Mofa cin¨¦fila a costa de una espectadora que envi¨® un SMS durante una proyecci¨®n
El cine Alamo Drafthouse en Tejas, sala de la que fue invitada a salir una mujer, publica en YouTube el enfado de la usuaria
La ¨²ltima y recurrente pesadilla del cin¨¦filo moderno se llama tel¨¦fono m¨®vil. Desde la aparici¨®n del invento es dif¨ªcil encontrar una proyecci¨®n donde no aparezca la lucecita, la vibraci¨®n, los mensajes a tel¨¦fono m¨®vil (SMS), o la llamada (discreta o indiscreta), o cualquier variaci¨®n de las antes mencionadas que uno pudiera imaginar. Hasta el momento la gran mayor¨ªa de las salas, cada vez con menos personal por aquello de la crisis y m¨¢s focalizadas en vender palomitas y refrescos, hab¨ªan hecho poco o nada al respecto. Ya no digamos la manga ancha con el espectador que confunde el cine con el sill¨®n de su casa y pregona en voz alta las virtudes o defectos de lo que est¨¢ viendo, sin m¨¢s reacci¨®n que la de alg¨²n indignado que suele ser minor¨ªa.
Este panorama, bastante negro para los que consideraban ir al cine una experiencia ¨²nica, tiene sin embargo el ojo del hurac¨¢n, un oasis para los que se han cansado ya de no poder disfrutar de una pel¨ªcula tranquilamente, sin tener que recurrir a los an¨®nimos "shhh" o a la denuncia al personal de la sala que acaba -normalmente- convirti¨¦ndose en agua de borrajas. Ese oasis se llama Alamo Drafthouse y se encuentra en Austin, Tejas. El Drafthouse es el para¨ªso terrenal para los amantes del cine sin tapujos y un lugar que frecuentan personajes como Guillermo del Toro, Robert Rodriguez, Richard Linklater o el mism¨ªsimo Terrence Malick. Adem¨¢s, fue el primero en el mundo que instal¨® una pol¨ªtica de tolerancia cero (nada de m¨®viles, nada de hablar) que cumplen a rajatabla desde el d¨ªa en que abrieron sus puertas.
Ahora el Drafthouse ha saltado al ruedo p¨²blico (al menos por un rato) despu¨¦s del hiper publicitado incidente entre una espectadora que insist¨ªa en enviar mensajes de texto en plena proyecci¨®n y el propio equipo del cine, que despu¨¦s de advertirla en dos ocasiones acab¨® ech¨¢ndola sin contemplaciones (y sin devolverle el importe de la entrada).
Probablemente la cosa hubiera quedado en simple an¨¦cdota si no hubiera sido porque la expulsada en cuesti¨®n decidi¨® una vez fuera de la sala dejar un -delirante- mensaje en el contestador autom¨¢tico de las oficinas del Alamo Drafthouse en el que -b¨¢sicamente- les llamaba "peque?a sala de mierda" y soltaba una diatriba contra la intolerancia del cine del que, seg¨²n aseguraba, hab¨ªa sido victima. Acto seguido, y en una de esas jugadas de marketing viral que generan m¨¢s ruido que 100 meg¨¢fonos, el equipo del Drafthouse elabor¨® un v¨ªdeo con el mensaje en cuesti¨®n que ya acumula m¨¢s de medio mill¨®n de visitas en Youtube y un sinf¨ªn de comentarios (m¨¢s a favor que en contra), y que -al mismo tiempo- ha provocado la reacci¨®n de esa cinefilia que parece dormida pero que en Austin es la gran dominadora del cotarro.
Quentin Tarantino, Elijah Wood, Lance Armstrong y varias docenas m¨¢s de personalidades de todos los ¨¢mbitos han alabado la pol¨ªtica del cine y la han tachado de "ejemplar", pero el mejor reconocimiento al trabajo de Tim League (el fundador y alma de los Drafthouse) ha venido de mano del presentador estrella de la cadena televisiva CNN, Anderson Cooper. Cooper ha declarado que habr¨ªa que darle a League "el premio Nobel de la paz". La ocurrencia se convirti¨® ayer en uno de los temas estrella en la Red y ya son miles los aficionados que abogan por enviar firmas a la Academia de Estocolmo a ver si suena la campana. Qui¨¦n sabe, si cundiera el ejemplo quiz¨¢s el cine volver¨ªa a ser ese lugar donde uno va a disfrutar de las pel¨ªculas y no a sufrir la persecuci¨®n del m¨®vil de turno. En el Alamo Drafthouse ya lo han conseguido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.