Las odaliscas que "nacieron" en la Alhambra

Entre noviembre de 1910 y enero de 1911, el pintor franc¨¦s Henri Matisse(1869-1954) viaj¨® a Espa?a sin un claro objetivo. Visit¨® Madrid, Sevilla, C¨®rdoba, Granada, Toledo y Barcelona. En Espa?a pinta tres obras (dos bodegones y un retrato), pero el impacto de lo que contempla le inspira muchas m¨¢s. La huella de los artesonados o de los yesos que adornan los interiores de la Alhambra est¨¢n presentes en los fondos de sus composiciones.

Esa decoraci¨®n de los palacios nazar¨ªes ocupa un primer plano con las odaliscas (se exponen siete del largo centenar que pint¨®) que hasta ahora se cre¨ªa que eran de inspiraci¨®n puramente norteafricana. La exposici¨®n "Matisse y la Alhambra. 1910-2010" que a partir de ma?ana se abre al p¨²blico en el palacio de Carlos V intenta demostrar al detalle cual fue la relaci¨®n entre lo visto y lo pintado. Un centenar de obras, entre ellas 35 pinturas, prestadas por museos y coleccionistas de todo el mundo demuestran que la influencia fue real y de una gran relevancia en una parte muy importante de su producci¨®n. La infanta Elena inaugur¨® ayer oficialmente la muestra.

Mar¨ªa del Mar Villafranca, directora del patronato de la Alhambra y el historiador Francisco Jarauta son los comisarios de la exposici¨®n. Cuenta Villafranca que la idea surgi¨® de pura casualidad, en 1991, mientras revisaba uno de los libros de visitas en los archivos de los palacios. All¨ª descubri¨® la firma del artista en la mitad de una p¨¢gina de las ¨²ltimas hojas del volumen. "No se sab¨ªa que hubiera estado aqu¨ª, en la Alhambra, y ah¨ª mismo empez¨® el trabajo de investigaci¨®n", explica la responsable de esta instituci¨®n que el ¨²ltimo a?o tuvo tres millones de visitantes. En una entrevista concedida en 1947, Matisse confes¨® que la revelaci¨®n le vino de Oriente.

Ahora se puede precisar que la visita a Granada fue definitiva en su obra, tal como se lee en las cartas que env¨ªa a su esposa y a sus amigos desde Andaluc¨ªa en las que habla con fascinaci¨®n de la forma en que la luz se filtra por las celos¨ªas o del para¨ªso de fuentes y de ¨¢rboles que envuelve los palacios ( Ah¨ª siguen los casta?os, olmos, chopos, palmeras y cipreses) . Habla tambi¨¦n en las cartas de su admiraci¨®n de las formas geom¨¦tricas rematadas con c¨ªrculos del patio de los Arrayanes . Y describe como se embelesa contemplando los adornos con estelas de estrellas que llevan para¨ªso. Escribe tambi¨¦n algunas curiosidades, como que a su paso por Toledo, a diez grados bajo cero, la barba se le congela y le pesa, de forma que caminar se hace muy duro.

Jarauta recuerda que el artista hace el viaje en un momento de crisis personal y art¨ªstica. Busca una renovaci¨®n formal respecto a lo que estaba haciendo hasta entonces. Acaba de visitar una exposici¨®n de arte Oriental en Munich, pero el Sal¨®n de Oto?o Par¨ªs le ha rechazado dos obras inspiradas en la m¨²sica y en la danza. El gran rival de Picasso vive un estancamiento creativo y decide cambiar de aires. La exposici¨®n arranca, precisamente por obras de ese momento de incertidumbre y renovaci¨®n. En "La argelina" (1909), los trazos negros y rotundos con los que dibuja los contornos de la mujer y las telas que decoran el fondo, anuncian ya el abandono del Fauvismo y su fascinaci¨®n por la decoraci¨®n oriental. Junto a este impresionante ¨®leo se expone el enorme jarr¨®n nazar¨ª de loza con reflejos dorados, el Fortuny -simonetti del siglo XIV, procedente del Museo de la Alhambra y que aparece reproducido en numerosas telas de Matisse.

Pero puede que sea en las odaliscas donde m¨¢s se pueda percibir la influencia granadina. Pinta la primera en 1921 en un momento en el que lo que le interesa es investigar el desnudo femenino. Estas mujeres semidesnudas envueltas en trasparencias y rodeadas de telas preciosas, tienen tal ¨¦xito que llega a pintar m¨¢s de cien. La mayor parte son peticiones de coleccionistas americanos. Casi siempre utiliza la misma modelo, la bailarina Henriette Darricarrere, una bell¨ªsima mujer con la que se le puede ver aqu¨ª retratado en numerosas fotograf¨ªas de la ¨¦poca.

Mantiene Jarauta que la belleza de los sofisticados ba?os de la Alhambra est¨¢n presentes en los fondos decorativos sobre los que retrata a sus sensuales odaliscas. En ellas vierte todo un mundo de colores fuertes: rojos, dorados, azulones, que est¨¢n tambi¨¦n en el las pinturas originales del artesonado de las estacias de los sultanes. Son paisajes interiores que hablan tambi¨¦n del estado de de ¨¢nimo de Matisse. Jarauta a?ade que la belleza de ltambi¨¦n la liturgia cat¨®lica sucumbi¨® a la belleza de la decoraci¨®n de los palacios, como se puede ver en los vestidos lit¨²rgicos que los altos cargos del clero utilizan en las grandes ceremonias.

La exposici¨®n incluye una serie de litograf¨ªas inspirada en las odaliscas que la hija del artista, Margherite , deposit¨® en el Victoria & Albert Museum de Londres. Se muestran frente a una selecci¨®n de tejidos isl¨¢micos de diferentes ¨¦pocas hist¨®ricas que fueron atesorados por el pintor y cuyos motivos decorativos se reproducen una y otra vez. El final dest¨¢ dedicado a los papiers coll¨¦s, con los que el artista se reinvent¨® cambiando los pinceles por las tijeras.

Jorge Helft, sobrino de Paul Rosemberg, el que fuera su marchante y amigo ¨ªntimo de Matisse durante d¨¦cadas, record¨® durante la exposici¨®n que Picasso s¨®lo admir¨® a un artista contempor¨¢neo y que ese fue Matisse. "Cada vez que visitaba su taller sal¨ªa amargad¨ªsimo. Pese a ello, le respetaba y le admiraba. Cuando a Matisse no le iban bien las cosas, Picasso ped¨ªa a mi t¨ªo que le ayudara. El respeto era m¨²tuo pese a ser dos personalidades fort¨ªsimas". ?Cree que el peso del viaje a Granada fue tan determinante en su obra, como se cuenta en esta exposici¨®n?. "Sin dura", responde Helft. "La visita de un universo de belleza como la Alhambra pes¨® de manera contundente en sus cuadros y le inspir¨® todo un mundo con el que seguir deslumbrando ".