Un ¨¢gora de literatura y democracia
La escritora madrile?a hace un circuito por los diferentes lugares donde la literatura copa el espacio y la reflexi¨®n. Y se pasea por el Jard¨ªn Bot¨¢nico dode coinciden cien l¨ªderes latinoamericanos en todos los ¨¢mbitos, convocados por la Fiiapp, en el evento ?gora.
20.20 horas
Ac¨¢ no m¨¢s
Es la muestra de arte latinoamericano que se enmarca en ?gora Am¨¦rica Latina. En ella se exponen obras de artistas procedentes de distintos pa¨ªses de Latinoam¨¦rica que viven y trabajan en Madrid. Son migrantes que, como apunta en el folleto de la exposici¨®n, Antonio Fern¨¢ndez Poyato "se convierten en testigos privilegiados de los cambios que se vienen produciendo en sus pa¨ªses de origen." Se maneja el antiguo precepto -¨¦tico y est¨¦tico- de que para captar mejor la totalidad es preferible la distancia; de que para apreciar la belleza y las dimensiones panor¨¢micas del perfil de una ciudad es mejor verla desde un alto.
Pero tambi¨¦n conviene haber pisoteado sus calles y tomado nota de c¨®mo la gente tiende sus camisas o de qu¨¦ color pintan los muros. A qu¨¦ huele. Estar, a la vez, dentro y fuera, como esos narradores que forman parte de una historia sin ser sus protagonistas y se encuentran en una posici¨®n privilegiada para contar: quiz¨¢ sin que ya no les duela tanto. Estamos hablando, en definitiva, del tiempo que ha de transcurrir para que seamos capaces de relatar nuestra operaci¨®n de apendicitis o nuestro divorcio. O la Historia, en versalita dorada, a lo bestia.
Yo no soy una especialista en artes pl¨¢sticas, pero como an¨®nima visitante de la exposici¨®n -situada en uno de los brazos del pabell¨®n Villanueva- me han gustado mucho las esculturas de Natalia Granada: un cuerpo desmembrado cuyas partes est¨¢n cubiertas de pintura plateada; los trozos del cuerpo, de los met¨¢licos despojos, se sujetan con un cable. Tambi¨¦n vemos una colecci¨®n de cabezas asexuadas, pero antropom¨®rficas -no son las comestibles cabezas del cordero o del jabal¨ª,- que al entrar en contacto a trav¨¦s del beso, se subsumen la una en la otra, se aniquilan, se agreden. Y en la entrega m¨¢xima encontramos la m¨¢xima violencia.
Tambi¨¦n resultan sobrecogedores los rostros, agrandados y deformes en el rictus, de Flavia T¨®rtora. Sus caras son caras que aprietan los dientes y cierran los ojos. Pese al hiperrealismo del dibujo, los colores se presentan modificados como si vi¨¦ramos el original a trav¨¦s de un filtro. Insisto en que no soy una experta, pero creo que se podr¨ªa decir que el efecto que se produce es "inquietante."
El colombiano Fernando Rubio presenta una serie de palmas extendidas de la mano. Sintetiza geograf¨ªa y quiromancia. Itinerarios vitales, gestos e intimidad. El espacio deja huella en el individuo y el individuo, en el espacio. Rubio trabaja con cera roja de abejas y con mecanismos de relojes que incluyen la dimensi¨®n del tiempo en la vivencia del lugar y los lugares. Im¨¢genes que pasan por la ventanilla del tren. La pregunta sobre qu¨¦ se est¨¢ moviendo si nosotros o el paisaje.
Tom¨¢s Ochoa (Ecuador) mira a los transe¨²ntes desde arriba. Desde ese lugar donde todas las rayas del pelo parecen demasiado anchas. Se entromete imaginativamente en lo privado y cruza lo visual con la vocaci¨®n literaria de suponer y de contar historias. Asignarle un rumbo a un desconocido como quien imagina la biograf¨ªa del muerto enterrado bajo la l¨¢pida. Ochoa se inspira en Rilke, en Pessoa y en el Aleph de Borges.
