Segundo asalto, Isabel I contra Felipe II
Un libro refuta documentalmente la supuesta hegemon¨ªa naval inglesa frente al Imperio espa?ol
"Quiero ayudar a los ingleses a conocer su propia historia". El profesor Luis Gorrochategui (A Coru?a, 1960) sintetizaba as¨ª el prop¨®sito cardinal de su reciente libro, titulado La Contra Armada. La mayor cat¨¢strofe naval de la historia de Inglaterra. Documentado en despachos navales in¨¦ditos desde hace cuatro siglos, procedentes de algunos de los m¨¢s importantes archivos espa?oles y portugueses as¨ª como de fuentes documentales brit¨¢nicas "publicadas, pero sin interpretar a¨²n 400 a?os despu¨¦s de acaecer los hechos" -explica el autor-, el libro, con jugosas ilustraciones in¨¦ditas, fue presentado este martes en la sede del Cuartel General de la Armada del Paseo del Prado de Madrid.
En el edificio madrile?o resonaba a¨²n el eco de las palabras pronunciadas unas semanas atr¨¢s por el historiador Geoffrey Parker al presentar entonces la reedici¨®n de su libro La Gran Armada, sobre la flota espa?ola enviada por Felipe II contra Inglaterra, escrito por el historiador ingl¨¦s junto al submarinista Colin Martin. Lo que Parker y Gorrochategui contaron en sendas veladas en el mismo lugar tiene muy poco que ver. Con certeza, se abre una pol¨¦mica hist¨®rica e historiogr¨¢fica de alcance desconocido: la geopol¨ªtica de los imperios espa?ol y brit¨¢nico est¨¢ en juego.
Luis Gorrochategui, estudioso de asuntos navales, autor de centenares de art¨ªculos de trasunto geopol¨ªtico y profesor de Filosof¨ªa, ha consagrado una d¨¦cada a estudiar un episodio real de gran alcance hist¨®rico, aunque casi desconocido por el gran p¨²blico espa?ol e ingl¨¦s: la derrota de una imponente flota, al mando de sir Francis Drake y de John Norris, enviada por Isabel I de Inglaterra contra Espa?a tan solo meses despu¨¦s del desastre naval de la Armada espa?ola en aguas brit¨¢nicas en 1588.
Sus conclusiones, fundamentadas en testimonios escritos y gr¨¢ficos, son demoledoras para las tesis prevalentes al respecto en el mundo anglosaj¨®n y, por extensi¨®n, en el universo acad¨¦mico y pretendidamente cient¨ªfico noreuropeo y americano. Primera conclusi¨®n: "La envergadura del desastre naval ingl¨¦s de 1589, en v¨ªctimas y buques, fue superior al sufrido por la flota filipina el a?o anterior. Ejemplo: 20.000 bajas inglesas frente a 11.000 espa?olas". Segunda conclusi¨®n: "La importancia de la derrota inglesa en la fallida captura de A Coru?a y en las costas portuguesas, por su gravedad, lejos de marcar el origen de la decadencia espa?ola, procur¨® a la Monarqu¨ªa hisp¨¢nica la tranquilidad necesaria para la conservaci¨®n de su imperio transoce¨¢nico, el primero de la historia de tal naturaleza y extensi¨®n, durante tres siglos m¨¢s, hasta 1898". Tercera conclusi¨®n: "Estos hechos han sido sometidos a una sistem¨¢tica ocultaci¨®n por parte de una historiograf¨ªa de cu?o angl¨®fono, asentada sobre bases err¨®neas, cuando no abiertamente falsas, orientadas por sus mentores, se?aladamente piratas y corsarios ingleses, a escapar de la ira de Isabel I ante la evidencia de una derrota desastrosa, que prolong¨® la provisionalidad de la hegemon¨ªa imperial brit¨¢nica al menos un siglo, hasta 1688".
Intoxicaci¨®n informativa
Como por ejemplo de la supuesta intoxicaci¨®n informativa elaborada por personajes isabelinos como William Cecil Burghley en la "guerra de propaganda desencadena desde Londres para escamotear el alcance de tal derrota", Luis Gorrochategui combate "la especie, asumida por historiadores ingleses e hispanistas considerados serios seg¨²n la cual, los proyectiles de la flota espa?ola empleados por la Gran Armada eran de superior calibre al de los ca?ones utilizados en aquel combate naval de 1588". Y explica: "Los ca?ones de asedio, convenientemente estibados, permanec¨ªan en las bodegas hasta su empleo contra los bastiones cercanos a la costa tras el desembarco", explica el historiador espa?ol, que muestra perplejidad ante "la perpetuaci¨®n de sandeces de esa guisa convertidas en verdades oficiales y reproducidas por hispanistas e historiadores de supuesto y reconocido prestigio". Otra refutaci¨®n niega que Espa?a bautizara a su flota de Invencible, bautizo que atribuye, por m¨®viles arteros, al propio William Cecil Burghley. "M¨¢s de ocho buques brit¨¢nicos llevaron precisamente tal nombre a lo largo de la historia", a?ade.
