La vida inesperada de Jos¨¦ Luis Sampedro
El escritor repasa en una charla en Madrid los aspectos m¨¢s desconocidos de su biograf¨ªa
Jos¨¦ Luis Sampedro tiene una sabidur¨ªa de 94 a?os y una memoria de adolescente. Ayer demostr¨® la una y la otra en la Fundaci¨®n Juan March de Madrid, en una charla con su esposa y colaboradora, la escritora Olga Lucas, y dentro del ciclo Autobiograf¨ªa intelectual. Delante de un p¨²blico que abarrot¨® dos salones de actos, la cafeter¨ªa de la instituci¨®n, los pasillos y el suelo, el autor de La sonrisa etrusca repas¨® los aspectos menos conocidos de una vida que empez¨® en Barcelona el 1 de febrero de 1917. Por comenzar por el principio, Olga Lucas recurri¨® al esencial qui¨¦nes somos, de d¨®nde venimos y a d¨®nde vamos y, sin mayores pre¨¢mbulos, pregunto: "?De d¨®nde viene usted se?or Sampedro?" La respuesta no se hizo esperar: "De otro mundo. Soy un inmigrante que no puede volver al pa¨ªs del que procede". Ese pa¨ªs, aclar¨®, es un lugar, pero tambi¨¦n un tiempo que "fue arrastrado y se hundi¨®": Espa?a, 1935. Un a?o m¨¢s tarde se parti¨® en dos el universo de un muchacho que hab¨ªa vivido sus primeros 13 a?os en T¨¢nger, una ciudad internacional en la que conviv¨ªan ¨¢rabes, jud¨ªos, cat¨®licos, ortodoxos y gentes que no eran ni una cosa ni la otra, "un mundo que deber¨ªa ser la tierra entera".
Tras un par¨¦ntesis -"en la Edad Media"- en un pueblecito de Soria en el que escribi¨® sus primeros versos y tres a?os en "el para¨ªso" de Aranjuez, el futuro economista y escritor, termin¨® trabajando como aduanero por oposici¨®n en Santander. All¨ª le sorprendi¨® la Guerra Civil y fue movilizado sucesivamente por los dos bandos en liza. "En abril de 1939 comprend¨ª que no hab¨ªan ganado los m¨ªos. Ni los unos ni los otros eran los m¨ªos", dijo un hombre de familia conservadora que durante la guerra lleg¨® a admirar la "asombrosa entereza" de los anarquistas con los que comparti¨® batall¨®n. "A los nueve a?os intent¨¦ ser jesuita. A los 19, anarquista". La posguerra, "m¨¢s ancha y m¨¢s larga", fue otra cosa, un tiempo en el que, cont¨®, Sampedro sinti¨® que tanto los fascistas como los comunistas lo ve¨ªan como alguien "fusilable".
Sampedro canta
C¨®mo es el mundo y c¨®mo deber¨ªa ser fueron dos de los asuntos a los que el acad¨¦mico de la RAE -sill¨®n F desde 1990- dedic¨® una charla que fue saltando sin romper el hilo del pasado al presente y de las grandes categor¨ªas a las peque?as an¨¦cdotas. An¨¦cdotas con m¨²sica a veces, como cuando Jos¨¦ Luis Sampedro cant¨® con las notas de La casta Susana la lista de los puestos fronterizos de Indochina -Han¨®i, Saig¨®n...- que tuvo que aprenderse cuando estudiaba las oposiciones al cuerpo de aduaneros. Lo hizo del tir¨®n, sin vacilar, y entre risas y aplausos desvel¨® que en el mismo repertorio estaban los puestos de Chile y los estados de Estados Unidos.
Otro de los momentos c¨®micos de la sesi¨®n lleg¨® cuando el escritor relat¨® con pulso de actor metido en un mon¨®logo su encuentro con el banquero Juan March en un cuarto de ba?o. All¨ª le hab¨ªan instalado a Sampedro su despacho como asesor del ministro de Comercio cuando el cargo lo ocupaba Albur¨²a. El ba?o correspond¨ªa al propio despacho ministerial y all¨ª el joven economista tuvo que explicar al poderoso financiero mallorqu¨ªn que en el fondo era un privilegio que aguardase all¨ª en lugar de hacerlo en la sala de espera con el resto de los visitantes.
La parte m¨¢s seria y categ¨®rica de la velada fue tambi¨¦n la m¨¢s sencilla y directa. "Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer m¨¢s ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres". Eso dijo Jos¨¦ Luis Sampedro despu¨¦s de recordar sus tiempos como Catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica en la Universidad Complutense y los cursos llenos de futuros ministros de Hacienda: Boyer, Solchaga, Solbes, Salgado... Todos alumnos suyos.
Pese a su temprana inclinaci¨®n hacia las letras, Sampedro lleg¨® a la econom¨ªa porque, cont¨®, parec¨ªan los estudios adecuados para un funcionario que hab¨ªa pedido el traslado a Madrid. M¨¢s inclinado hacia la parte sociol¨®gica de la disciplina, record¨® tambi¨¦n sus tres a?os con Jos¨¦ Luis Aranguren, Jos¨¦ Antonio Maravall y Jos¨¦ Vidal-Beneyto en el Centro de Estudios e Investigaciones Sociol¨®gicas, un centro privado nacido para contrarrestar la grisura de la universidad franquista y en el que solo pagan los alumnos que pod¨ªan y solo cobraban los profesores que lo necesitaban.
Europa se muere
De esos a?os, de las noches que pas¨® escribiendo obritas de teatro para cabaret buscando un sobresueldo, de los que pas¨® dando clase en el Reino Unido, de los libros especializados que escribi¨®, de las novelas que imagin¨® y de sus casi diez d¨¦cadas de vida le ha quedado a Jos¨¦ Luis Sampedro un sentido del humor que solo se nubla cuando habla del presente: de la degradaci¨®n de la ense?anza p¨²blica a favor de la privada; del plan Bolonia como extinci¨®n de una universidad "nacida para saber y no para hacer", "para ganar dinero". Han rendido la universidad, afirm¨®, a la productividad, seg¨²n ¨¦l, una de las "diosas de hoy", a las que todo se sacrifica. Las otras dos, a?adi¨®, son la competitividad y la innovaci¨®n.
Preguntado por Europa, Sampedro no fue mucho m¨¢s optimista. "A la Europa moderna yo la vi nacer", dijo, que era su manera de decir que ahora la estaba viendo morir. "Europa est¨¢ reunida, como los ministros de antes cuando no quer¨ªan recibir a alguien. No hace casi nada de lo que ten¨ªa que haber hecho. No se unifica y no se unificar¨¢".
Durante toda la charla, Jos¨¦ Luis Sampedro amenaz¨® con decirle al auditorio algo sobre la vida. Al final lo dijo: "Cada cultura ha tenido su referente. Los griegos, el hombre; la Edad Media, Dios; ahora, el dinero. Para m¨ª el referente es la vida. Hemos recibido una vida y vamos a vivirla hasta el final. Pero para eso necesitamos la libertad, para que esa vida sea la nuestra y no la que nos mandan tener". Y a?adi¨®: "La libertad es como una cometa. Vuela porque est¨¢ atada. Sin cuerda no vuela, y esa cuerda que facilita el vuelo pero se resiste al viento es la f¨®rmula cl¨¢sica de la revoluci¨®n francesa: libertad, igualdad y fraternidad. En 2000 a?os hemos progresado t¨¦cnicamente pero seguimos aislados en tribus, salvajes, mat¨¢ndonos unos a otros".
Babelia
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