'Drogas' digitales, solo para mentes sugestionables
La supuesta estimulaci¨®n auditiva con programas que se compran en Internet se expande desde EE UU a Espa?a
Es un ruido estridente, como un taladro. Un chirrido, un pitido. Ni un silencio, ni una pausa. Cuando se para, un ligero mareo retrasa el aterrizaje al mundo real. Es uno de los sonidos de las e-drugs, las nuevas drogas digitales que se expanden como la p¨®lvora en el mundo cibern¨¦tico. Son dosis auditivas dise?adas para recrear sensaciones de tridimensionalidad en el cerebro o, lo que es lo mismo, para imitar los efectos de las drogas tradicionales. Su efectividad, no obstante, ha sido puesta en entredicho por expertos.
Nick Ashton, especialista en psicolog¨ªa, audio y m¨²sica, cre¨® I-Doser, un programa asentado en Estados Unidos, Brasil, M¨¦xico y Francia y que ahora se empieza a conocer en Espa?a. Por poco m¨¢s de 12 d¨®lares (algo m¨¢s de ocho euros) el usuario puede conseguir un paquete de varias dosis: tripi/absenta/nitros rave, primer amor/orgasmo/¨¦xtasis, un sinf¨ªn de posibilidades casi inimaginables. Es, en definitiva, un simulador de drogas que permite consumir sin hacerlo y que, seg¨²n su creador, es efectivo y seguro. Un proyecto arriesgado y pol¨¦mico que ya ha levantado debates y opiniones para todos los gustos.
A trav¨¦s de las redes sociales se empez¨® a escuchar este nuevo concepto. ?Drogas digitales? Muchos se preguntan qu¨¦ son, si funcionan, si son peligrosas, si son adictivas. Poco a poco, la mecha encendida avanza. Las redes sociales (twitter, foros, blogs...) se encargan, sin querer, de propagar esta nueva estimulaci¨®n auditiva que ya ha conseguido m¨¢s de dos millones de descargas de esas dosis que pretenden evocar los efectos de un caf¨¦ bien cargado, del peyote, la hero¨ªna... la mano de dios o las puertas del infierno. Y la cifra sigue creciendo.
Los testimonios recogidos en Internet sobre el efecto de estas e-drugs son de lo m¨¢s variopinto. Funcionan. No funcionan. Todo depende de la personalidad y del poder de sugesti¨®n de cada uno.
Ant¨®n -nombre ficticio- tiene 23 a?os y es licenciado en Derecho. Sent¨ªa curiosidad y decidi¨® probarlas. Tumbado en la cama con una toalla roja sobre los ojos, experimenta con el programa cu¨¢l es la sensaci¨®n de ese ruido que pretende imitar el efecto de la coca¨ªna, un estupefaciente que nunca ha probado en la realidad. "El sonido es infernal, casi insoportable", pero se ha propuesto aguantar los 30 minutos que dura la grabaci¨®n. Se define como "poco sugestionable" y dice que, a pesar de haberse imaginado a un hombre corriendo bajo la lluvia perseguido por el ruido de un taladro, el simulador de drogas no surte efecto. Al menos no como estimulante.
Es complicado conseguir respuestas veraces en relaci¨®n a las e-drugs. "Ni siquiera haciendo un estudio experimental con varios individuos sometidos a estos sonidos ser¨ªa posible", cuenta Carlos Tejero Juste, vocal de la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa. Tejero Juste comenta por tel¨¦fono que prob¨® las drogas sonoras en cuanto se enter¨® de su existencia pero que no le produjeron m¨¢s que rechazo o, en alg¨²n caso, placer. Todo depende del tipo de dosis. No obstante, se?ala que le hace mucho m¨¢s efecto la m¨²sica contempor¨¢nea. Y es que los sonidos binaurales (como los denominan cient¨ªficamente) s¨ª producen alguna sensaci¨®n an¨ªmica, pero "de ninguna manera, un efecto similar al de las drogas", apunta.
Tejero Juste explica que cada persona responde de una manera diferente a estos sonidos. "Depende de la sugesti¨®n, del estado de ¨¢nimo moment¨¢neo. Hay muchas variantes y poca concordancia".
Otros neur¨®logos comparten su opini¨®n, incluso son m¨¢s extremos. Steve Novella, profesor de neurolog¨ªa en Yale, escribi¨® un art¨ªculo en su blog que titul¨® Las drogas digitales no curan la estupidez. El texto lo escribi¨® a ra¨ªz de una noticia local en un peri¨®dico de Oklahoma (EE UU) en marzo de 2010. El director de una escuela secundaria de la ciudad hab¨ªa notificado a varias familias que hab¨ªan encontrado a sus hijos en un sal¨®n drog¨¢ndose con ruidos mon¨®tonos. Esto dio comienzo a un debate en los medios y en Internet que todav¨ªa no ha llegado a su fin. A Novella le lleg¨® esta informaci¨®n y decidi¨® dar una respuesta clara y contundente a esos padres asustados por la salud mental y f¨ªsica de sus hijos. "No puedes colocarte escuchando un ruido", sentencia. "Mi consejo para las familias: no os preocup¨¦is, los sonidos binaurales no tienen efecto". Carlos Tejero Juste est¨¢ de acuerdo con Novella e insiste en que no es adictivo, en que no engancha. "A estos sonidos no se les puede llamar drogas. Es un concepto equivocado", dice.