Al salir de la exposici¨®n tengo el gusto de hablar con uno de los artistas de la muestra, C¨¦sar Sald¨ªvar. C¨¦sar expone fotograf¨ªas de campesinos sobre papel reciclado. Propone otra visi¨®n de un M¨¦xico donde "los retratos an¨®nimos de personajes rurales" son un acto de dignificaci¨®n. La constataci¨®n de que est¨¢n ah¨ª con la carga del trabajo en sus miradas que son p¨ªcaras o tristes, laterales, directas, gui?adas o incluso de una claridad que no renuncia y que parece atisbar algo en el futuro.
Las arrugas de la fisonom¨ªa se mezclan con las arrugas del papel. En el marco de las actividades de ?gora Am¨¦rica Latina, C¨¦sar ma?ana va a participar con otros artistas y escritores latinoamericanos en una mesa sobre las relaciones del mercado, el estado y la cultura, que tendr¨¢ lugar en la Biblioteca Nacional.
C¨¦sar est¨¢ bastante enfadado ante una situaci¨®n en la que los artistas no pueden vivir de su arte porque est¨¢n encerrados en una jaula-paradoja: si se "venden" al mercado dejan de ser considerados "verdaderos artistas" y su obra deja de interesar a instituciones p¨²blicas o privadas marcadas con esa forma de valor simb¨®lico que se llama prestigio; si no se "venden", se genera una situaci¨®n de dependencia de los artistas respecto a organismos que pagan tarde, mal y nunca. Pintores, fot¨®grafos, escritores o muralistas somos criaturas arcang¨¦licas y vivimos de aspirar el ¨¦ter.
Se producen situaciones inc¨®modas: a veces hay que taparse la nariz, olvidar qui¨¦n paga, destensar el ce?o ideol¨®gico. Sald¨ªvar lo plantea como una cuesti¨®n personal, pero tambi¨¦n de supervivencia y evoluci¨®n -de crecimiento- del proyecto creativo. Creo que la mesa de ma?ana va a ser muy interesante pero, lamentablemente, se celebrar¨¢ otra vez a puerta cerrada.
Finalmente, la muestra Ac¨¢ nom¨¢s -a ¨¦sta s¨ª que pueden acercarse cuando ustedes quieran- recoge tambi¨¦n algunos ejemplos del humor gr¨¢fico latinoamericano. Me quedo con la boca abierta ante la cr¨ªtica pol¨ªtica sulf¨²rica de creadores como el brasile?o Mauricio Pestana, el mexicano Ulises Culebro y, sobre todo, me pasmo ante el humor negr¨ªsimo del argentino Carlos Matera ("Matt").
En su serie "Peligro hospital" se ve una imagen con alguien que pregunta "?Sigue sin poder abrirse la puerta?". Tras el cristal, en la sala de neonatos, vemos, embutidos dentro de sus cunas, cuerpos completamente desarrollados: los olvidados adultos, con gesto aburrido e incluso cansado, con ojeras, succionan sus chupetes con mucha resignaci¨®n.
19 horas.
Cr¨®nica autista o a veces lo m¨¢s importante es lo perif¨¦rico
Esta ma?ana, mientras caminaba a lo largo del paseo del Prado para llegar al Bot¨¢nico, cre¨ª que el cielo se desplomaba sobre mi cabeza. "Una invasi¨®n", he pensado. Aviones, cazas -o lo que sean- cruzaban el cielo de Madrid a una velocidad supers¨®nica que lastimaba el o¨ªdo. Volaban tan bajo que, en alg¨²n momento, he sentido la necesidad de echar el cuerpo a tierra. M¨¢s tarde me han informado de que el ruido formaba parte del ensayo general del D¨ªa de las Fuerzas Armadas. Como recibimiento a los ponentes contra la desigualdad y la pobreza no ha estado nada bien: la sensaci¨®n que se experimentaba no era nada pac¨ªfica ni nada democr¨¢tica.
?gora se celebra en el Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid. Los jardines bot¨¢nicos, las pinacotecas, los museos de ciencias naturales tambi¨¦n recogen la pisada de diplodocus de la Historia, los rastros de las cosas que sucedieron. El mestizaje y las especies procedentes de Latinoam¨¦rica dibujan la huella de la Historia del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid.
