La tauromaquia revivida

Los dos primeros tercios del toro tercero de la tarde supieron a gloria. Col¨®quense en un cuadro de honor los siguientes nombres: Ra¨²l Cervantes, Rafael Gonz¨¢lez y V¨ªctor Manuel Mart¨ªnez, y en el frontispicio, su jefe de filas, David Mora. Entre los cuatro consiguieron que la tauromaquia se hiciera presente; la aut¨¦ntica, la de verdad, la que pone los vellos de punta, la que permite so?ar despierto y que se olviden los malos ratos.

El toro, de nombre Frijonero, de 626 kilos de peso, con un trap¨ªo excelente y bien armado, sali¨® con muchos pies. Y all¨ª, en el tercio, lo esper¨® Mora con una encomiable decisi¨®n, y lo capote¨® con enorme valent¨ªa y una decisi¨®n fuera de lo com¨²n. Las ver¨®nicas no pudieron ser hondas, pero s¨ª muy emotivas por la codicia del animal y la raza del torero, que fue ganando terreno en cada lance. Volvi¨® a dar muestras de su pundonor, ya con m¨¢s calma, al llevar el toro al caballo con ver¨®nicas con m¨¢s enjundia y una media de cartel.

La lidia correspond¨ªa a Ra¨²l Cervantes y lo hizo toreramente, con elegancia y prestancia; y, sobre todo, con inteligencia. Un capotazo medido y pasos perdidos hacia atr¨¢s, y el toro, perfectamente colocado para el par de banderillas; y as¨ª, otra vez. Y la plaza cruj¨ªa de emoci¨®n. A continuaci¨®n, Rafael Gonz¨¢lez puso dos pares -en especial, el segundo- de poder a poder, asom¨¢ndose al balc¨®n y dejando los palos en todo lo alto. Y V¨ªctor Manuel Mart¨ªnez no quiso ser menos y clav¨® otro par sensacional. Los dos fueron obligados a desmonterarse, y la ovaci¨®n fue atronadora.

Que no quede oculto el toro, codicioso donde los haya, que acometi¨® con fortaleza al capote, empuj¨® y blande¨® en el caballo, y persigui¨® en banderillas. Cuando David Mora tom¨® la muleta, la plaza ol¨ªa a suceso importante, sin¨®nimo de faena grande.

Lo cit¨® el torero desde el centro del anillo, pero Frijonero se resisti¨® a acudir. Accedi¨® despu¨¦s de una larga insistencia y dej¨® claro que ten¨ªa mucho que torear porque su genio poderoso entra?aba una evidente dificultad. Aguant¨® Mora, y consigui¨® dos tandas de derechazos vibrantes, algunos largos y hondos, pero todos cargados de inter¨¦s. El toro punte¨® por el lado izquierdo, se vino abajo, y el diestro no pudo redondear su labor. Adem¨¢s, mat¨® de un bajonazo infame, y la gran ovaci¨®n se le llev¨® el toro en el arrastre. Mora fue un torero enrazado y pundonoroso que no supo culminar su labor.

El resto del festejo no tuvo color. Primero, porque los toros de Cuadri, dificultosos por su condici¨®n y soser¨ªa, un comportamiento desigual, ¨¢speros y correosos, no permitieron muchas confianzas; y segundo, porque exig¨ªan enga?os muy mandones y toreros muy seguros; y, claro, no est¨¢n los tiempos para ello.

L¨®pez Chaves, por ejemplo, es torero valiente y bullidor. Hizo lo que sabe: ponerse delante y tratar de dar pases. Pero su arrojo carece de calidad, porque su colocaci¨®n no es la adecuada. Da muchos pases, pero dice poco. ?spero fue su primero, al que tore¨® muy despegado, y soso y corto de embestida el cuarto. De todos modos, hab¨ªa que estar all¨ª abajo para resolver los problemas.

Y a Salvador Cort¨¦s lo pitaron en el quinto, al que la plaza aplaudi¨® injustamente. No es Cort¨¦s un exquisito, pero ese toro embest¨ªa corto y con la cara alta, punteaba la muleta y no facilit¨® la labor del torero. Los tendidos tomaron parte por el toro. Por cierto, su hermano, Luis Mariscal, salud¨® en banderillas. Tampoco pudo brillar en el segundo, muy parado, como le ocurri¨® a Mora en el sexto, muy descastado, y al que mat¨® mucho peor que al tercero.