Ant¨®n est¨¢ callado. Sentado en el sof¨¢, mira a su alrededor, a las paredes, a la gente que lo rodea. El I-Doser lo ha calmado. Es contradictorio, pero dice sentirse tranquilo a pesar del sonido, que defin¨ªa infernal. No lo recuerda negativamente. Ha funcionado, pero no c¨®mo lo venden.
Es conocido el efecto milenario de algunos sonidos, patrones r¨ªtmicos y melod¨ªas que facilitan determinados estados de conciencia: danzas turcas, cantos gregorianos, tambores en torno a chamanes que lanzan c¨¢nticos al cielo mientras todo un poblado se siente extasiado por el sonido que les envuelve. La m¨²sica siempre ha logrado crear sensaciones, desde el relax hasta la repulsi¨®n. Incluso el escritor George Orwell emple¨® este concepto en una de sus obras maestras, 1984, donde se utilizan los sonidos para potenciar el odio a trav¨¦s de telepantallas gigantes y de una forma repetitiva. "Nadie puede negar que los sonidos pueden generar un estado de ¨¢nimo", declara Fernando P¨¦rez del R¨ªo, psic¨®logo de la asociaci¨®n de Proyecto Hombre en Burgos, una organizaci¨®n que se dedica a la prevenci¨®n, al tratamiento y a la rehabilitaci¨®n de las drogodependencias.
P¨¦rez del R¨ªo explica en una conversaci¨®n telef¨®nica que estas nuevas drogas encajan muy bien con la sociedad actual. "Hay un culto al cuerpo muy pronunciado, no nos queremos destruir. Adem¨¢s, nos hemos vuelto m¨¢s as¨¦pticos con los estupefacientes", cuenta. Apunta que no nos arriesgamos tanto como antes porque "hemos aprendido" y las e-drugs son lo m¨¢s cercano que un adolescente puede consumir "sin meterse nada en el cuerpo". "Lo realmente peligroso es que esta nueva moda incite a los j¨®venes a tomar drogas reales", concluye.
Los usuarios relatan en el blog de la web de I-Doser las experiencias con cada dosis. Testimonios dif¨ªciles de creer, sensaciones inauditas que salen directamente de Internet. Por ejemplo, Ryan y Jess, como se hacen llamar en la Red, aseguran que las han probado todas. El pasado mes de junio escribieron un post donde afirmaban que algunas "no funcionan, pero que la mayor¨ªa s¨ª lo hacen". David escribi¨® un mes despu¨¦s. Hab¨ªa elegido la emulaci¨®n del crack y esta fue su opini¨®n: "Era muy esc¨¦ptico. Pero despu¨¦s de 20 minutos m¨¢s o menos empec¨¦ a sentirme impaciente. Cuando termin¨¦ la dosis estuve 10 minutos sin poder parpadear. Miles de recuerdos inundaron mi cabeza y no era capaz de levantarme de la cama".
Ant¨®n no escribi¨® su vivencia en el blog. No hab¨ªa sido un gran viaje, como hab¨ªa le¨ªdo. A¨²n as¨ª, ha decidido volver a probar. Quiere experimentar el efecto de otras dosis y comprobar si, realmente, lo que dicen en Internet es cierto.
Estudios de sonidos binaurales desde 1939
Nick Ashton, creador del programa I-Doser, no es el descubridor de los sonidos binaurales como m¨¦todo para crear estados de ¨¢nimo concretos. De hecho, lo que hoy ya se conoce como drogas sonoras o digitales fue descubierto en 1839 por el investigador alem¨¢n Heinrich Wilhem Dove, que las describi¨® como se?ales de distintas frecuencias que suenan de forma diferente en cada o¨ªdo. Cuando el cerebro lo procesa, se integra una tercera frecuencia de tono que es la llamada onda binaural. En 1985, Robert Monroe, investigador estadounidense especializado en la alteraci¨®n de la conciencia, se?al¨® que los tonos binaurales en frecuencias beta (de 16 a 25 hercios) est¨¢n asociados a la concentraci¨®n. Diez a?os despu¨¦s, un psic¨®logo canadiense originario de Malasia, Chock C. Hiew, realiz¨® un estudio en el que demostr¨® que los tonos binaurales de rangos delta (de uno a cuatro hercios) y theta (de cuatro a ocho) est¨¢n asociados con la relajaci¨®n, la meditaci¨®n y los estados creativos, adem¨¢s de ayudar a conciliar el sue?o.
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