El lugar est¨¢ bien elegido: adem¨¢s de ser un "marco incomparable", el Jard¨ªn no es mero escenario, sino que tiene una significaci¨®n. All¨ª, a sus puertas, me recibe Diana que me conduce directamente hacia el pabell¨®n que alberga la exposici¨®n Ac¨¢ nom¨¢s -que visitar¨¦ esta tarde.- Diana me cuenta que el montaje ha sido complicado, pero que afortunadamente anoche acabaron m¨¢s pronto de lo previsto. Tambi¨¦n me dice que todo hoy va con retraso porque el vicepresidente de Colombia, que ahora se pasea por el Jard¨ªn con un s¨¦quito casi imperial, ha sido demasiado minucioso en su exposici¨®n. Diana -liad¨ªsima- me deja en un vest¨ªbulo desde donde puedo ver la sala donde se est¨¢n celebrando los encuentros a trav¨¦s de un circuito cerrado de televisi¨®n.
Confieso que al principio no entiendo muy bien por d¨®nde puedo y por d¨®nde no puedo moverme y, por eso, me quedo quietecita mirando los televisores. No soy una reportera intr¨¦pida. Escucho insistentemente un mensaje: "Se?oras y se?ores, tomen sus asientos" y veo, con estupor -quiz¨¢ porque no soy intr¨¦pida, pero s¨ª obediente- que los participantes no hacen demasiado caso de la recomendaci¨®n que se da por megafon¨ªa. "Se?oras y se?ores, POR FAVOR, tomen sus asientos". Por el tono de la voz, al ruego est¨¢ a punto de faltarle un taco al final. Pero los participantes parecen un poco m¨¢s d¨ªscolos -quiz¨¢ est¨¢n m¨¢s emocionados- que los grupos de ni?os que, acompa?ados por sus profesores, visitan el Jard¨ªn. Por fin, toma la palabra el presidente de la FIIAP, Antonio Fern¨¢ndez Poyato, la algarab¨ªa de la sala cesa, pero no la de esta antesala donde la gente se saluda, se besa y se hace fotograf¨ªas. Entre el ruido de fondo, logro o¨ªr: "democracia", "construir un nuevo relato de Am¨¦rica Latina", "esperanza"... Rezo por las palabras para que no se gasten y me felicito por el hecho de que, en parte, mis expectativas previas no anduvieran desencaminadas.
Viene a mi encuentro Sergio Rodr¨ªguez, escritor y uno de los miembros de la organizaci¨®n de ?gora Am¨¦rica Latina. Sergio llega para abrirme las puertas del cielo: es decir, me invita a acceder al sal¨®n que estaba viendo a trav¨¦s de las pantallas de los televisores. Como si hubiera ido all¨ª sin haber ido. En una de esas situaciones en las que resulta dif¨ªcil deslindar la realidad de la ficci¨®n. Lo cierto es que no estaba muy segura de que me permitieran entrar. Pero entro y, dentro de una carpa, me encuentro con: un espacio, luminoso y blanco, no s¨¦ si circular o el¨ªptico - mi punto de vista no me permite decirlo con precisi¨®n-; en el centro de la sala, el ¨¢gora, se colocan dos personas que act¨²an respectivamente como presidenta, Alicia B¨¢rcenas (Secretaria Ejecutiva de CEPAL) y como moderador, Francisco Javier D¨ªaz (CIEPLAN); cubriendo una parte importante de la circunferencia o elipse se sit¨²an los cien invitados. Todos est¨¢n al mismo nivel sentados en sillas blancas.
Otra parte del di¨¢metro la ocupan bancos corridos donde se sientan personajes relevantes de la vida social, pol¨ªtica y cultural de Latinoam¨¦rica que han impulsado la idea de ?gora y, de alg¨²n modo, han participando en la selecci¨®n de los cien. Todo esto me lo explica Sergio. Yo, all¨ª, me veo como el elefante que entra en la cacharrer¨ªa de una asamblea de notables. Sergio me ofrece un lugar en los bancos, pero yo prefiero quedarme un poco m¨¢s apartada. Me siento en el podio sobre el que se ha instalado una de las c¨¢maras que graba las sesiones.
