La m¨²sica saca adelante a Nueva Orleans
La ciudad del Katrina recuerda el hurac¨¢n cinco a?os despu¨¦s y combate el desaliento con un arma indestructible: su propia m¨²sica
La realidad es testaruda. En un lejano 1893, John Fitzpatrick, alcalde de Nueva Orleans, dio la voz de alarma: "Las condiciones de drenaje de la ciudad son extraordinariamente desastrosas. Necesitamos un plan general". Ni caso. Estas palabras, repetidas como un mantra a lo largo de lustros y d¨¦cadas, siempre se las acab¨® llevando el viento, y la desidia dej¨® a Nueva Orleans expuesta a su suerte. Y entonces lleg¨® el agua. A raudales. En 1915, un hurac¨¢n arras¨® gran parte de la ciudad. En 1927, el Mississippi se desbord¨®, y se calcula que el efecto de las inundaciones mat¨® a m¨¢s de 500 personas y dej¨® sin hogar a casi un mill¨®n, casi el 1% de la poblaci¨®n de Estados Unidos en aquella ¨¦poca. En 1965, otro hurac¨¢n -llamado Betsy- mat¨® a una docena de personas. En 1995, la ciudad vivi¨® otras inundaciones con resultado de seis muertos y casi 60.000 casas da?adas. En verano de 2005, el hurac¨¢n Katrina dej¨® inundado el 80% de la ciudad y se llev¨® la vida de 1.500 personas. Este a?o, cuando Nueva Orleans empezaba recuperar una cierta normalidad, ocurri¨® lo inaudito: de nuevo el agua, esta vez impregnada de petr¨®leo procedente de una plataforma de British Petroleum (BP) en el golfo de M¨¦xico, ensuciaba sus costas y emborronaba su futuro.
Pero ante la devastaci¨®n la vida es tambi¨¦n cabezona, y para revivir la vieja Nueva Orleans atesora un arma indestructible: su propia m¨²sica. Sus calles fueron las que formaron a figuras como Louis Armstrong, Mahalia Jackson, Louis Prima, Profesor Longhair, Guitar Slim, Eddie Bo o Fats Domino, por citar algunos, y eso marca a fuego el esp¨ªritu de la ciudad. Desde siempre, el ritmo negro de la Crescent City (atribulado, contagioso, alegre y con un cierto regusto final a fatalidad) ha ayudado a sus gentes a intentar olvidarse por un rato de un crudo destino: las tormentas, los huracanes, el agua que destroza sus barrios, y tambi¨¦n los alt¨ªsimos ¨ªndices de pobreza, la corrupci¨®n que todo lo impregna y la criminalidad rampante. As¨ª como las brass band funeral dan aliento a los afligidos en los entierros de la ciudad, toda la m¨²sica de Nueva Orleans es un conjuro contra la adversidad, una catarsis que posibilita el renacimiento tras la muerte, la resistencia frente a la desgracia. Da igual que sea blues, caj¨²n, rock?n?roll, soul, funk o rap. Bajo el hechizo de su paleta de melod¨ªas y ritmos (afrocaribe?os, pero tambi¨¦n amerindios y europeos), la ciudad muestra su semblante m¨¢s luminoso, el que la hizo cuna de los derechos civiles, el del esp¨ªritu m¨¢s abierto y liberal, el que amamant¨® el nacimiento del jazz, y se vuelca en lo que sabe hacer mejor que nadie: disfrutar sac¨¢ndole la lengua a la tragedia. Al fin y al cabo, tal y como escribi¨® Mark Twain, en Nueva Orleans "son pocos los vivos que se quejan, y de los otros ninguno".
