Proporci¨®n equilibrada

Ariel Rot argumentaba sobre el escenario de Mirror que lo suyo debe ser un cincuenta por ciento de rock y otro cincuenta por ciento de roll. No es mala forma de escapar de la perenne sombra rollingstoniana que siempre ha marcado los lugares m¨¢s comunes de la trayectoria de Tequila y Los Rodr¨ªguez, y que no siempre ha justificado por s¨ª sola una carrera en solitario que, con momentos desiguales, no ha dejado de deparar agradables sorpresas. Porque es precisamente lo que ¨¦l llama el roll lo que imprime car¨¢cter a algunos de los m¨¢s memorables pasajes de su discograf¨ªa, aquellos en los que levanta el pie del acelerador, escapa a la sota, caballo, rey e incurre en un detallismo sentimental de lo m¨¢s jugoso: Dos de Corazones, Adi¨®s, Carnaval y Una casa con tres balcones siguen siendo canciones may¨²sculas, y las tres cayeron en Valencia.

Por lo dem¨¢s, la noche discurri¨® fiel a un gui¨®n en el que no faltaron la cumbia rock arrabalera marca de la casa (Papi dame la mano), los gui?os al blues del Delta (Manos expertas) y algunos riffs de guitarra tan herc¨²leos como infecciosos (los de Vals de los recuerdos). Porque si de algo sirve la estupenda banda que acompa?a a Rot en escena, adem¨¢s de para realzar los pasajes m¨¢s notorios de Solo Rot (su ¨²ltimo disco) o del resto de su carrera, es para subrayar su rol de brillante guitarrista, un aspecto no siempre enfatizado. El hispano argentino, que parece haber hecho un pacto con el demonio (a juzgar por lo bien que lleva sus reci¨¦n cumplidos 50 a?os), coron¨® su actuaci¨®n con la concesi¨®n nost¨¢lgica de rigor, un largo bis en el que no faltaron Milonga del marinero y del capit¨¢n, Dulce condena o una Hace calor (todas de Los Rodr¨ªguez) en clave de tango improvisado. Una larga propina que fue lo m¨¢s prescindible de la noche, y que por momentos borde¨® la extenuante jam session.