De Galicia a Turqu¨ªa, en pos del Arca de No¨¦
El escritor espa?ol Javier Sierra publica su ¨²ltima novela 'El ¨¢ngel perdido' en la que, entre realidad y ficci¨®n, plantea la existencia de esos seres divinos
Entre Santiago de Compostela y el monte Ararat, en el noreste de Turqu¨ªa, hay m¨¢s de 4.000 kil¨®metros. Dos lugares que aparentemente tienen poco en com¨²n y que sin embargo fijan los dos extremos del viaje misterioso en busca de la Arca de No¨¦ que caracteriza la ¨²ltima novela de Javier Sierra, El ¨¢ngel perdido , reci¨¦n publicada por Planeta. A lo largo de este recorrido se desarrolla un enredo de s¨ªmbolos religiosos, seres sobrenaturales, piedras que supuestamente permiten hablar con Dios y acci¨®n, cuyos protagonistas van desde la restauradora espa?ola Julia ?lvarez hasta el mism¨ªsimo presidente de los Estados Unidos.
Una novela "de b¨²squeda", seg¨²n cuenta el mismo autor en un avi¨®n rumbo a Santiago. Es esta la primera etapa de una ruta organizada por la editorial Planeta que Sierra lleva a cabo junto a un grupo de periodistas por los lugares gallegos de El ¨¢ngel perdido, del que ya se han vendido 200.000 ejemplares. "M¨¢s que la meta final, lo importante es el camino", aquel que en 72 horas lleva a los personajes desde la catedral de la ciudad gallega a Finisterre , el cabo donde antiguamente se cre¨ªa que terminaba el mundo, pasando por la ciudad de Noia hasta llegar finalmente a un glacial en la cima del monte Ararat, justo en la frontera entre Turqu¨ªa e Ir¨¢n, donde se supone que est¨¦ conservada la arca que salv¨® a No¨¦ del Diluvio Universal.
Siete a?os de trabajo. Tanto le ha costado a Sierra ultimar su novela. Un encierro que hace que ahora el escritor, con americana elegante y bufanda azul, se muera de ganas de contar los detalles de su novena obra. Cambia el escenario, (el avi¨®n, Santiago, Noia, Finisterre) pero no su entusiasmo. El mismo que le consinti¨® avanzar entre las decenas de fichas de personajes y borradores que realiz¨®. En un caso, "hab¨ªa llegado a tener 200 p¨¢ginas pero me di cuenta de que no cuadraba y lo tir¨¦ a la basura. Arrancaba en Teruel, mi ciudad, pero le faltaba el elemento m¨ªtico. Escribir una novela es como construir una catedral: avanzas paso a paso y lo m¨¢s importante son las bases, los cimientos". Seg¨²n Sierra, su oficio se parece al del alpinista tambi¨¦n, por la soledad y la fuerza de voluntad. De hecho, los fundi¨® en uno cuando hace unos meses escal¨® el monte Ararat. "Creo que es imprescindible acudir a los sitios de los que escribes. Te permite conocerlos y describirlos con m¨¢s realismo", afirma el escritor, dejando entrever su lado de periodista que trabaj¨® en Cr¨®nicas Marcianas y en varias revistas.
"Lo m¨¢s complicado de El ¨¢ngel perdido fue el esquema" asegura Sierra. Ten¨ªa claro el comienzo y el final, no c¨®mo llegar de un extremo al otro. A lo Dan Brown (s¨ªmil que niega y que no le entusiasma), el autor espa?ol mezcla narraci¨®n y explicaciones culturales, personajes hist¨®ricos y ficci¨®n, en el marco de una competici¨®n entre el gobierno americano y una secta armenia para hacerse con las piedras divinas. Cap¨ªtulos cortos, cambio constante del punto de vista, ritmo fren¨¦tico. Una formula exitosa que ya en 2004 llev¨® a Sierra con La cena secreta, que formulaba teor¨ªas distintas sobre La ¨²ltima cena de Leonardo da Vinci, a ser el primer autor espa?ol en entrar en la lista del New York Times de los libros m¨¢s vendidos en EE UU.
