Capella: "La direcci¨®n comunista era heroica pero incompetente"
El escritor y jurista catal¨¢n presenta el primer volumen de sus recuerdos, S¨ªn ?taca, memorias 1940-1945
Juan Ramon Capella (Barcelona, 1940), naci¨® en una familia vencedora de la guerra civil y cambi¨® de bando. Ha sido, con igual m¨¦rito, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y conspirador antifranquista, y sigue siendo animador del pensamiento cr¨ªtico desde la revista Mientras Tanto. Ha publicado un volumen con sus recuerdos: Sin ?taca, memorias, 1940-1975 (Trotta).
Pregunta. ?Por qu¨¦ unas memorias?
Respuesta. Empec¨¦ por hacer algo que me resultara f¨¢cil y me di cuenta de que reconstru¨ªa la imagen del franquismo a partir de la visi¨®n de una persona que podr¨ªa estar entre los ganadores de la guerra civil y que, al ver lo que pasa, se coloca en el bando contrario. Quer¨ªa explicar esa evoluci¨®n y, a la vez, recordar aspectos extrapol¨ªticos de la realidad.
P. Las primeras im¨¢genes son las de un ni?o veraneante.
R. La fuerza del recuerdo arranca de la belleza de Sitges. En aquellos a?os, paseando por una calle se pod¨ªa o¨ªr el rumor de una f¨¢brica de calzado. En septiembre se iba a la vendimia por afici¨®n. En tartana. Al atardecer las mujeres de los pescadores remendaban las redes. Pero era un mundo venido a menos. Hab¨ªa un aut¨®dromo, que la mayor¨ªa ignoraba. Hab¨ªa una piscina espl¨¦ndida, pero vac¨ªa y resquebrajada.
P. Y personajes curiosos como Clarita Stauffer.
R. Muy llamativa. Cuando supe que Almudena Grandes estaba trabajando en ella, le envi¨¦ el cap¨ªtulo, que ya ten¨ªa escrito, y otros datos y fotograf¨ªas. Para el ni?o que yo era, resultaba encantadora: me llevaba a jugar a la playa, era amable, condescendiente, divertida. Y una nazi impresionante. Lo supe despu¨¦s. La historia de su boda es fant¨¢stica: se casa con un hombre que no era quien dec¨ªa ser y que desparece llev¨¢ndosele todo el dinero y se compra una hacienda en Argentina. Esta parte de la historia, Almudena Grandes no lo sab¨ªa.
P. El veraneante ya no existe.
R. No. Ahora existe el turista o el que hace vacaciones. El que veraneaba tres o cuatro meses, ya no. Y esto cambia tambi¨¦n las relaciones con la gente del pueblo. Con los chavales, por ejemplo. Lo entend¨ª mucho despu¨¦s. Nosotros ¨¦ramos ni?os bien y ellos trabajan a partir de los 10 o 12 a?os. Nos tiraban piedras, enormes, pero nunca supimos c¨®mo ni por qu¨¦. Tambi¨¦n lo supe m¨¢s tarde.
P. La universidad era rara.
R. Era la universidad franquista. En Derecho no se ense?aba casi nada. No hab¨ªa muchos reaccionarios, al margen de Miguel F¨¦nec, catedr¨¢tico de procesal, que presum¨ªa de tener la pistola con la que se hab¨ªa matado a Garc¨ªa Lorca. Seguramente era falso, pero presum¨ªa de ello. A?os m¨¢s tarde, siendo yo ya catedr¨¢tico, lo vi en el bar de la facultad. Como no ten¨ªa ganas de tratar con ¨¦l, me fui hacia otro lado. Pero me vio y vino hacia m¨ª: "Hombre Capella, d¨¦jame que te d¨¦ un abrazo". Me dijo que era vicepresidente de la sociedad de amistad hispano-sovi¨¦tica. Me abraz¨®. Yo me fui a casa a ducharme. Ten¨ªa una historia sorprendente. Hab¨ªa sido procesado e iba a la facultad con dos polic¨ªas que lo custodiaban. Luego los convirti¨® en ayudantes de c¨¢tedra. Esas cosas pasaban. Sus problemas derivaban de una discusi¨®n con un gobernador de Tarragona y, enfadado, F¨¦nec le amenaz¨® con "tirar de la manta". Era uno de esos p¨¢jaros que s¨®lo pod¨ªa producir la universidad franquista. A su lado estaban Latorre, Sureda, Jim¨¦nez de Parga.
