Peor, imposible
?Vaya comienzo de la llamada Feria del Aniversario! Peor, imposible...
Ves a estos toreros dar pases, y se te cae en alma a los pies. Ves c¨®mo andan estos toros y te recuerdan a las piaras de cerdos en las montaneras; y que se sepa, los cerdos no emocionan, precisamente, por sus andares, sino por lo que llevan dentro. Estos toros, guapos, con cuajo y presencia por fuera, pura fachada, y por dentro no encierran m¨¢s que trozos de carne anestesiada. Con estos toros, como con casi todos, parece imposible el toreo moderno, ¨¦se que habla de sentimiento, de elegancia, de aroma y duende. Con estos toros no es posible so?ar, aunque te quedes profundamente dormido de aburrimiento; con estos toros, adi¨®s a la fiesta brava.
Seis toros, seis, salieron ayer, gemelos en una ristra interminable de defectos. Ninguno acudi¨® con franqu¨ªa a los capotes; ninguno hizo una brava pelea en los caballos -todos empujando con un solo pit¨®n, la cara alta, con mala gana-; todos se pararon en banderillas, y llegaron el tercio final sin sangre en las venas, sin la codicia que nunca conocieron, sin la fuerza que les abandon¨® qui¨¦n sabe cu¨¢ndo, sin calidad, sin recorrido, sos¨ªsimos, mirando al tendido, acobardados, derrengados, adormilados, moribundos...
Peor, imposible.
Y ¨¦sta es la fiesta que, al parecer, quiere ense?ar a quien no la conoce la llamada Mesa del Toro, que la integran quince colectivos que se han unido de mentirijillas para hacer un frente com¨²n contra los antitaurinos. Se enga?an o pretenden enga?arnos. Esta fiesta no se puede ense?ar a nadie porque es una aut¨¦ntica verg¨¹enza. Esta fiesta hay que esconderla, cerrar sus puertas, limpiarla por dentro, sanearla, expulsar a los p¨ªcaros, que son legi¨®n, y hacer un espect¨¢culo completamente nuevo. Hay que exterminar la calamidad del toro actual, y buscar al de verdad, bravo, poderoso, fiero y noble, ¨²nico cimiento de un espect¨¢culo emocionante. Mientras la fiesta no haga su propia revoluci¨®n interna, todo lo que diga o haga la Mesa del Toro ser¨¢ pura propaganda ayuna de credibilidad. La realidad no est¨¢ en la Mesa, sino en las plazas, en las dehesas y en los despachos. Y ah¨ª lo que abunda es la miseria. Que nadie se enga?e, pues, y que no pretendan enga?ar a nadie. La fiesta de los toros est¨¢ podrida, y no precisamente por culpa de los antitaurinos. El enemigo, todos lo saben, est¨¢ dentro. Pues, exp¨²lsenlo, se?ores de la Mesa del Toro; si no pueden, disu¨¦lvanse, ahorren gastos, y no sean protagonistas de una burlesca pantomima.
Pero es que ves a estos toreros dar pases y se te cae el alma a los pies... Qu¨¦ vulgaridad, v¨¢lgame Dios; qu¨¦ falta de estilo y compostura; qu¨¦ poco gusto y torer¨ªa, qu¨¦ escaso sentido de la medida y del pudor, qu¨¦ mediocridad, qu¨¦ sopor... Oj¨², qu¨¦ cruz... Y el que no lo crea, que venga a Madrid y lo sufra con los que, un d¨ªa y otro tambi¨¦n, ya nos duele el alma de tanto aburrimiento.
Es verdad que los toros no sirvieron, lo cual no justifica una actuaci¨®n tan lastimosa de la terna, que, al menos, ayer, no resisti¨® ni el m¨¢s ben¨¦volo examen. Parec¨ªan toreros de provincia, asiduos de plazas port¨¢tiles, donde se cortan las orejas f¨¢ciles mientras los parroquianos se lo pasan en grande con op¨ªparas meriendas y buen vino.
Ni Urdiales, ni Pinar ni Tendero estuvieron a la altura de las circunstancias. Los tres se mostraron henchidos de vulgaridad, sin ideas ni recursos para solventar las sosas papeletas que les presentaron sus oponentes. Y los tres, muy pesados, pasados de rosca, como si no fuera con ellos las palmas de tango y la desesperaci¨®n de los tendidos.
Despegado intent¨® dar pases y m¨¢s pases Diego Urdiales, al que le pitaron con fuerza para que no continuara con m¨¢s tandas y tandas en el cuarto de la tarde. Esboz¨® alguna ver¨®nica Pinar en su primero, y unas chicuelinas garbosas dej¨® en el ambiente, pero tiene una concepci¨®n demasiado sosa de su tauromaquia y dice poco; y Tendero, mal colocado casi siempre, aburri¨® como el que m¨¢s y desesper¨® a la hora de matar.
Quiz¨¢, el problema resida en que el toreo no consiste en dar pases, sino en sentir todo lo que se hace...
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