni Versace) en que se homenajeaba a Jorge Donn, gran amor de B¨¦jart y muerto de sida un poco antes); ambos ballets se abren con el ensemble de los bailarines tendidos en el suelo y cubiertos por s¨¢banas blancas que pueden ser tambi¨¦n mortajas.
'Wonderland'
'Wonderland': Coreograf¨ªa: V¨ªctor Ullate; m¨²sica: Philip Glass; vestuario: Anna G¨¹ell; luces: Paco Azor¨ªn; direcci¨®n art¨ªstica: Eduardo Lao. Teatro Calder¨®n, Valladolid. Hasta el 25 de abril.
All¨ª en B¨¦jart era el sida, aqu¨ª en Ullate es la locura. En ambos ballets aparece la muerte como una constante que puntea el desarrollo, que da una llamada de atenci¨®n sobre lo inevitable y damocliano.
La segunda referencia est¨¢ en el segundo acto de la Giselle2 de Ek, que se desarrolla en una cl¨ªnica para enfermos mentales (cuando aparece Giselle ha sido sometida a una lobotom¨ªa, su cabeza vendada). All¨ª en Ek tambi¨¦n salen los enfermenos de blanco, una figura que siempre transmite rechazo, vigilancia y represi¨®n aunque se vean gestos amables alguna vez.
Wonderlandsucede en un espacio cerrado donde se suceden viajes imaginarios, el audiovisual remite primero a un paisaje desolado e invernal con un ¨¢rbol desnudo. Despu¨¦s las fotograf¨ªas proyectadas en la gran pantalla a manera de "fondale" opresivamente se vuelven ¨¢ridos interiores desnudos con ventanas que dan a la nada, a una luz hiriente, a un exterior amenazante.
El registro del material cor¨¦utico desarrollado por Ullate en la hora y media larga que dura Wonderland; se sit¨²a en los m¨¢rgenes expresivos del ballet contempor¨¢neo global, una asunci¨®n de la libre asociaci¨®n po¨¦tica sobre una l¨®gica argumental no lineal y algo difusa, estimulada por la posesiva presencia de la propia locura y las ef¨ªmeras luces de comunicaci¨®n puntuales, accidentes casi de la acci¨®n m¨ªmica que interrelacionan a los personajes , delineados sobre estereotipos de esos limbos de marginalidad, ensimismamiento, falsas euforias y repentinos abatimientos que conforman los cuadros m¨¢s recurrentes de la enajenaci¨®n mental.
En ese fresco hay dos mujeres que hacen un d¨²o de apoyo mutuo y una dominante presencia de un hombre de negro que puede ser tanto la muerte como un s¨ªmbolo del dedo acusador de la sociedad, o ambas cosas, brillantemente encarnado por el joven cubano Dayron Vera, bailar¨ªn que resulta todo un descubrimiento.
Vera posee el enigm¨¢tico ¨¢ngel que tiene s¨®lo algunos y si est¨¢ en escena, inevitablemente se le mira y se le sigue; su elegante dibujo corporal, sus proporciones bastante cl¨¢sicas, su vertical y sus habilidades como "partenaire" le hacen destacar.
Es el ¨²ltimo descubrimiento de Ullate junto a otros dos cubanos tambi¨¦n, m¨¢s consagrados: los primeros bailarines Yollanda Correa y Joel Carre?o. Ella encarna a la mujer protagonista con un delicado poder de abstracci¨®n, su elocuente "allong¨¦", la delicada ductilidad del fraseo la da un brillo tr¨¦mulo de indefensi¨®n; Carre?o por su parte es s¨®lido artista y en su breve variaci¨®n se justifica plenamente. El resto de la plantilla est¨¢ muy cohesionada, exigente y entregada.
El vestuario no pasa de un correcto ejercicio de est¨¢ndares a tenor de inscribirse en la recreaci¨®n de lo civil, pasa sin resaltar ni contribuir demasiado; las luces coloristas y con efectos golpeantes a veces se hacen escasas y ocultan las evoluciones y los detalles.
El baile reglado por Ullate no obvia las partes m¨¢s dram¨¢ticas y feroces de la locura, sino que est¨¢n sugeridas sutilmente con una amabilidad que puede resultar excesiva y edulcorar un rigor que ya lleva consigo el internamiento, las que se adivinan terapias agresivas y el control minucioso del enfermo criminalizado, porque sobre otros dibujos de los caracteres particulares, la intenci¨®n de Ullate es de redenci¨®n, es llamar la atenci¨®n sobre estas personas, sacarles en la medida de lo posible del marco patol¨®gico situ¨¢ndolos en una definitoria de consolaci¨®n po¨¦tica, la de "personas especiales" (tesis sobre la que hay mucha literatura), una realidad lacerante y molesta al que la hip¨®crita convenci¨®n moderna sigue viviendo con un muro o de espaldas, a veces en paliativo disimulo. En este punto se establece el meollo de la obra, su inesperado ¨¦xito de p¨²blico.
Finalmente hay que referirse a la selecci¨®n musical. Wonderland; es el nombre de un filme de Michael Winterbottom (Reino Unido, 1961) de 1999 que tiene una partitura hom¨®nima para piano de Michael Nyman y Ullate usa un recorrido de fragmentos de Glass donde se dan citas varios estilos, entre ellos, el que lo conecta con Nyman precisamente.
Este ballet pide a gritos la orquesta en directo, la merece, le dar¨ªa un empaque m¨¢s dram¨¢tico y sinf¨®nico y un decisivo peso formal. El resultado de la selecci¨®n es oscilante y de hecho hay una profusa variedad estil¨ªstica.

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