P. Se aprend¨ªa fuera del aula.
R. Se aprend¨ªa de los compa?eros y de gente que iba por all¨¢. Sobre todo, cuando est¨¢bamos a¨²n en el edificio central de la Universidad, frecuentado por gente bohemia: de teatro, escritores. Y se pod¨ªa o¨ªr a profesores que no eran los tuyos pero que eran interesantes: Vicens Vives, Valverde, Sacrist¨¢n, Antoni Vilanova.
P. Se especializ¨® en Filosof¨ªa del Derecho.
R. Al principio no me interesaba, pero luego vi que enlazaba con la filosof¨ªa del Estado, y por lo tanto con la pol¨ªtica y la moral. Y empez¨® a interesarme. La decisi¨®n fue coyuntural: una c¨¢tedra donde no tendr¨ªa competencia, con una materia que no me era hostil. Me ha permitido ver la l¨®gica de esta sociedad capitalista moderna tan compleja.
P. Formaci¨®n cultural y activismo pol¨ªtico. ?No iba una cosa en detrimento de la otra?
R. As¨ª lo vio Manuel Sacrist¨¢n en un documento de 1969. Cre¨ªa que con tanto activismo imped¨ªa que los intelectuales comunistas se convirtieran en buenos profesores, historiadores, investigadores.
P. Su propia vida desment¨ªa esos temores.
R. ?l viv¨ªa una gran tensi¨®n, aunque siempre intent¨® mantenerse en la tarea cultural. En pol¨ªtica se sent¨ªa inseguro. Creo que era un error, que era un complejo injustificado. Pero tambi¨¦n creo que fue un pol¨ªtico insuficiente.
P. ?En qu¨¦ sentido?
R. No quiso plantear batalla pol¨ªtica dentro del partido, pese a saber que la direcci¨®n del PSUC era heroica pero incompetente. Una vez advirti¨® a la direcci¨®n: "Tal como sois, captar¨¦is a los m¨¢s hip¨®critas y conformistas, es decir, los m¨¢s parecidos a vosotros". Pero si esa era su opini¨®n, tendr¨ªa que haber dado la batalla.
P. Usted se opuso a la Asamblea de Catalu?a, el movimiento m¨¢s potente frente a Franco.
R. Porque buscaba hacer pol¨ªtica por arriba. Yo distingu¨ªa entre pol¨ªtica por arriba y por abajo. La de arriba era politiquer¨ªa; por abajo era creaci¨®n de movimiento. Hab¨ªa movimientos de base, pero con la Asamblea de Catalu?a, la gente de abajo se convert¨ªa en un ap¨¦ndice. Se daba todo el protagonismo a gente de otros partidos, a los nacionalistas sin partido, y con esto se perd¨ªa hegemon¨ªa porque el PSUC la fuerza la ten¨ªa en otra parte. Y adem¨¢s estaba relacionada con la lucha por el poder dentro del partido.
P. ?De qu¨¦ forma?
R. Un d¨ªa habl¨¦ con Gregorio L¨®pez Raimundo y le reproch¨¦ que hubiera elegido al Guti, porque no ten¨ªa experiencia en el movimiento obrero y no sab¨ªa trabajar con los dem¨¢s. Y me dijo que de eso se dieron cuenta luego. Me confes¨® que le hab¨ªa ofrecido la secretar¨ªa general cuando a¨²n viv¨ªa Franco y que ¨¦l dijo que hab¨ªa que esperar a estar en la legalidad. Pero lo fuerte es que L¨®pez Raimundo, un personaje altamente significativo, conocedor de lo que era la clase obrera catalana, aunque no supiera escribir en catal¨¢n, se sintiera incapaz de afrontar el posfranquismo. ?l dec¨ªa que se hab¨ªa puesto a trabajar a los 10 a?os y que hab¨ªa sufrido para aprender por su cuenta a escribir correctamente en castellano. Yo no cre¨ªa que se le pudiera decir que no era catal¨¢n por los cuatro costados. El caso es que la actividad del Guti gustaba a una direcci¨®n que s¨®lo ten¨ªa ojos para el activismo, pero no para la estrategia. Esto lo veo claro ahora. Entonces lo intu¨ªa, pero cre¨ªa que el partido era m¨¢s de lo que yo ve¨ªa.
P. ?Fue tambi¨¦n pol¨ªtica por arriba la integraci¨®n de Bandera Roja en el PSUC?
R. Aquello fue un desastre. Una operaci¨®n muy personalista de Sol¨¦ Tura y result¨® decisiva la posici¨®n de Guti¨¦rrez D¨ªaz y de Miguel N¨²?ez, el grupo m¨¢s a la derecha en la direcci¨®n del partido. Yo creo que Sol¨¦ Tura dio garant¨ªas de que no aspirar¨ªa a la secretar¨ªa general. Para la militancia de base fue un foco de conflictos.
