La noche en technicolor de Coldplay

Los brit¨¢nicos Coldplay han decidido este verano dejar de lado su famosa intensidad y gritarle al mundo que la actitud m¨¢s inteligente que se puede adoptar en tiempos de crisis es la de 'al mal tiempo, buena cara'. Las casacas militares, la sobriedad y solemnidad de la ¨²ltima gira con su trabajo Viva la vida (2008) han dejado paso a un espect¨¢culo envuelto como para regalo aunque, tal vez, con demasiados lazos. Ahora todo es luz y color, sobre todo color.

El cuarteto despleg¨® esta noche -durante la primera jornada del festival BBK Live y en su ¨²nico concierto en Espa?a este a?o-, un repertorio incontestable formado por sus grandes e infalibles ¨¦xitos, pero con una puesta en escena en la que predominaron el rosa fl¨²or y el azul pastel dentro de un despliegue de luz, l¨¢seres y flashes que recorri¨® una casi infinita y empalagosa gama crom¨¢tica. Desde el vestuario de los cuatro m¨²sicos hasta sus instrumentos -piano, guitarras y bajo-, todo se rindi¨® al technicolor y, por m¨¢s temporada estival en la que estemos, tal vez esta no sea la mejor actitud para interpretar canciones que, en principio, no fueron compuestas como banda sonora para un parque de atracciones. Ya en el tercer tema, In my place, comenz¨® una lluvia de miles de mariposas de papel de colores y durante Lost recurrieron a grandes balones azules, rojos y amarillos para que el respetable se entretuviera.

Este cambio de imagen responde a la salida, hace escasamente dos semanas, de un LP con tres temas nuevos de estudio que, junto a otras dos canciones que interpretan en directo durante esta gira veraniega, suponen su esperado nuevo material en los ¨²ltimos tres a?os.

Precisamente el concierto de esta noche arranc¨® con una de estas canciones, Hurts like heaven, un tema que Gareth Grundy, cr¨ªtico musical de The Guardian, calific¨® -en su cr¨®nica sobre el paso del grupo por la ¨²ltima edici¨®n del festival de Glastonbury- como "b¨¢sicamente una versi¨®n Disney de Keep the car running de Arcade Fire". Y s¨ª, resulta que en lo que a novedades se refiere, Coldplay ha optado por las 'influencias' m¨¢s o menos claras.

Major minus, que interpretaron tambi¨¦n en la primera mitad del concierto, podr¨ªa ser sin problemas un descarte del ¨²ltimo trabajo de estudio de U2; como si hubiera estado en el ordenador de Brian Eno, productor de ambos grupos, y se le hubiera traspapelado desde que los irlandeses grabaran No line in the horizon en Fez (Marruecos).

Us against de world, que marc¨® el ecuador del concierto, y Charlie Brown, en el ¨²ltimo tramo, son los dos temas con m¨¢s sonido Coldplay de esta nueva entrega del grupo liderado por Chris Martin. Es una inc¨®gnita si estas canciones formar¨¢n parte del esperad¨ªsimo quinto larga duraci¨®n de Coldplay, puesto que su l¨ªder acaba de suspender la promoci¨®n prevista para este mes hasta final de verano aduciendo que el disco no est¨¢ a¨²n terminado.

Pese a todo el aparato multicolor y lo discutible de parte de sus nuevas propuestas, los componentes de Coldplay demostraron esta noche que son unos grandes m¨²sicos y que por algo han vendido casi 50 millones de discos y han realizado cuatro multitudinarias giras por todo el mundo en una trayectoria de apenas una d¨¦cada. Temas como The scientist, Politik o Clocks sonaron con la potencia y el virtuosismo a los que tienen acostumbrado a un p¨²blico fiel que abarrot¨® el espacio de Kobetamendi, a las afueras de Bilbao, durante la casi hora y media que dur¨® el espect¨¢culo. Para el final se guardaron otro golpe de efecto al encadenar la intensa e hipn¨®tica Fix you con su ¨²ltimo single, Every teardrop is a waterfall, ese sampleado del Ritmo de la noche que, visto lo de esta noche, es un tema eficac¨ªsimo para poner a dar botes a m¨¢s de 20.000 personas y enviarlas hacia el siguiente concierto de la velada con dos palabras grabadas a fuego en su cabeza: 'Buen rollo'.