Tras el fragor de la batalla
El Festival de Benic¨¤ssim encara su decimosexta edici¨®n viviendo de rentas tras unos a?os de feroz competencia
Quiz¨¢ sea la crisis econ¨®mica mundial, quiz¨¢ sea la ausencia de megaestrellas, o quiz¨¢ sea simplemente que el FIB no constituye ya novedad alguna para gran parte del p¨²blico brit¨¢nico. El caso es que el baj¨®n de asistencia de cara a esta edici¨®n, desde ma?ana jueves al pr¨®ximo domingo, va a ser notable. Y lo m¨¢s curioso de todo es que se produce justo cuando la cita benicense ya no se ve asediada por la competencia de otros festivales. Y es que, pese a la considerable retracci¨®n en la venta de abonos, el festival de Benic¨¤ssim est¨¢ muy lejos del batacazo. M¨¢s bien podr¨ªa hablarse de reajuste. Lo que se traduce en unos 30.000 espectadores diarios, un guarismo muy digno y considerable, pero tambi¨¦n distante de los casi 50.000 de la pasada edici¨®n. Algo que, sin duda, por aquello de la comodidad, agradecer¨¢n quienes se acerquen este a?o.
Se esperan 30.000 'fibers' diarios, lejos de los 50.000 de la edici¨®n pasada
Hay al menos una decena de buenas razones musicales para acudir al FIB
El reajuste viene tambi¨¦n marcado por el cambio en la gesti¨®n del certamen. Tras la retirada de los hermanos Mor¨¢n, padres fundadores del FIB, todo queda en manos ahora del empresario irland¨¦s Vince Power. El cambio, lejos de ser traum¨¢tico, no ha supuesto un giro copernicano en su orientaci¨®n, aunque bien puede decirse que esta edici¨®n no deja de desprender cierto aroma de nadar y guardar la ropa, merced a un cartel que, pese a contar con focos de inter¨¦s incontestables, no est¨¢ precisamente entre los mejores de su historia. Incidiendo en su britanizaci¨®n, no faltar¨¢n los saldos (no otra cosa son Kasabian, los ya agotados The Prodigy, Ian Brown, The Courteneers o Paris Riots), pero habr¨¢ tambi¨¦n primeras visitas que cotizar¨¢n muy al alza, como la del africanismo pop de Vampire Weekend o esa constelaci¨®n de estrellas congregada alrededor del pop electr¨®nico que, cada vez con mejor olfato, pule Damon Albarn (Blur) al frente de Gorillaz. Am¨¦n de citas con la historia dorada del pop. Como la de Ray Davies, l¨ªder de los insignes The Kinks.
O sin necesidad de remontarnos tan lejos en el tiempo, la resurrecci¨®n postpunk de los PIL de John Lydon, el revival ska de The Specials, la perenne densidad de los hechizantes Echo & The Bunnymen o los espectros de Joy Division, de nuevo presentes gracias a su bajista Peter Hook y una banda de circunstancias.
Pero no solo de nostalgia va a vivir esta edici¨®n, claro. Porque si algo nunca falla en el FIB es su excepcional segunda l¨ªnea de ataque, ese pu?ado de excitantes bandas que no suelen acaparar titulares. Nadie deber¨ªa perderse a The Cribs, Broken Bells, Klaxons, Cut Copy, Mumford & Sons, Dizzee Rascal, Dirty Projectors, Foals, The Clientele o a la divina Charlotte Gainsbourg.
Ni tampoco a Alondra Bentley, Sr. Chinarro, Standstill, Tri¨¢ngulo de Amor Bizarro, Cohete o Cuchillo, principales apuestas de una armada espa?ola que ser¨¢ recibida con una algarab¨ªa patria desafiante ante la invasi¨®n for¨¢nea y alimentada por el triunfo de la Roja, tal y como ocurri¨® hace dos a?os, despu¨¦s de que la asistencia for¨¢nea casi copara el FIB unos d¨ªas despu¨¦s de terminar la Eurocopa del tiqui-taca. La saludable continuidad del festival ha dejado por el camino ya a alguna generaci¨®n de fibers hispanos que ha desertado, y que tiene su continuidad en gente m¨¢s joven, quiz¨¢ de otro perfil menos exigente. Y pese a todo, pese a que el FIB ya no es lo que era, hay todav¨ªa cada a?o al menos una decena de buenas razones, estrictamente musicales, por las que dejarse caer por el recinto anexo a la Nacional 340.
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