Muere Mariano Antol¨ªn Rato, el ¨²ltimo ¡®beat¡¯
El escritor, ganador del Premio Nacional de Traducci¨®n en 2014, fue el traductor, entre otros, de Kerouac, Fitzgerald, Lowry, Carver, Faulkner, Easton Ellis y Burroughs
La madrugada del pasado jueves, en su carmen de la granadina Motril, Mar¨ªa de Calonje encontr¨® en el suelo de la alcoba el cuerpo inanimado del que ha sido su compa?ero de vida, Mariano Antol¨ªn Rato, de 83 a?os. Muri¨® repentinamente de un infarto fulminante.
Mariano ten¨ªa entre manos una nueva novela, habl¨¢bamos con frecuencia por tel¨¦fono y cuando ven¨ªa a Madrid, generalmente a resolver asuntos editoriales, sol¨ªamos almorzar en el templo del jazz, el Caf¨¦ Central, lugar que le gustaba, pese a su predilecci¨®n por el rock and roll. En alguna ocasi¨®n se qued¨® a dormir en mi casa, sin molestar, haciendo su vida.
Nuestra amistad arranca hace m¨¢s de 20 a?os, cuando yo preparaba la biograf¨ªa de Eduardo Haro Ibars, Los pasos del ca¨ªdo. Fue el primer lector del original: ¡°Te ha quedado muy bien¡±, manifest¨®. Eduardo y Mariano en un tiempo fueron inseparables; me atrevo a decir que fueron los primeros beatniks espa?oles, los primeros underground, aunque si este viviera me tachar¨ªa esta ¨²ltima frase. Ten¨ªamos un amigo en com¨²n, Juan Cueto, y ¨¦ramos vecinos en las p¨¢ginas de Los Cuadernos del Norte. Junto a su dilecto Antonio Escohotado ¡ªtestigo de su boda con Mar¨ªa en Los Jer¨®nimos all¨¢ por el remoto 1967; ambos de imponente chaqu¨¦¡ª, Mariano sab¨ªa mucho de sustancias psicod¨¦licas (a ¨¦l le gustaba m¨¢s el t¨¦rmino psiqued¨¦lico), las prob¨® todas con suma inteligencia y supo salir del caballo a tiempo, pues sus obligaciones paternas y laborales en la editorial J¨²car, donde trabaj¨® con su admirado Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, no le permit¨ªan ciertos desvar¨ªos, como los que acabaron con su siempre cercano Eduardo a la temprana edad de cuarenta a?os.
Mariano Antol¨ªn (Gij¨®n, 1943), muy influido por Nova Express, de William Burroughs, public¨® su primera y dif¨ªcil novela en 1973, Cuando 900 mil mach aprox. Le siguieron De vulgari Zyklon B manifestante y Entre espacios intermedios: WHAAM!. Mucho m¨¢s legibles son La ¨²nica calma (1999), Fuga en espejo, No se hable m¨¢s, Lobo viejo o la ¨²ltima, La suerte suprema (2022). Adem¨¢s de colaborar en diversas publicaciones, como en la m¨ªtica Papeles de Son Armadans, gracias a su buen amigo Fernando Gonz¨¢lez Corugedo ¡ªsecretario de Camilo Jos¨¦ Cela¡ª, donde utiliz¨® el seud¨®nimo Mart¨ªn Lend¨ªnez, Mariano fue traductor, entre otros, de Kerouac, Fitzgerald, Lowry, Carver, Faulkner, Easton Ellis, Burroughs, al que visit¨® en su domicilio londinense y que le gustaba contar. En 2014 logr¨® el Premio Nacional de Traducci¨®n.
Antol¨ªn era un lector de un paladar exquisito, muy exigente en literatura, con seguidores muy j¨®venes. Eso s¨ª, no soportaba a los pusil¨¢nimes ni a los imb¨¦ciles, tanto en literatura como en la vida en general. Todav¨ªa la semana pasada me contaba por tel¨¦fono el encuentro con un conspicuo columnista, que, tratando de presumir de moderno, dec¨ªa haber esnifado grifa y haber tenido un episodio de alucinaci¨®n. ¡°?Pero qu¨¦ me estas contando?¡±, le solt¨® Mariano.
En Motril, en el Cortijo Mar¨ªa (Las Zorreras), al que se trasladaron desde Pozuelo de Alarc¨®n en 1999, Mariano disfrutaba del jard¨ªn que cre¨® su mujer con la ayuda de un floricultor; un jard¨ªn en tres terrazas, donde cada una tiene su estilo: andaluz, japon¨¦s e ingl¨¦s. Cada ma?ana, muy de madrugada, cuando el sol todav¨ªa no se ha despertado, Mariano practicaba el zen, lo que enaltec¨ªa su vida. Al principio tuvo un maestro, pero en los ¨²ltimos a?os lo ejerc¨ªa solo. Recuerdo que comentamos una pel¨ªcula que le gust¨® mucho, Sabidur¨ªa garantizada (1999), de Doris D?rrie, en la que dos hombres deciden recluirse en un monasterio budista en busca de la paz y eliminan sus emociones para encontrarse a s¨ª mismos. Bebedor de t¨¦, antiguo fumador y ocasional consumidor de canutos, Mariano acostumbraba a escribir con m¨²sica cl¨¢sica de fondo, sin por ello dejar de guardar fidelidad hasta el final a su siempre admirado Bob Dylan, una debilidad. Generoso como pocos, cada novela que publicaba me la hac¨ªa llegar con una dedicatoria cari?osa.
S¨®lo me queda un consuelo. Seg¨²n su hija ?rsula, Mariano ha muerto de la mejor manera posible, sin sufrir, repentinamente. No merec¨ªa menos.
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