El viaje cat¨¢rtico de diez horas en el patio de butacas con Stoppard
La trilog¨ªa completa y seguida de 'La costa de Utop¨ªa' vista en el Teatro Valle-Incl¨¢n hace rugir a un p¨²blico enfervorecido
Fue una comuni¨®n cat¨¢rtica, liberadora, c¨®mplice. Setecientos espectadores permanecieron durante diez horas en el Teatro Valle-Incl¨¢n de Madrid (con descansos cada hora y media) celebrando un ritual que, al igual que la oraci¨®n en muchas religiones, reconfort¨® a todos aquellos que participaron en ¨¦l. Porque todos, tras esas diez horas m¨¢gicas, no es que aplaudieran, no es que se levantaran, no es que lanzaran bravos, cosas que tambi¨¦n hicieron; es que bramaban, gritaban y, algunos, tambi¨¦n lloraban. Fueron varios minutos, casi seis (much¨ªsimos para teatro), que superaron los fervores que se ven en los teatros de ¨®pera. Acababan de ver de una atacada la ya m¨ªtica trilog¨ªa La costa de Utop¨ªa, formada por Viaje, Naufragio y Rescate, que hace una d¨¦cada escribi¨® el dramaturgo brit¨¢nico de origen checo Tom Stoppard.
En Madrid (y la semana que viene en el Teatre Lliure de Barcelona) se ha visto en ruso (tres d¨ªas cada una de las partes y el s¨¢bado todo seguido) porque ¨¦sta, la del Teatro Acad¨¦mico de la Juventud de Rusia, era la producci¨®n que el Centro Dram¨¢tico Nacional y su director Gerardo Vera ha peleado con u?as y dientes para traer a Madrid, con su flamante director Alexei Borodin al frente, quien la noche del s¨¢bado comprob¨®, al mismo tiempo que muchos que nunca hab¨ªan o¨ªdo una cosa as¨ª, el poder sonoro de las gargantas de sus agradecidos y abducidos espectadores. Todos asistieron a ese viaje inici¨¢tico de la mano de los personajes de esta trilog¨ªa: el revolucionario Alexander Herzen, el poeta Nikolai Ogarev, el fil¨®sofo idealista Nikola Stankevich, el pol¨ªtico Nikolai Sazonov, el anarquista Mijail Bakunin, el cr¨ªtico literario Vissarion Belinski, el escritor Ivan Turgenev y muchos otros, todos mantuvieron posiciones pol¨ªticas muy distintas y ejercieron una marcada influencia en el desarrollo de la sociedad rusa y todos viven a trav¨¦s de esta obra, considerada por muchos la m¨¢s importante del siglo XXI, el derrumbamiento de las ilusiones pol¨ªticas y profundos dramas personales.
Entre el p¨²blico del Valle-Incl¨¢n mucha gente de la profesi¨®n esc¨¦nica, como el escen¨®grafo Pedro Moreno, dramaturgos como Alfonso Armada, Ignacio Amestoy, directores como Andr¨¦s Lima de Animalario, Juan Pastor y ?ngel Guti¨¦rrez (formado en Mosc¨² donde goza de un gran prestigio), algunos espectadores rusos, varios cr¨ªticos de teatro (algunos con problemas de movilidad, como Javier Vill¨¢n de El Mundo, que aguant¨® petrificado en su butaca), pol¨ªticos como F¨¦lix Palomero, director del Instituto Nacional de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica, actores como Abel Vit¨®n, Jannine Mestre y Jos¨¦ Mar¨ªa Pou (el ¨²nico que se sali¨® de la sala a eso de las seis de la tarde porque ten¨ªa que ir a trabajar al Teatro de La Latina) y un flamante Premio Nobel en la cuarta fila: Mario Vargas Llosa, quien en su momento ya vio la producci¨®n brit¨¢nica de este montaje, en 2002, el montaje estadounidense en 2007 y con cara de lamentar no haber visto la puesta en escena japonesa en 2009.
