Infiltrada entre mujeres de la limpieza
La periodista Florence Aubenas relata su experiencia en el mundo laboral precario en 'El muelle de Ouistreham'
Florence Aubenas (Bruselas, 1961) ya ha estado dos veces en el infierno. La primera, en 2005, cuando la reportera fue secuestrada en plena guerra por los iraqu¨ªes, que la mantuvieron seis meses en un zulo, ojos vendados, estirada, apenas dos visitas al ba?o al d¨ªa, experiencia que a¨²n no ha vertido en libro. La otra, no hace ni dos a?os, en la normanda Caen, cuando dej¨® su curriculum vitae reducido al bachillerato y sin experiencia laboral alguna y, te?ida de rubio, infiltr¨¢ndose a lo G¨¹nter Wallraff, decidi¨® apuntarse a las oficinas del paro franc¨¦s para ver c¨®mo se traduc¨ªa esto de la crisis en la piel y no en los parquets burs¨¢tiles. No pas¨® de mujer de la limpieza (700 euros al mes haciendo malabarismos con cinco trabajos al d¨ªa y pagando m¨¢s de 300 de alquiler) en un contexto de degradaci¨®n, precariedad y desorientaci¨®n angustiantes. A base de di¨¢logos secos y realistas, frases cortas y emotividad descrita con brillantez lo recoge en El muelle de Ouistreham (Anagrama), reportajes de esos que aun dignifican el periodismo.
Describe la exreportera del diario Lib¨¦ration oficinas de empleo donde se palpa la violencia, los parados son clientes, se prima a los oficinistas por n¨²mero de desempleados colocados, los curr¨ªculos -en los que se recomienda no decir toda la verdad- se leen entre 30 segundos y dos minutos y los que buscan trabajo ya entran diciendo que aceptar¨¢n cobrar por debajo del salario m¨ªnimo.
"En mi primera visita dije que coger¨ªa cualquier trabajo de cualquier cosa y el empleado me dijo: '?Anda, qu¨¦ novedad, como todos!'. En el fondo, el empleador y yo ¨¦ramos dos desesperanzas frente a frente: ellos saben que no pueden destinar m¨¢s de ocho minutos por persona por la cantidad de gente que acude y que as¨ª es imposible ayudar: les han cambiado su labor social por una meramente estad¨ªstica, han de camuflar las cifras del paro como sea, cambiando categor¨ªas y conceptos; son estad¨ªsticas pol¨ªticas, no listas para ser resueltas y el que espera en el otro lado de la mesa lo intuye; el ambiente dram¨¢tico es real".
Aubenas s¨®lo consigui¨®, al cabo del primer mes y medio, un trabajo de limpiadora de dos horas y media, de 5 a 7.30 de la ma?ana. "No sab¨ªa ni que existieran faenas as¨ª; el contrato indefinido es una quimera", apunta. Y no es coto de inmigrantes, sino que en la pl¨¢cida Caen esas ofertas las copan franceses blancos y rubios. Parece un juego de ca¨ªda libre: los parados est¨¢n dispuestos a invertir tres horas de transporte (si no tiene coche, m¨¢s dif¨ªcil hallar nada) para trabajar (y cobrar, claro) una; a renunciar a las abundantes horas extras...; incluso los empresarios ofrecen comida como salario. Por descontado, los curr¨ªculos est¨¢n maquillados porque todo el mundo dice que sabe hacer de todo.
"Es una partida de p¨®quer extra?a entre empleador y empleado; hay tanta gente que busca trabajo que se falsean al alza, o a la baja, el dossier laboral", metrallea la enjuta Aubenas. Y aqu¨ª introduce el concepto de "cadena de precariedad": "cada vez m¨¢s se aceptan bajarse las condiciones laborales; nadie protesta porque ?qui¨¦n se atreve a hacer huelga con una situaci¨®n tan precaria de trabajo?". S¨ª, su libro rezuma miedo. Y una revoluci¨®n social hoy imposible. "La incertidumbre es el gran problema, es un miedo infinito -a si Grecia nos hunde, si el euro aguanta, si EEUU resiste...- y, sobre todo, indefinido -?hasta cu¨¢ndo tendr¨¦ trabajo?; ?ma?ana me llamaran de nuevo?? y ese es el peor miedo; mi experiencia como reportera me dice que los que se rebelan son los que est¨¢n arriba y tiene algo que perder, nunca los de abajo".
La periodista entr¨® a formar parte del 20% de los franceses con empleo precario "cuando en los a?os 70 apenas eran el 2%", recuerda, limpiando v¨¢teres a una media de tres minutos por ba?o, un hemisferio del mundo laboral que no tiene nada que ver con el otro, el tradicional, "el que permite tener un m¨®vil y parar en la m¨¢quina de caf¨¦; nosotros est¨¢bamos en un mundo en el que te recomiendan y, as¨ª acaba siendo, que te vuelvas invisible para el otro". Y vi¨¦ndose obligada a poder comprar s¨®lo en hipermercados de gran descuento, "perpetuando as¨ª negocios que emplean a gente con trabajo precario y alimentan esa cadena". Y, lo peor de todo, creyendo que eso es temporal, "que est¨¢s en una sala de espera aguardando a que venga el trabajo bueno, definitivo, sin ser consciente de que aqu¨¦l ser¨¢ tu ¨²nico trabajo".
Aunque Aubenas est¨¢ en plantilla del prestigioso semanario de izquierdas franc¨¦s Le Nouvel Observateur, nunca se le ocurri¨® plantear el reportaje para su revista. "Mi jefe me hubiera dicho que lo hiciera en los fines de semana, en mis ratos libres; en el periodismo actual parece que s¨®lo hay espacio para lo extraordinario (una cat¨¢strofe; una guerra) y, sobre todo, para esta especie de carrera para hacer re¨ªr a la gente, no preocuparla, hablarle de la beautiful people...; a la ministra de Justicia francesa le dedicamos cuatro portadas por ser madre soltera y ni una por temas de su gabinete; no creo que los periodistas estemos para distraer a la gente", afirma reivindicativa Aubenas. Y menos con la que est¨¢ cayendo.
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