P. El partido ten¨ªa un problema: la relaci¨®n con la URSS.
R. El problema era una convicci¨®n ideol¨®gica marcada por una fe ciega en el marxismo. Marxistas, gente formada que pudiera pensar utilizando el aparato conceptual de Marx, hab¨ªa muy pocos. Pero creyentes en las tesis m¨¢s divulgativas, a montones. A eso hab¨ªa que a?adir que se cre¨ªa que la Uni¨®n Sovi¨¦tica era buena y todo lo que hicieran los sovi¨¦ticos estaba bien.
P. Usted se muestra cr¨ªtico frente al movimiento de mayo del 68, pero cambi¨® los h¨¢bitos culturales y los sexuales.
R. Pero eso se produjo mucho m¨¢s tarde. El influjo cultural del 68 no se experimenta hasta 1973 o 1974. Lo primero que lleg¨® fueron epifen¨®menos.
P. Habla usted de su intimidad sexual y de la represi¨®n incluso entre la izquierda.
R. La represi¨®n era muy potente, con un sexismo brutal, incluso en el partido. He visto cartas en las que se dec¨ªa a la direcci¨®n de Par¨ªs: "Va el militante tal, que lleva unos documentos, pero cuidado, es M". Quer¨ªa decir maric¨®n.
P. Usted empieza a sospechar de su sexualidad por un control policial en Par¨ªs.
R. La polic¨ªa me mont¨® una trampa. Primero me fotografiaron en un bulevar. D¨ªas despu¨¦s, un chico de unos 15 a?os, me tira de la manga y me pregunta si me quiero acostar con ¨¦l. Cre¨ª haber entendido mal, pero lo repiti¨®. Le dije que no y se fue. Entonces vi al hombre que me hab¨ªa hecho la foto d¨ªas antes. No s¨¦ por qu¨¦ lo hicieron yo entonces ten¨ªa una amiga. Quiz¨¢s tuvieron una intuici¨®n. Los polic¨ªas son muy perspicaces. Tambi¨¦n pod¨ªa ser una mala interpretaci¨®n, porque en el restaurante de la facultad yo me sentaba junto a un estudiante alem¨¢n muy guapo. No hab¨ªa nada entre los dos. Y cabe que quisieran asustarme, hacerme saber que me vigilaban. Goytisolo y Castellet me hab¨ªan contado que polic¨ªas espa?oles se dedicaban al control, sobre todo sexual, de los antifranquistas.
P. Un d¨ªa usted hace un descubrimiento en casa de Sol¨¦ Tura.
R. Yo sab¨ªa que ¨¦l hab¨ªa estado exiliado y en la ejecutiva del partido y que hab¨ªa sido expulsado por claudinista. No sab¨ªa que era el locutor de Radio Espa?a Independiente. Me di cuenta en su casa, porque hablaba ¨¦l, y Anni, su primera mujer, igual que se turnaban en la emisora. Las mismas voces.
P. ?De verdad le regal¨® wiskhy a Hemingway en Albacete?
R. S¨ª. Era el ¨²ltimo d¨ªa de mi estancia en Albacete, donde hac¨ªa pr¨¢cticas de Periodismo. Iban a torear Ord¨®?ez y Miguel¨ªn y el d¨ªa antes supe que con ellos iba Hemingway. No hab¨ªa hecho nada de periodismo. No se pod¨ªa. Pens¨¦ que un buen cierre ser¨ªa una entrevista con ¨¦l. Pero pas¨® que los picadores de Ord¨®?ez y Miguel¨ªn estaban sancionados y no hab¨ªan cumplido la sanci¨®n porque las plazas por las que hab¨ªan pasado eran m¨¢s importantes que Albacete. De modo que Albacete era el lugar id¨®neo para que la cumplieran. Los toreros se negaron a actuar con otros picadores. El gobernado suspendi¨® la corrida, pero no se pudo publicar m¨¢s que la nota oficial. Yo hab¨ªa hablado con Miguel¨ªn para que me presentara a Hemingway, pero el torero estaba detenido y el escritor no quer¨ªa hablar con ning¨²n periodista. Logr¨¦ comprar una botella de wiskhy y se la hice llegar con una nota: "Los asesinos es su mejor cuento". Me recibi¨® brevemente, con la botella en la mano, y me dijo que no quer¨ªa hacer declaraciones para no empeorar la situaci¨®n de los toreros. Esa fue toda la entrevista que consegu¨ª. Dej¨¦ el periodismo.
El libro se presentar¨¢ el 31 de mayo a las 19.00 en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. Adem¨¢s del autor estar¨¢n Mariano Maresca, Luis Garc¨ªa Montero, Almudena.
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