El gran Armstrong ten¨ªa una canci¨®n que se llamaba Do you know what it means to miss New Orleans? (?Sabes lo que significa echar de menos a Nueva Orleans?). Muchos debieron acordarse de ella cuando aquel agosto de 2005 en alg¨²n momento se lleg¨® a pensar que la ciudad corr¨ªa el riesgo de desaparecer bajo las aguas. Para siempre. No ha sido as¨ª, pero cinco a?os despu¨¦s del paso del Katrina, la reconstrucci¨®n est¨¢ siendo lenta y compleja. Hay voces que son entusiastas y hablan de renacimiento, y hay otras que alertan del peligro de convertir NOLA (acr¨®nimo de New Orleans y Louisiana) en un parque tem¨¢tico de s¨ª misma. Mientras llega el futuro, estos d¨ªas New Orleans recuerda el desastre de hace cinco a?os con m¨²sica por toda la ciudad. Para calentar motores, el 24 de agosto, la joven superstar country Faith Hill, nativa del Mississippi, cantar¨¢ gratuitamente en el Mahalia Jackson Theater de la ciudad. El s¨¢bado 28, de la mano del equipo de la serie Trem¨¦, de HBO -basada en historias de vidas cruzadas tras el paso del hurac¨¢n por Nueva Orleans, todas hilvanadas por la m¨²sica- , en la House of Blues actuar¨¢n m¨²sicos ic¨®nicos de la ciudad como Irma Thomas, Lloyd Price, la Rebirth Brass Band y John Boutt¨¦, autor del tema de la serie creada por David Simon. Y el domingo 29, el Washington Artillery Park acoger¨¢ a Trombone Shorty, a los Mardi Gras Indians y tambi¨¦n a John Boutt¨¦, entre otros muchos, para rendir homenaje a "la entereza y el trabajo duro" de los habitantes de Nueva Orleans, en palabras del alcalde Match Landrieu (m¨¢s conciertos y actos de homenajes en www.nola.com).
Tanto tiempo despu¨¦s, la sombra del Katrina sigue siendo larga y su impronta ha condicionado tambi¨¦n la vida de sus m¨²sicos. Mientras algunos no tuvieron m¨¢s remedio que emigrar y buscarse la vida por otras geograf¨ªas, otros se dedicaron "a beber whisky y fumar hierba" con m¨¢s fruici¨®n que antes del hurac¨¢n, seg¨²n expresa un m¨²sico en el documental American Creole: New Orleans Reunion, dirigido por Michelle Benoit. Pero fueron muchos los que pusieron todo su empe?o en luchar por la reconstrucci¨®n de los barrios m¨¢s da?ados y, tambi¨¦n, por la recuperaci¨®n de la tradici¨®n musical. Y es que, como ya explic¨® el clarinetista Sydney Bechet en sus memorias, Treat it gentle, esta ciudad se define solo y ¨²nicamente, al final, por "su gente y su m¨²sica". Y las canciones y los ritmos son bienes vol¨¢tiles. De un golpe brutal, el Katrina casi se lleva por delante el incalculable legado musical de NOLA. Artistas como Fats Domino, Irma Thomas, Aaron Neville, Dave Bartholomew o Henry Butler, como tantos otros miles de personas, perdieron todo o casi todo lo que ten¨ªan. Pero no se rindieron.
Irma Thomas, que vio desaparecer su club, The Lion?s Den, entre las aguas, ha recuperado su casa en el Upper Ninth Ward y vuelve a vivir en su ciudad. Por el camino, y "a modo de terapia", seg¨²n explica ella misma al periodista radiof¨®nico Bob Edwards, grab¨® el disco After the Rain, con el que gan¨® un Grammy en 2007. Con m¨¢s de 50 a?os de dedicaci¨®n a la m¨²sica a sus espaldas, Thomas confes¨® a Edwards que una periodista le pregunt¨® si cre¨ªa que le hab¨ªan dado el Grammy por el Katrina: "Mi personalidad de ghetto estuvo a punto de saltarle al cuello. Pero no pas¨® nada. Respir¨¦ hondo, cont¨¦ hasta diez y le respond¨ª que, a¨²n suponiendo que esa fuera la raz¨®n del premio, era una forma de llevar esperanza a mi ciudad. Y cuando volv¨ª a New Orleans pase¨¦ el Grammy por todos lados. Por tiendas, por escuelas y por los barrios. Era un premio para todos".
