Manuel Longares: "El franquismo est¨¢ ah¨ª, lo tocas"
El escritor recorre la memoria de Espa?a en 'Las cuatro esquinas'
Este hombre se llama Manuel y duerme hasta las cuatro de la madrugada. Desde esa hora se llama Manuel Longares, es escritor y se sienta ante un ordenador y en el silencio m¨¢s absoluto escribe historias que tendr¨ªan otro destino si ¨¦l fuera extranjero o altivo. Pero es un tipo t¨ªmido que renunci¨® al periodismo y se ha dedicado, en el silencio de las madrugadas a escribir los episodios nacionales de su generaci¨®n, la que naci¨® cuando empez¨® la posguerra. ?l es de Madrid, de 1943, y su ¨²ltimo libro, Las cuatro esquinas (Galaxia/C¨ªrculo), relata lo que queda del franquismo ("el franquismo est¨¢ ah¨ª, lo tocas") en cuatro estampas.
De madrugada escribe, y luego sale a caminar. Longares es un hombre de largos paseos que le permiten mirar. Este libro, que transcurre en la inmediata posguerra, en pleno franquismo, en la transici¨®n y en el momento actual, a trav¨¦s de cuatro miradas, a veces autobiogr¨¢ficas, pod¨ªa ser firmado, sucesivamente, por Ettore Scola, Marco Ferreri y Rafael Azcona, Berlanga y Carlos Saura, tan definida es la mirada pl¨¢stica de los relatos. "?Exagerado!", dice el escritor. "A lo mejor lo que pasa", explica Longares, "es que cada narraci¨®n tiene un lenguaje privativo del mundo que retrata". Hay porter¨ªas franquistas, torturadores de la transici¨®n (y del franquismo), m¨²sicos ancianos que se resisten a abandonar su universo de prebendas mediocres. "Yo creo que para contar las cosas hay que tener una voz y un mundo. Si tienes un mundo y no sabes expresarlo, mal. Y si te sabes expresar pero no tienes un mundo detr¨¢s eres un sacamuelas".
"Para contar las cosas hay que tener una voz y un mundo"
Una de las estampas, la m¨¢s escalofriante, ocurre en la transici¨®n, cuando la polic¨ªa de Franco no sab¨ªa a qu¨¦ lado irse, y segu¨ªa torturando. Un trasunto de Enrique Ruano, el estudiante que fue asesinado por los sicarios franquistas, es el personaje que anima desde atr¨¢s este tr¨¢nsito que no acaba. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n esas cuatro ¨¦pocas, Longares? "El franquismo. Es la columna vertebral de todo. El recuerdo del franquismo sigue siendo indeleble, est¨¢ ah¨ª, lo tocas. Sigue condicionando actitudes y respuestas. Como s¨®lo termin¨® por la muerte f¨ªsica, tiene vigencia, sobrevive aunque la estructura sea distinta, aunque la gente no quiera saber nada de eso".
?Tanto? "Creo que est¨¢ palpable, aunque sea una atm¨®sfera. Hay algunas cosas que pasan que te hacen decir '?franquismo!', es franquismo, no se acab¨®. Ha sido la clave educacional de nuestra generaci¨®n hasta que se hizo mayor y anciana".
La literatura, dice Longares, "es imaginaci¨®n y memoria"; as¨ª que con esos ingredientes, y con el conocimiento de lo que ha pasado en estos setenta a?os de franquismo, se ha sentado de madrugada a desafiarse a contar historias siguiendo un ritmo que dicta P¨ªo Baroja: "El fondo insobornable". ?Qu¨¦ eso? "Cuando te pones a escribir te sale ese fondo que va dict¨¢ndote lo que debes hacer. Tienes unas vivencias, y te salen cuando escribes, de manera natural, eso es el fondo insobornable".
Ese es el fondo, la m¨²sica que domina Las cuatro esquinas, donde, por cierto, hay much¨ªsima m¨²sica, "sin m¨²sica yo no podr¨ªa vivir". Pero el antecedente es Romanticismo, la novela con la que Longares clausura (en 2001) su etapa experimental para contar qu¨¦ pas¨® en los barrios m¨¢s franquistas cuando Franco estaba a punto de morir. All¨ª se mor¨ªa Franco, aqu¨ª sigue vivo, en cierto modo. "Hay un trasfondo que engancha con aquel momento, claro. Ocurre porque son setenta a?os de la vida espa?ola marcados por aquel ser. Hay una historia pol¨ªtica detr¨¢s, pero tambi¨¦n est¨¢ lo que es la vida: la infancia, la adolescencia, la madurez, la vejez". Sorprende que, habiendo ese trasfondo tan ideol¨®gico, todas las historias de Las cuatro esquinas sean acerca de gente normal, de gente de pie. "Es que siempre voy a pie... No soy realista, pero s¨ª creo que hay que tener ciertos detalles de realismo para la hacer la atm¨®sfera todav¨ªa m¨¢s surrealista. Por eso es muy importante saber cu¨¢ntos escalones hab¨ªa que bajar para que a una chica perseguida por un viejo verde pierda el bot¨®n de una blusa. ?Tiene que salir echando hostias!". La escena ocurre en la plaza Ernesto y Rodolfo Halffter, ante el Auditorio Nacional, y est¨¢ incrustada en el ¨²ltimo episodio de Las cuatro esquinas, que a Longares le inspir¨® la muerte y el entierro de Pablo Soroz¨¢bal. ?Qu¨¦ pas¨® con Soroz¨¢bal? "Ah, ?no lo sabes? Lo vi en el telediario. Ha muerto el maestro Soroz¨¢bal. Y cuando le est¨¢n enterrando una se?ora coloca un transistor al pie de la tumba. Soroz¨¢bal hab¨ªa sido director de la Banda Municipal de Madrid durante la Rep¨²blica y eso nunca se lo perdon¨® el R¨¦gimen. Cuando muri¨® ya era la democracia, pero no fueron los maceros, ni la Banda de M¨²sica, que yo sepa... Pudo ser desidia, pero esas cosas son como si Franco siguiera ordenando. Pero ah¨ª estaba aquel coraz¨®n de mujer que lleg¨® con aquel transistor para que este hombre, que ya no pod¨ªa enterarse, bajara a la tumba con su m¨²sica".

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