De las versiones teatrales vistas por el escritor hispano-peruano, antes de la de Madrid, coment¨® que eran muy parecidas aunque destac¨® la mayor excelencia interpretativa de los actores brit¨¢nicos: "Es la ¨²nica vez en mi vida que tras ver un espect¨¢culo escrib¨ª al autor, me impresion¨® tanto, me pareci¨® tan ambiciosa, tan lograda que le escrib¨ª agradeci¨¦ndole que hubiera hecho algo as¨ª". El autor de Pantale¨®n y las visitadoras se?al¨® que esta versi¨®n m¨¢s cl¨¢sica contaba con un tempo tradicional con respecto a las que ¨¦l hab¨ªa visto antes, pero daba un sello ruso a una historia que es rusa en su 95%: "Eso le da un encanto tremendo, los montajes de Londres y Nueva York eran m¨¢s espectaculares, con una escenograf¨ªa que daba un gran movimiento, pero esta versi¨®n tiene el gran encanto de que es m¨¢s ¨ªntima y la parte personal y familiar est¨¢ muy apoyada en la melancol¨ªa rusa y tiene muy subrayada la fantas¨ªa pol¨ªtica ut¨®pica rusa y los actores son magn¨ªficos, espl¨¦ndidos, la obra es deslumbrante, una de las m¨¢s ambiciosas que se han escrito en el teatro contempor¨¢neo". A lo que a?adi¨® Vargas Llosa: "Stoppard es el gran dramaturgo moderno, sin lugar a dudas, y es impresionante ver al mismo tiempo c¨®mo una obra tan profundamente enraizada en una problem¨¢tica pol¨ªtica social y cultural, puede ser tan inmensamente entretenida, donde los personajes te fascinan y se da un inter¨¦s enorme en lo que es la trama".
?Y no le protesta el cuerpo al Nobel septuagenario?. "Eso vendr¨¢ despu¨¦s, la ilusi¨®n me mantiene en forma, como cuando leo una gran novela, ver una gran obra de teatro es una experiencia deslumbrante, hay que felicitar la valent¨ªa de Gerardo Vera trayendo esto a Madrid".
Pou, que tambi¨¦n vio el montaje ingl¨¦s en 2002, era de los pocos espectadores que no hac¨ªan el compulsivo movimiento de cabeza para mirar del escenario a la peque?a pancarta donde estaban los sobret¨ªtulos. Parec¨ªa un conocedor de la lengua rusa que no necesitaba ese seguimiento: "Es que me la he le¨ªdo diez veces... y m¨¢s que me la leer¨¦ y adem¨¢s tambi¨¦n me vi una sesi¨®n maratoniana, s¨®lo que en Londres empezaban a las 10 de la ma?ana", se?ala este actor que ha abordado las lecturas de La costa de Utop¨ªa tanto en el original ingl¨¦s, como en la magn¨ªfica traducci¨®n y versi¨®n de Juan V. Mart¨ªnez Luciano, que public¨® el propio Centro Dram¨¢tico Nacional hace un par de a?os. "Hay que felicitar a Gerardo Vera, que ya que no ha podido abordar la producci¨®n espa?ola, algo que hablamos de ello hace a?os, por falta de presupuesto, que al menos haya tra¨ªdo esta joya aqu¨ª", afirm¨® Pou.
Vera por su parte confes¨® ayer que ley¨® la obra antes de que Carmen Calvo le nombrara director del CDN y se dijo 'alg¨²n d¨ªa esto lo har¨¦'. Se acerc¨® a¨²n m¨¢s al proyecto y decidi¨® hacerlo cuando tuviera un equipo consolidado: "En el proyecto estaban Alberto San Juan, Lluis Homar, Javier C¨¢mara y llegu¨¦ a hablar con Stoppard, pero llegaron los recortes....". En cualquier caso Vera no ocultaba el s¨¢bado su emoci¨®n: "Esto tiene un punto de mensaje a una sociedad como la espa?ola, tan degradada moralmente, tan enferma; te cuenta que aunque fracase la utop¨ªa hay que volver a ella, porque el ser humano sin posturas revolucionarias y progresistas no puede sobrevivir, aqu¨ª sales creyendo otra vez en la utop¨ªa".
En cuanto a la diferencia entre las versiones anglosajonas y la eslava de Borodin estrenada en 2007, Pou se?ala que en la producci¨®n inglesa el concepto est¨¦tico era el de un teatro moderno, mientras que este sigue la tradici¨®n rusa, con un concepto colectivo del teatro que le recuerda al Teatro de Arte de Mosc¨²: "Basando todo en los actores, que con su corporeidad crean la propia escenograf¨ªa y con su enorme calidad, que hay algunos de ponerse de rodillas ante ellos; estamos ante una obra fundamental de la historia del teatro, no s¨¦ si Ch¨¦jov hubiera firmado esto". En t¨¦rminos similares se expresaba el figurinista y escen¨®grafo Pedro Moreno, quien coment¨® "Estoy seguro de que a Ch¨¦jov le hubiera encantado escribir esto, es una de las cosas m¨¢s importantes que he visto en mi vida".
Mientras, poco antes de empezar la representaci¨®n a las doce de la ma?ana, los bares situados en las cercan¨ªas del teatro Valle-Incl¨¢n daban de desayunar a muchos espectadores el tradicional caf¨¦ con leche con porras. A eso de las tres del mediod¨ªa el yantar del p¨²blico lo convert¨ªa en bocadillos, pinchos, empanadas... Y a las diez de la noche, picoteo y copazo.
Babelia
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