Reflexiono por ¨²ltima vez sobre el espacio en el que se celebra el acontecimiento y concluyo que no cualquier contenido se adecua a ciertos continentes (?Se puede beber champ¨¢n en el taz¨®n del desayuno o leche en una copa de champ¨¢n? Poder se puede, pero...) En el dise?o de este espacio, adem¨¢s de la evocaci¨®n del mundo griego, prevalece una idea que tiene que ver con la limpieza, la igualdad, la claridad y la transparencia. Como en el Reischtag. Pero en carpa desmontable.
La primera sesi¨®n, a la que entramos cuando ya ha comenzado, se titula Estado y mercado frente a la desigualdad. Victoria Bejarano, presidenta de MAPFRE en Colombia inicia su breve intervenci¨®n haciendo un chiste. Dice: "Hablo como una metralleta pero, viniendo de mi pa¨ªs, eso puede causar alg¨²n malentendido." Luego dice una frase con may¨²sculas: "El mercado tiene que estar al servicio de las personas y no las personas al servicio del mercado." Ojal¨¢. Eduardo Navarro, Director de Estrategia etc. -los t¨ªtulos de los participantes son largu¨ªsimos- de Telef¨®nica Latinoam¨¦rica insiste en que "La desigualdad va contra el mercado" y apuesta por la cooperaci¨®n p¨²blico-privada. Luego escucho reflexiones sobre la necesidad de una sociedad civil participativa y de los pactos regionales frente a los pactos globales.
Tambi¨¦n escucho que los partidos no est¨¢n dispuestos a asumir los riesgos electorales de reformas estructurales -concretamente de una reforma fiscal- que palien la desigualdad. Pienso: "Blanco y en botella" Y me extra?a que este tipo de propuestas no se hagan todos los d¨ªas en los hemiciclos planetarios.
De hecho, hay quien las hace, pero hay quien las recibe como quien oye llover. La presidenta cierra la sesi¨®n pidiendo m¨¢s inversi¨®n p¨²blica en investigaci¨®n y desarrollo, y reivindicando la importancia de la pol¨ªtica frente a las pol¨ªticas. Adem¨¢s de la rima, los juegos de palabras tambi¨¦n funcionan en un discurso pol¨ªtico que, desde hace ya muchos a?os, se parece sospechosamente al lenguaje publicitario. Tenemos prisa. Queremos que nos seduzcan. Y que no nos tengan sin desayunar: hacemos un receso para tomar un caf¨¦.
En la segunda sesi¨®n pasamos de lo general a lo particular. Colocamos el microscopio en la realidad y, en una sesi¨®n titulada "Liderazgo en tiempo de cambio. Nuevos actores p¨²blicos", se trata el tema de las pol¨ªticas municipales. Es un cara a cara entre Jos¨¦ Antonio Coro, alcalde de Santa Carina Pinula (Guatemala), Pa¨²l Granda, alcalde de Cuenca (Ecuador) e Hyara Rodr¨ªguez, Ex intendenta de Montevideo (Uruguay). Al empezar la sesi¨®n, la moderadora, Noelia Sastre, explica que ella formular¨¢ preguntas que los participantes deber¨¢n responder en un minuto.
Se oye un estruendo de risas. No me extra?a. Yo creo que, entre el laconismo extremo y la pesantez de la ret¨®rica m¨¢s hueca, entre el eslogan como resumen de la ideolog¨ªa pol¨ªtica (Yes, we can! God and honour!) y el agujero negro del discurso florido, a¨²n queda un espacio para articular y exponer un razonamiento. Pero, ahora, parece que todos los discursos deben ser un espect¨¢culo regido por la consigna de "Prohibido aburrir." Me pregunto si se puede pensar de esa manera. Yo, desde luego, no s¨¦ hacerlo y me solidarizo con las risas de los cien que, sin embargo, son personas muy respetuosas y precisas en sus intervenciones.
