El 'risorgimento' no ser¨¢ televisado
'Yo soy el amor' de Luca Guadagnino se estrena en Espa?a tras arrasar entre la cr¨ªtica internacional. Un s¨ªntoma m¨¢s del esfuerzo entre los nuevos cineastas italianos por sacar adelante un cine personal. A pesar de la televisi¨®n.
"El problema es la televisi¨®n". Al habla Luca Guadagnino , el responsable de que otra vez la cinefilia mundial se refiera a una pel¨ªcula italiana en t¨¦rminos superlativos. La obra en cuesti¨®n es Yo soy el amor , protagonizada y coproducida por Tilda Swinton. Y el problema al que se refiere Guadagnino es la forma en la que la televisi¨®n ha condicionado el cine italiano tanto al nivel de la producci¨®n como en el del consumo. Una pel¨ªcula, y un autor, que se revelan sintom¨¢ticos del 'risorgimento' del cine italiano en los ¨²ltimos a?os y, tambi¨¦n, de sus l¨ªmites.
La historia de Yo soy el amor comenz¨® en 2002 cuando Gudagnino trabaj¨® con la brit¨¢nica Tilda Swinton el documental The Love Factory. Un di¨¢logo entre el director y la actriz sobre el amor que encendi¨® la voluntad de ambos por hacer un largometraje, en sus palabras, "sobre el amor como pulsi¨®n violenta, arrebatadora, destructora, liberadora." Pero el amor no encontr¨® financiaci¨®n y tuvo que esperar siete a?os para materializarse en lo que es hoy una de las sensaciones en el circuito internacional de V.O. Entre medio, Guadagnino acept¨® obras de encargo como la adaptaci¨®n del cine del t¨®rrido best-seller Melissa P. y compagin¨® sus labores 'art¨ªsticas' con otras 'comerciales'. "El principal reto de esta pel¨ªcula fue hacer que con los tres millones de euros que tuvimos para hacer la pel¨ªcula pareciera que hab¨ªamos gastado quinientos millones", dice entre risas.
Yo soy el amor retrata a la familia Recchi a principios de la d¨¦cada de dos mil. Una familia de empresarios milaneses que han labrado su fortuna con esfuerzo y, como deja entrever una de las escenas de la pel¨ªcula, con un toque de transformismo pol¨ªtico post-fascista. Una familia burguesa, elegante y fr¨ªa, hasta que el amor irrumpe en el n¨²cleo familiar. La hija de la familia abraza su sexualidad en una rec¨®ndita Londres, el hijo conoce a un joven cocinero que le har¨¢ apreciar el lado m¨¢s terrenal de la vida y la madre, Tilda Swinton, conoce al cocinero con ¨¦l que comenzar¨¢ un affaire que condicionar¨¢ a toda la familia. "El cinismo es el lenguaje del capitalismo. El amor es mucho m¨¢s honesto", comenta el realizador mientras, entre citas a Michel Foucault, Slavoj Zizek, o Karl Marx, defiende una pel¨ªcula que la cr¨ªtica internacional ha saludado con elogios poniendo el acento en una entelequia llamada 'nuevo-cine-italiano.'
"Se habl¨® de nuevo cine italiano con Michele Placido. Y con Ferzan ?zpetek. Se habla ahora de nuevo cine italiano con Matteo Garrone y con Paolo Sorrentino. Se habla de nuevo cine italiano cada cinco a?os. Pero eso no es posible", comenta Guadagnino visiblemente cansado de contestar a la misma pregunta entrevista tras entrevista. Despu¨¦s de la resaca autoral de los sesenta y setenta, el cine italiano parec¨ªa estar esperando un nuevo Rossellini o un nuevo Fellini con el que levantar su cinematograf¨ªa. En los ochenta y noventa, entre productos de consumo internacional masivo como Cinema Paradiso, subproductos destinados al consumo nacional, ejemplar es el caso de la saga Vacanze di natale, o pel¨ªculas de claro calado partidista como el cine de Nanni Moretti, el cine de los Apeninos esperaba el relevo generacional. Mientras, en los ochenta, la industria cinematogr¨¢fica italiana se centrificaba cada vez m¨¢s en la televisi¨®n y la televisi¨®n se centrificaba cada vez m¨¢s en la esfera pol¨ªtica... El p¨²blico, por su parte, se acostumbr¨® a productos "verticales", como dice Guadagnino. Es decir, "pel¨ªculas en las que para satisfacer a todos, no se habla de nada."
Esperando la horizontalidad, que Guadagnino reivindica en su cine nacional, pel¨ªculas independientes como Il divo de Paolo Sorrentino, Gomorra de Matteo Garrone, Videocracy de Erik Gandini, L'uomo chi verr¨¢ de Giorgio Diritti conviven en la cartelera italiana con formas m¨¢s cl¨¢sicas de consumir y producir cine. Una dicotom¨ªa que este fin de semana tendr¨¢ su traducci¨®n en las salas espa?olas con el estreno de la pel¨ªcula de Guadagnino y la nueva pel¨ªcula de Giuseppe Tornatore, Baar¨¬a. Una dicotom¨ªa que va m¨¢s all¨¢ de nuevo y viejo cine para resituarse en el eje entre la verticalidad y la horizontalidad del cine. Aqu¨ª, en Italia, o en Corea.
Babelia
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