Objetivo: salvar a John Lennon

"?John Lennon? ?Y ese se?or qui¨¦n es?". Leon Wildes deb¨ªa de ser uno de los pocos estadounidenses que en 1972 jam¨¢s hab¨ªa o¨ªdo el nombre del que fuera l¨ªder de The Beatles. Entonces, como ahora, Wildes era un abogado especializado en inmigraci¨®n y cuando recibi¨® una llamada de la discogr¨¢fica del cantante para discutir la orden de deportaci¨®n que acababa de caer sobre el brit¨¢nico y que le obligaba a abandonar Estados Unidos de inmediato, Wildes, sin despeinarse, primero inquiri¨® sobre la identidad de su cliente y despu¨¦s se fue a conocerle. "Supongo que fue lo mejor que me pudo pasar, no saber qui¨¦n era. Cualquier otro se hubiera puesto muy nervioso ante el reto de defender a alguien tan famoso pero yo me lo tom¨¦ como un cliente m¨¢s". Wildes es un abogado de pelo cano y rostro afable que super¨® la edad de jubilaci¨®n hace a?os pero que a¨²n disfruta yendo cada ma?ana a su despacho en Madison Avenue, en Nueva York. Desde all¨ª rememora los pormenores de un caso que cambi¨® su vida en muchos aspectos y que constituye la espina dorsal del documental Los EE UU contra John Lennon . "John Lennon me impresion¨® porque era un hombre de principios, una persona incre¨ªblemente ¨ªntegra. Luchaba por lo que cre¨ªa y a m¨ª me ense?¨® que hay que pelear por tus ideales, nunca hay que rendirse" afirma. Tras aquel primer encuentro, Wildes, Lennon y su esposa, Yoko Ono, emprendieron una batalla legal contra el Gobierno estadounidense que durar¨ªa cinco a?os y de la que este abogado saldr¨ªa victorioso pero tremendamente desencantado. "Nunca pens¨¦ que nuestro Gobierno fuera capaz de hacer lo que hizo: maquinar artificialmente la expulsi¨®n de Lennon porque era molesto pol¨ªticamente. Es un precedente muy peligroso y me da miedo pensar que puedan seguir ocurriendo cosas as¨ª. Antes de conocer este caso me habr¨ªa parecido un disparate incluso pensarlo. Desde entonces soy mucho m¨¢s precavido y ya no conf¨ªo tanto en el Gobierno".

Pero... ?qu¨¦ ocurri¨® para que Nixon personalmente liderara la batalla contra Lennon, como despu¨¦s desvelar¨ªan los archivos del FBI? Corr¨ªa el a?o 1972, a?o electoral y las protestas contra la guerra de Vietnam barr¨ªan Estados Unidos de un extremo a otro. La edad de los votantes acababa de reducirse de los 21 a los 18 a?os, y entre los j¨®venes, que hab¨ªan visto como sus l¨ªderes eran asesinados en la d¨¦cada anterior (de Martin Luther King a Bobby Kennedy), la oposici¨®n contra el reclutamiento forzoso se multiplicaba mientras John Lennon le pon¨ªa banda sonora al movimiento pacifista con un anatema, Give peace a chance.

De ah¨ª que cuando John Lennon decide instalarse permanentemente en Nueva York en 1971 el presidente republicano Richard Nixon, que aspiraba a la reelecci¨®n y abogaba por la guerra, teme que la juventud le destrone de la Casa Blanca y decide actuar. "El Gobierno estadounidense buce¨® en el pasado de Lennon y descubri¨® que le hab¨ªan arrestado por posesi¨®n de cannabis en Londres a?os atr¨¢s y utiliz¨® aquella mancha como excusa para finalizar su visado y exigirle que abandonara el pa¨ªs inmediatamente". Wildes, que tampoco sab¨ªa mucho sobre drogas, le pregunt¨® a Lennon qu¨¦ era el cannabis. "Como la marihuana pero mucho mejor" fue la respuesta del m¨²sico. La pregunta de Wildes no era del todo inocente: en el c¨®digo penal estadounidense no aparece la palabra cannabis as¨ª que Wildes se apoy¨® en eso para solicitar la revocaci¨®n de la deportaci¨®n. Este abogado tenaz le mantuvo el pulso al Gobierno durante cinco a?os hasta que el tribunal de apelaciones acept¨® el recurso de Wildes. "Para entonces Nixon ya hab¨ªa sido reelegido y hab¨ªa tenido que dimitir as¨ª que Lennon ya no era una amenaza" explica un abogado que a¨²n recuerda el d¨ªa en que le comunic¨® al m¨²sico que hab¨ªan ganado y que pronto tendr¨ªa su permiso de residencia: "Acababa de nacer su hijo horas antes y adem¨¢s era su cumplea?os. Un incre¨ªble c¨²mulo de casualidades". Cuando en 1980 lo asesinaron, Wildes lo primero que pens¨® es que hab¨ªa sido el Gobierno. "Despu¨¦s de haber vivido todo aquello me cost¨® creer que hab¨ªa sido el acto de un loco. Fue un p¨¦rdida muy dolorosa".