"Escribir es algo horrendo pero hermoso"
La germano-rumana Herta M¨¹ller, premio Nobel de Literatura 2009, habla sobre su obra en la Biblioteca Nacional de Madrid
"Herta, le contar¨¦ una cosa de mi madre. Ella pensaba que los extranjeros la entend¨ªa ley¨¦ndole los labios". "La comprendo. Por eso yo llevo siempre los labios tan rojos". As¨ª, con una broma sobre la necesidad de la traducci¨®n simult¨¢nea, empez¨® esta tarde en la Biblioteca Nacional el coloquio entre el periodista y escritor Juan Cruz y la ganadora del ¨²ltimo premio Nobel de Literatura, la rumana de lengua alemana Herta M¨¹ller . La escritora acaba de publicar en Espa?a la novela Todo lo que tengo lo llevo conmigo (editada por Siruela en castellano y por Bromera en catal¨¢n en las versiones de Rosa Pilar Blanco y Joan Fontcuberta i Gel respectivamente) y a las siete de la tarde hab¨ªa llenado ya el sal¨®n de actos, desafiando al calor, a la huelga de metro y, sobre todo, al f¨²tbol, un deporte del que M¨¹ller dice no entender nada.
Todo lo que tengo lo llevo conmigo recupera la memoria de los 100.000 rumanos de origen alem¨¢n deportados en 1945 a los campos de trabajo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Murieron 10.000, pero entre los supervivientes estaba la propia madre de Herta M¨¹ller (Nitzkydorf, 1953) y el poeta Oskar Pastior, con el que la novelista comenz¨® a escribir esa misma novela hasta que la muerte de Pastior detuvo el proyecto en 30 p¨¢ginas de las que ella tuvo que seguir tirando en solitario.
Soledad fue, de hecho, la primera palabra invocada por Juan Cruz para hablar de la obra narrativa de M¨¹ller (editada en espa?ol por la citada Siruela y Punto de Lectura en bolsillo). "Cuando uno no se adapta a un r¨¦gimen dictatorial termina abocado a la soledad porque se convierte en un problema para los que s¨ª se adaptan. Hay preguntas como "?de d¨®nde venidos?" que resultan triviales en una situaci¨®n normal pero que en una dictadura son terribles", respondi¨® la autora de La bestia del coraz¨®n, que record¨® que, m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica, ella conoc¨ªa el sentimiento de soledad -"aunque no conociera la palabra"- desde que le toc¨® cuidar sola de las vacas de su familia. Fue en una comunidad german¨®fona muy endog¨¢mica pero cuya cerraz¨®n termin¨® siendo un anticipo de la dictadura de Ceaucescu: "Tambi¨¦n la ciudad era pueblerina: todo el mundo observaba, espiaba, prohib¨ªa".
Las huellas del miedo
M¨¹ller, que se neg¨® a hablar de la dictadura como de una met¨¢fora, aunque fuera de una met¨¢fora del mal, record¨® que la Securitate era una organizaci¨®n criminal que lleg¨® a reclutar a sus miembros entre los ni?os de los orfanatos, llenos durante a?os en virtud de la pol¨ªtica de natalidad del r¨¦gimen comunista (cinco hijos por mujer) y de la estricta prohibici¨®n del aborto: "Los ni?os eran sometidos a una educaci¨®n monstruosa para sacar de ellos el personal adecuado, funcionarios capaces de actuar sin mala conciencia".
Miedo fue otra de las palabras que Juan Cruz puso sobre la mesa. Y ¨¦sta fue la respuesta de su interlocutora: "No vivo con miedo, convivo con las huellas del miedo".
?Escribir sirve para conjurarlo? Para Herta M¨¹ller, lectora ferviente de Klemperer, Sempr¨²n y Thomas Bernhard, la escritura no garantiza nada pero siempre hay cosas que ella "no sab¨ªa que el lenguaje sab¨ªa". S¨®lo las descubri¨® cuando se puso a escribir, algo que est¨¢ lejos de ser una actividad placentera: "A m¨ª no me gusta escribir", dijo rotunda. "Es un trabajo m¨ªsero que te hace enfermar de los nervios. Escribo para terminar de escribir. Cuando tengo un libro entre manos escribo d¨ªa y noche para llegar al final. Escribir es algo horrendo pero hermoso. Siempre que termino una novela digo que no voy a escribir m¨¢s. Llev¨® 30 a?os as¨ª".
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