En esta sesi¨®n las palabras clave son descentralizaci¨®n, feudos nacionales frente a feudos locales, participaci¨®n ciudadana, tiran¨ªa de las capitales en Am¨¦rica Latina, recuperaci¨®n de espacios p¨²blicos, justicia redistributiva, convivencia, ¨¦tica democr¨¢tica. El alcalde de Cuenca escribe una f¨®rmula para describir los ingredientes de un buen l¨ªder -me gustaba m¨¢s la palabra "actor"- y en la probeta hay que combinar las siguientes sustancias: transparencia, honestidad, inteligencia, pasi¨®n, vocaci¨®n de servicio... Eso ?como poco! Rodrigo Paz Pereira, Presidente del Consejo Municipal de Tarija (Bolivia) apunta hacia un nuevo reto que excede los l¨ªmites latinoamericanos: "En un contexto universal, nacional, local, se trata de dejar de ser habitantes para convertirnos en ciudadanos plenos."
Hay sesiones plenarias a lo largo de la ma?ana y de la tarde, pero creo que el cuento se har¨ªa demasiado largo si me pusiera relatar la periferia de todas ellas. Ustedes me van a agradecer que aqu¨ª mismo corte el chorro. De la intervenci¨®n de la Vicepresidenta primera del Gobierno, que ha inaugurado ?gora, y de la del presidente del gobierno, prevista para hoy a las seis de la tarde, imagino que les proporcionar¨¢n sobrada informaci¨®n en otros medios.
9.00 Para conocer a cualquier persona, lo primero es fijarse en sus calcetines
Antes de salir para el Jard¨ªn Bot¨¢nico donde hoy se inaugura el encuentro Agora Am¨¦rica Latina, rescato algunas impresiones sobre el evento, celebrado anoche en el anfiteatro de la Casa de Am¨¦rica en Madrid. H¨¦ctor Abad Faciolince, Andr¨¦s Neuman y Pablo Simonetti le dieron vueltas al asunto de la identidad, la autobiograf¨ªa, el retrato y el autorretrato, las m¨¢scaras funerarias y las de carnaval, los disfraces, los hom¨²nculos y las sirenas, la realidad y la ficci¨®n, el ensimismarse y el enajenarse, la cara y el espejo del alma, Dorian Grey y la interpretaci¨®n de los sue?os, la inteligencia ultraperceptiva y esas certeza de que hay otros mundos, pero est¨¢n en ¨¦ste y de que somos los que comemos, pero tambi¨¦n lo que imaginamos...
Quiz¨¢ yo misma me lo imagin¨¦ todo pero los tres escritores acabaron d¨¢ndole vueltas a lo p¨²blico y lo privado, a lo ¨ªntimo, a lo particular y a lo general, la f¨ªsica y la metaf¨ªsica, el ser y el parecer -o la nada-, al estatus y a la definici¨®n de la literatura, a casi todo lo divino y lo humano que, no pocas veces, se resume en la inquietante afirmaci¨®n voneguttiana sobre que hay que tener mucho cuidado con lo que uno parece ser porque uno acaba siendo lo que parece.
A partir de esta recomendaci¨®n que, para m¨ª, se ha convertido en un axioma, puedo asegurar que Neuman estuvo divertido, chispeante y memorioso; Simonetti, cautivador e intenso; y H¨¦ctor Abad Faciolince, humano, demasiado humano. Y que, pese a la mampara que, a menudo, se impone entre el autor y su obra, el autor y sus narradores, el autor y sus conferencias, me da la impresi¨®n de que los libros de estos tres escritores se parecen a lo que ellos muestran en p¨²blico y que lo que ellos muestran en p¨²blico es algo muy parecido a su ser en s¨ª mismos.
Quiz¨¢ lo imagin¨¦ todo pero, por muchas diapositivas, ret¨®rica y sport elegante, por muchas barbas postizas o aut¨¦nticas que lucieran, por mucho que hablaran de otros que no eran ellos -Garcilaso, Sor Juana, Lorca, Alice Munro, Nadine Gordimer, Nabokov, Waugh, Borges, Clarice Lispector...-; por mucho que escondiesen el color y la calidad de sus calcetines -que es el detalle por el que podemos conocer a cualquier persona,- yo cre¨ª verlos a los tres, sobre el estrado, completamente desnudos. En pelota picada. En bolas vivas. Como sus madres los trajeron al mundo.
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