Allen Toussaint, considerado leyenda y santo en Nueva Orleans, trabaj¨® duro para recoger dinero contra el desastre del hurac¨¢n. Tambi¨¦n, a modo de catarsis contra el dolor de ver a su ciudad al borde de la destrucci¨®n, grab¨® The River in reverse con Elvis Costello. Para Toussaint, un genio en la sombra que lleva en la m¨²sica m¨¢s de medio siglo y ha trabajado con artistas de la ciudad de la talla de Dave Bartholomew, Lee Dorsey o The Meters, "una de las bendiciones del bautismo del Katrina ha sido que ha puesto el sello de la m¨²sica de Nueva Orleans en el mapa". "Muchos m¨²sicos nos vimos obligados a emigrar y actuar en muchos otros sitios que jam¨¢s hubi¨¦ramos pensado en pisar. Es como si el Katrina nos hubiera dicho que plant¨¢ramos la semilla de la m¨²sica de la ciudad por otras tierras", explic¨® recientemente en la Nacional Public Radio (NPR) durante el New Orleans Jazz & Heritage Festival. Tras la tragedia, ¨¦l se fue a Nueva York por un tiempo y all¨ª vio como le llov¨ªan ofertas de actuaciones. Ahora est¨¢ de vuelta en Nueva Orleans, pero no para de tocar por Estados Unidos y Europa. "Sinceramente, para m¨ª, el Katrina ha sido mi mejor agente de conciertos", confiesa.
A Dr. John, otro pianista ic¨®nico de la ciudad, el hurac¨¢n le pill¨® en la carretera, de bolos. Se fue a vivir por un tiempo a Long Island, pero no olvid¨® las calles que lo vieron nacer y ha sido uno de los m¨²sicos m¨¢s combativos a la hora de arrimar el hombro. En 2006, grab¨® Sippiana Hericane, dedicado a Nueva Orleans, y don¨® las ganancias a varias de las asociaciones que otorgan ayudas a m¨²sicos en dificultades, como la New Orleans Musicians Clinic. Dos a?os despu¨¦s, en 2008, grab¨® de nuevo otro disco, The city that care forgot, donde expresa la rabia y dolor ante la lentitud de la reconstrucci¨®n de NOLA.
Fats Domino, una de las pocas leyendas vivas del rhythm & blues y el r?n?roll, estaba durmiendo en su casa cuando ocurri¨® el desastre del verano de 2005. En las primeras horas del hurac¨¢n nadie le encontraba, y se le dio por perdido o, peor, muerto. Finalmente, ¨¦l y parte de su familia pudieron ser rescatados a tiempo: los encontraron en el balc¨®n del tercer piso de su casa, los llevaron en barca al Superdome, y despu¨¦s fueron evacuados a Baton Rouge. Un a?o despu¨¦s, y tras m¨¢s de dos d¨¦cadas de silencio, grab¨® un nuevo disco: Alive and kickin?. Pasado un tiempo, volvi¨® de nuevo a su ciudad y la Fundaci¨®n Tipitina -el m¨ªtico club del lugar- le ayud¨® a reconstruir su hogar. Y all¨ª sigue, con sus 83 a?os a cuestas.
Los primeros d¨ªas de la tragedia del Katrina, cuando el Gobierno de Estados Unidos asombr¨® al mundo por su negligencia y la torpeza de su respuesta ante un desastre as¨ª, muchos vieron en el destino de Nueva Orleans el s¨ªmbolo del declive del imperio americano. Ante ello, hay que meditar las palabras de David Simon, creador de la serie Trem¨¦ al peri¨®dico The Guardian: "La m¨²sica afroamericana es la ¨²nica contribuci¨®n cultural esencial que Estados Unidos ha hecho al mundo". Y Simon nos recuerda que esa m¨²sica, fruto de la combinaci¨®n de los ritmos africanos, la escala pentat¨®nica y los instrumentos y arreglos musicales europeos, "se dio en un ¨¢rea no m¨¢s grande de doce manzanas en una ciudad llamada Nueva Orleans".
Babelia
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