Entre realidad y ficci¨®n
El ¨¦xito conlleva expectativas, pero Sierra asegura no sentir el peso de la responsabilidad. Lo cierto es que ante las c¨¢maras y la mir¨ªada de micr¨®fonos se le ve natural. No se descompone tampoco si hay que grabar en directo bajo el viento y la lluvia de Finisterre. Sonr¨ªe siempre, accede a sacarse una foto con una fan en la plaza ante la catedral de Santiago: parece un pol¨ªtico navegado. M¨¢s todav¨ªa teniendo en cuenta el tour de forc¨¦ que le espera: visitar¨¢ 35 ciudades espa?olas en los pr¨®ximos dos meses, ni que de una campa?a electoral se tratara. Dentro de la catedral, el Sierra pol¨ªtico deja espacio al estudioso: en el fascinante p¨®rtico de la Gloria, representaci¨®n de la Apocalipsis b¨ªblica, explica que escogi¨® Santiago "porque es un lugar de frontera, entre el m¨¢s all¨¢ y el m¨¢s ac¨¢. Los antiguos pensaban que el mundo terminaba aqu¨ª". Por la misma raz¨®n ha decidido tratar el tema de los ¨¢ngeles, "intermediarios entre los hombres y los dioses".
Pero los ¨¢ngeles que describe Sierra no tienen alas ni aureolas. Son parecidos a los humanos. M¨¢s bien "emparentados. Hay libros antiguos que hablan de la uni¨®n entre ¨¢ngeles e hijas de los hombres. Si tenemos que hacerles caso, algo de su sangre est¨¢ en nuestras venas", aclara el autor mientras pasea por la iglesia de Santa Mar¨ªa A Nova, en la ciudad de Noia. Es la segunda etapa del viaje. Una etapa m¨¢s macabra e inquietante, por las decenas de l¨¢pidas que rodean la iglesia. Aqu¨ª coloca Sierra en la novela la supuesta tumba de No¨¦. Y aqu¨ª llega Julia ?lvarez, secuestrada por miembros de la secta de los Yazidies, en busca de dos piedras que supuestamente permiten hablar con Dios. "El mito de No¨¦ une a Noia con el monte Ararat. De hecho el s¨ªmbolo antiguo de la ciudad era una arca", sostiene minutos despu¨¦s, se?alando un escudo esculpido en una pared del Ayuntamiento de Noia.
Explicaciones seudocient¨ªficas que a veces acaban en lo m¨ªstico. Es una constante de El ¨¢ngel perdido, y a veces deja la sensaci¨®n de que Sierra haya acabado perdiendo el control de su novela. Recuerda la serie Perdidos, cuyo final, tras a?os de aplausos y galardones, defraud¨® a muchos espectadores, Sierra incluido. Pero el autor da otra lectura: "Es una suerte de pacto con el lector. Arrancas con una argumentaci¨®n cient¨ªfica o hist¨®rica cre¨ªble y acabas planteando dilemas que van m¨¢s all¨¢: ?existen los ¨¢ngeles??Es posible comunicarse con el Cielo? No digo que s¨ª, pero tampoco que no. Simplemente dejo caer la duda".
S¨ª le acerca a Perdidos la importancia del misterio, de esa duda. All¨ª se halla, seg¨²n el autor, el ¨¦xito de sus novelas. "Nos hace falta el elemento misterioso, la b¨²squeda de verdades alternativas, de versiones contrarias o distintas a la oficial". La pr¨®xima, lo tiene muy claro, le va a llevar mucho m¨¢s lejos que Turqu¨ªa: a Polinesia.
Tambi¨¦n hace falta esperanza, al menos seg¨²n Sierra. M¨¢s todav¨ªa en una ¨¦poca de crisis y depresi¨®n. Quiz¨¢s por esto haya modificado el final de su novela: en la primera versi¨®n mor¨ªan todos, no exactamente un final optimista. Desde luego, la idea de que podamos descender de los ¨¢ngeles reconforta bastante m¨¢s.
El viaje se acaba. El continente tambi¨¦n. En el cabo de Finisterre el viento es tan fuerte y el mar tan atormentado que en 2008 el peregrino checo Stanislav acab¨® engullido por las olas del oc¨¦ano. Un cartel lo recuerda. Sierra en cambio recuerda que su protagonista Julia recibe justo en este sitio su primera iniciaci¨®n a las t¨¦cnicas para comunicarse con el Cielo. Otra vez, el escritor deja caer la duda, abandona al lector en ese limbo entre realidad, ficci¨®n y esperanza. Pero esta vez la idea no parece tan improbable. Si hay un lugar donde el cielo y la tierra, el viento y el mar parecen juntarse, este es Finisterre. No cuesta entender porqu¨¦ los antiguos lo bautizaron el fin del mundo.
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