El galope trepidante de un toro
El suceso ocurri¨® en el tercero. Sebasti¨¢n Castella lo cit¨® desde los medios, y Pudoroso acudi¨® con un galope vibrante, engallado, desafiante, con la mirada fija, veloz como una bala. Y el torero lo pas¨® por alto plantado en la arena; y otra vez, seguido de un pase cambiado con la izquierda, un recorte y el obligado de pecho en perfecta ligaz¨®n. Se acababa de vivir un momento hist¨®rico protagonizado por la codicia trepidante de un toro que se com¨ªa literalmente la muleta y la quietud de un torero valeroso. La plaza, puesta en pie, atron¨® emocionada.
Lo cita de nuevo el diestro con la mano derecha y el animal acude presto, humillado, persiguiendo el trapo con desesperaci¨®n, incansable en su embestida, y es en esa tanda cuando Pudoroso gana la pelea. 'P¨ªdele a Dios que no te toque un toro bravo', dicen que dijo Belmonte. Encastado y noble hasta la m¨¦dula era ¨¦ste y exig¨ªa un torero de mucha calidad para estar a su altura. Y Castella sigui¨® dando pases, en los que acompa?¨® con desigual fortuna la categor¨ªa de su oponente, pero no hubo comuni¨®n, ni comp¨¢s, ni la fortuna requerida entre la casta y la maestr¨ªa. Acompa?ar no es torear; sobre todo, si se cita fuera de cacho y despegado del toro. All¨ª segu¨ªa, no obstante, emocionando el animal, vencedor en una desigual pelea que gan¨® de corrido ante un Castella que alarg¨® su labor en la b¨²squeda infructuosa de un dominio inexistente. Y Pudoroso, fijo, largo, humillado siempre, y triunfador.
Del R¨ªo/El Fundi, Castella, Perera
Cinco toros de Victoriano del R¨ªo, desigualmente presentados, mansos y nobles; encastados segundo, cuarto y, especialmente, el quinto; desclasado el primero e invalido el tercero. El sexto, de Toros de Cort¨¦s, justo y deslucido.
El Fundi: casi entera y tres descabellos (silencio); pinchazo, estocada -aviso- (pitos).
Sebasti¨¢n Castella: estocada trasera -aviso- (oreja); -aviso- pinchazo, media baja -2? aviso- y un descabello (gran ovaci¨®n).
Miguel Angel Perera: estocada trasera y ca¨ªda (silencio); dos pinchazos y casi entera (silencio)
Plaza de las Ventas. 3 de junio. Tercera corrida de la Feria del Aniversario. Lleno.
Mat¨® mal el diestro franc¨¦s, y su mala suerte hizo justicia. Porque una oreja hubiera sido injusta. Quien mereci¨® los honores de la puerta grande fue el toro y no el torero. Y que se sepa que Pudoroso no fue un toro bravo, pues hizo una fea pelea en el caballo, del que sali¨® suelto las dos veces; pero cambi¨® en banderillas, quiz¨¢, tambi¨¦n, por la torer¨ªa con la que hizo la suerte Javier Ambel, que clav¨® dos pares superiores; especialmente, el segundo, de poder a poder. El toro se vino arriba y recuper¨® una alegr¨ªa y una fijeza que mantuvo hasta su muerte.
No se le puede negar a Castella sus ansias de triunfo. Y as¨ª lo demostr¨® en su primero, encastado tambi¨¦n, pero con menos fortaleza. Perera y Castella, empujados por el p¨²blico, rivalizaron en un tercio de quites; el primero, por gaoneras, y el segundo, con unos capotazos de frente por detr¨¢s que supieron a poco. Como suele ser habitual, Castella comenz¨® su faena con dos pases cambiados por la espalda en los que su oponente evidenci¨® su acometividad, nobleza y buen tranco. Aguant¨® el torero con un valor seco, pero tore¨® muy poco. Se arrim¨® mucho, pero los pases carecieron de valor. ?ste y no otro es el problema de este torero. Se siente c¨®modo entre los pitones, pero su sentido del toreo es vulgar. Se dio el arrim¨®n, lig¨® tandas muy desiguales y calent¨® el ambiente. Tanto, que le concedieron una oreja. Si le corta otra a Pudoroso, lo sacan a hombros por la puerta grande, lo que hubiera sido un premio desmedido. En sus manos cayeron los mejores toros de la tarde, y su balance debi¨® ser mejor.
Por cierto, la corrida, desigual de presentaci¨®n y de mal comportamiento en los caballos, mantuvo el inter¨¦s por su casta, su movilidad y nobleza. Tres toros fueron aplaudidos en el arrastre, y la palma se la llev¨® el vibrante Pudoroso.
Pero no fue el ¨²nico. Otro que se march¨® cabizbajo fue El Fundi. El maestro est¨¢ en horas bajas. Con escaso ¨¢nimo, poco sitio, menos ideas, fr¨ªo, desganado, desbordado... Torpe estuvo ante su primero, una raspa dificultosa que parec¨ªa afeitado; y mal sin paliativos ante el cuarto, un toro vigoroso y con picante, ante el que se dej¨® ganar la pelea. Algo le pasa a este Fundi, que est¨¢ desconocido.
Y mala suerte la de Perera. Quiso triunfar, pero el peor lote fue el suyo. No perdi¨® nunca la cara, pero de donde no hay no se puede sacar.
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