El relato, narrado con amenidad y prosa expresiva, se ve signado por un punto de apasionado celo. El autor recuerda con emoci¨®n el d¨ªa en el que en un rinc¨®n de la catedral de Sig¨¹enza, ante su reiterada insistencia, el de¨¢n se avino a mostrarle dos tesoros celosamente guardados: los estandartes de tafet¨¢n, uno con escudos gironados y otro de franjas pol¨ªcromas, de hasta tres metros de longitud, capturados en 1589 al entonces enemigo ingl¨¦s en aguas de Cascaes, Portugal, por Sancho Bravo. Este marino espa?ol, combatiente en la lid contra el pirata Drake fue, precisamente, sobrino-nieto del doncel de Sig¨¹enza, Mart¨ªn V¨¢zquez de Arce, all¨ª enterrado "en la m¨¢s bella sepultura de todos los tiempos", seg¨²n se atribuye a un conmovido Jos¨¦ Ortega y Gasset.
Numerosas pruebas aportadas en el libro persiguen refutar, una por una, las tesis inglesas al uso que, desafortunadamente, seg¨²n el autor, han impregnado tambi¨¦n el pensamiento historiogr¨¢fico espa?ol. Para el profesor Gorrochategui ello obedece a que el discurso dominante en la interpretaci¨®n hist¨®rica de los hechos ha sido escrito conforme al designio imperial brit¨¢nico a partir del siglo XIX. Y ello "mediante una reinvenci¨®n del pasado hist¨®rico europeo y universal acorde con sus intereses hegem¨®nicos como superpotencia obligadamente mar¨ªtima, que se propuso anular, como hecho hist¨®rico incontrastable, la importancia y la duraci¨®n en el tiempo del imperio espa?ol durante tres siglos a partir de aquellos dos desastres".
Asimetr¨ªas
Por todo ello, el profesor Gorrochategui asegura, sin asomo evidente de iron¨ªa, querer colaborar con sus colegas ingleses "para facilitarles acceder a la verdad" que le han procurado sus indagaciones en la Biblioteca Nacional de Madrid -verdadero gale¨®n provisto de tesoros documentales inn¨²meros-; la correspondiente y ricamente provista Biblioteca Nacional lisboeta; el Archivo de Simancas, aut¨¦ntico silo testimonial de la historia naval universal, de donde ha extra¨ªdo los despachos entre la flota y San Lorenzo de El Escorial, sede cortesana espa?ola; as¨ª como del estudio pormenorizado del panfleto del brit¨¢nico Anthony Wingfiled, columna vertebral del "enga?oso" discurso anglosaj¨®n y de los datos del revelador trabajo del historiador ingl¨¦s R. B. Wernham, que certifica factualmente "aunque sin interpretar", los asertos del autor, a juicio de ¨¦ste.
Cabe objetar que la asimetr¨ªa interpretativa, hoy mantenida, entre la trascendencia de la derrota naval espa?ola de la Gran Armada y el irrelevante fracaso de la Contra Armada inglesa, pese a su envergadura real, obedeci¨® no s¨®lo a las argucias propagand¨ªsticas de ingleses, holandeses y espa?oles exiliados en los Pa¨ªses Bajos para frenar de consuno el designio de Felipe II, sino tambi¨¦n a una rotunda evidencia. La que establece que las derrotas de las superpotencias siempre cobran mayor alcance que las de las potencias emergentes, como era el caso de la Inglaterra isabelina de entonces. En cuanto al etnocentrismo anglosaj¨®n, al igual que todos los etnocentrismos -el espa?ol incluido-, la historia demuestra que es fastidiosamente recurrente. "Lo malo es que exista uno solo", dice con iron¨ªa un asistente a la presentaci¨®n del libro, que ha sido prologado por Jos¨¦ Cervera Pery, acad¨¦mico de la Real Academia del Mar, y coeditado por Lector de libros digitalizados y el Ministerio espa?ol de Defensa.
Babelia
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